Este jueves se ha hecho entrega del Premio Mundial de la Alimentación 2016 a cuatro investigadores del CGIAR (Global Agricultural Research Partnership), asociación internacional de investigadores que trabajan para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición del futuro, reducir la pobreza, y preservar los recursos naturales y los ecosistemas. Los investigadores galardonados han sido Howarth Bouis del Harvest Plus, organización no gubernamental basada principalmente en el desarrollo de cosechas de biofortificación y uso de técnicas de cría convencionales, y los investigadores Robert Mwanga, Jan Low y Maria Andrade del CIP (International Potato Center), institución de investigación para el desarrollo de soluciones sostenibles basadas en los tubérculos (patatas), para hacer frente a problemas mundiales como el hambre, la pobreza y la degradación de los recursos naturales.
El Premio Mundial de Alimentación (The World Food Prize), que este año cumple su treinta aniversario, es un premio creado en el año 1986 por el Premio Nobel de la Paz Norman Borlaug y se considera el “Premio Nobel para la Alimentación y la Agricultura«, con él se reconoce la labor y los logros de aquellas personas que trabajan para mejorar la calidad de los alimentos, la disponibilidad o el incremento de la producción alimentaria. Los investigadores de cualquier campo que esté implicado en la alimentación, sea tecnología, comercialización, ciencias sociales, política, etc., pueden recibir este prestigioso premio.
Howarth Bouis es el responsable de la creación de la organización HarvestPlus, cuya principal actividad es mejorar la nutrición y la salud pública a través de la biofortificación de los alimentos. Se considera que, junto a fitomejoradores, agrónomos, nutricionistas y economistas, ha logrado llevar a cabo una de las iniciativas de mayor éxito después de la denominada ‘Revolución verde’, para mejorar la alimentación a través de una serie de cambios en el sistema alimentario mundial. Gracias a la biofortificación de cultivos para la producción de alimentos básicos para los habitantes de países en vías de desarrollo, ha logrado que estas personas puedan comer alimentos que les aporten las vitaminas y minerales esenciales que no podían recibir dada la disponibilidad y limitación de alimentos.
María Andrade investiga desde hace varios años el cultivo del camote anaranjado (batatas), ha logrado desarrollar variedades resistentes a la sequía para países en vías de desarrollo, variedades biofortificadas que aportan nutrientes como la vitamina A, para aquellos países cuya alimentación no aporta el nivel necesario de esta vitamina. Su déficit es uno de los problemas de salud más grandes del mundo, provoca problemas en el sistema inmunológico, problemas de visión que derivan en la ceguera, etc. Sus investigaciones se centran en la batata con la convicción de que es un alimento que tiene el potencial de proporcionar importantes beneficios nutricionales a los niños y a mujeres desnutridas del planeta.
Robert Mwanga también trabaja con la batata, sus trabajos se centran en la combinación de los caracteres de rendimiento del cultivo y la capacidad de hacer frente a virus y enfermedades que desarrollan las plantas. Ha creado variedades que se han cultivado en Uganda y Kenia demostrando la efectividad que tiene este alimento enriquecido con vitamina A, mejorando la nutrición y salud de mujeres y niños. También ha llevado a cabo la biofortificación de la batata con beta-caroteno, carotenoide más abundante en la naturaleza y el más importante para la dieta humana.
Jan Low, como sus colegas del CIP, ha trabajado para combatir la deficiencia de vitamina A en los países más desfavorecidos, especialmente en el África subsahariana. Entre algunos de sus cometidos se puede citar el desarrollo de variedades resistentes a la sequía, modificaciones en la textura de la pulpa de este alimento, los programas para convertir a la batata en un producto de importancia dentro de la economía de algunos países africanos, programas de bioenriquecimiento con el cometido de reducir la desnutrición infantil y mejorar los ingresos de los pequeños agricultores, así como otras investigaciones encaminadas a alcanzar la nutrición sostenible teniendo siempre a la batata como eje central de los proyectos.
Sobre estas líneas podéis ver el vídeo de la presentación y entrega de este premio. Los cuatro investigadores cuentan con un abultado curriculum y muchos logros centrados, sobre todo, en la biofortificación de alimentos básicos que pueden reducir de forma significativa el hambre en el mundo. Son cuatro investigadores que han logrado cambiar la vida de millones de personas a través de sus investigaciones y esfuerzos personales. El año pasado fue significativo en el movimiento del bioenriquecimiento a nivel mundial, más de 15 millones de personas están cultivando y consumiendo alimentos más saludables capaces de satisfacer las necesidades básicas del organismo, más de 100 variedades diferentes de 12 cultivos enriquecidos con micronutrientes están disponibles en 30 países del mundo, y además se están probando e introduciendo en otros 25.
Merece la pena acceder a la página web del CIP y la página web de HarvestPlus para conocer todos los trabajos que están desarrollando y los logros que están obteniendo, sin duda, contribuyen de forma significativa a mejorar la alimentación y la seguridad alimentaria del planeta para las próximas décadas. Para conocer los criterios que se utilizan para otorgar el Premio Mundial de la Alimentación, su historia, los eventos que se llevan a cabo en torno al considerado Premio Nobel para la Alimentación y la Agricultura, así como otra información de interés, os recomendamos acceder a la página oficial de World Food Prize.