Desde que entró en vigor el reglamento europeo sobre nuevos alimentos en el año 2018, la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) ha recibido muchas solicitudes para la evaluación y aprobación de una gran variedad de fuentes alimentarias nuevas y tradicionales, alimentos con base de algas y frutas no autóctonas, productos derivados de plantas no habituales, o productos derivados de insectos comestibles, entre otros. Recordemos que la reglamentación abarca alimentos que proceden de animales, microorganismos, cultivos celulares, plantas, minerales, etc.
Pues bien, hoy podemos saber que entre las diferentes opiniones científicas de la EFSA sobre nuevas aplicaciones alimentarias, se incluye la primera evaluación completa de la EFSA de un producto alimenticio derivado de los insectos. Los expertos comentan que las evaluaciones de seguridad que realizan, son un paso necesario y muy importante en el marco de la regulación de los nuevos alimentos, ya que los resultados científicos ayudan a los organismos responsables de tomar decisiones a nivel nacional y comunitario, a la hora de autorizar o prohibir nuevos productos alimenticios para el mercado comunitario.
Hablando de los insectos comestibles y alimentos derivados, los investigadores de la EFSA explican que los insectos son organismos complejos, por lo que caracterizar la composición de los productos alimenticios elaborados con ellos es todo un desafío. Explican que es necesario comprender la microbiología de los insectos, ya que generalmente se procesan y se consumen enteros. En varias ocasiones hemos hablado de este nuevo alimento y de lo que dicen otros expertos, por ejemplo, que su contenido en proteínas es elevado, hasta el punto de que es comparable al contenido proteínico de la carne, por ello se recomienda su introducción en la dieta habitual.
Los expertos de la EFSA comentan que es posible que las formulaciones alimentarias a base de insectos tengan un alto contenido proteínico, pero es probable que los niveles de proteína sean sobreestimados, ya que en el exoesqueleto de los insectos está presente una sustancia denominada quitina que puede provocar la reducción de la asimilación de las proteínas. A esto hay que sumar que algunas alergias alimentarias están relacionadas con las proteínas de los alimentos, de ahí que se profundice en la investigación para determinar si el consumo de insectos podría desencadenar algún tipo de reacción alérgica.
Ya hace algunos años que se lleva a cabo una revisión de la seguridad de los insectos comestibles, tanto para la salud humana como animal, y hoy por hoy hay que decir que no hay muchos datos científicos disponibles y existen lagunas de conocimiento sobre el tema. Existen otras muchas cuestiones que se deben investigar a fondo, por ejemplo, el impacto ambiental de la producción de insectos y su relación con otras fuentes de proteínas, el valor nutricional concreto que aporta cada especie de insectos comestible teniendo en cuenta cuestiones como, por ejemplo, la presencia de la quitina, etc.
Los expertos de la EFSA comentan que las reacciones alérgicas podrían darse por la sensibilidad de una persona a las proteínas de insectos, por la reactividad cruzada con otros alérgenos, e incluso por los alérgenos residuales procedentes de los productos con los que se alimenta a los insectos, un ejemplo que se puede citar es el gluten. A todo esto, hay que sumar la diversidad de especies de insectos, es decir, hay que realizar una evaluación completa a cada uno de los utilizados para la alimentación, originando datos con variaciones significativas.
Los investigadores argumentan que existen otras razones que no son de carácter científico que hacen que el trabajo que realizan con los nuevos alimentos sea todo un desafío, como superar el denominado “factor asco”, factor que provoca automáticamente el rechazo del alimento experimentando una sensación de repulsión. Los investigadores comentan que existen evidentes beneficios ambientales y económicos si se sustituyen determinadas proteínas animales por proteínas derivadas de los insectos, algo que se ha demostrado en otras investigaciones, pero es necesario realizar evaluaciones científicas exhaustivas relacionadas con la seguridad alimentaria.
La primera evaluación que se ha realizado es sobre el Tenebrio molitor o gusano de la harina, utilizado como ingrediente de mezclas de especias, aperitivos, hamburguesas, etc., considerando que es un producto seguro bajo los usos y niveles propuestos, en este artículo podréis conocer toda la información. La lista de evaluaciones pendientes de la EFSA es extensa, poco a poco se llevarán a cabo y facilitará ampliar el mercado alimentario con productos cuya seguridad ha sido avalada científicamente.
Foto 1 | Pan con harina de insectos
Foto 2 | Geographyalltheway.com