El Premio Mundial de Alimentación (World Food Price) es uno de los galardones que reconocen la labor y logros de aquellas personas que trabajan para mejorar la calidad, la disponibilidad o el incremento de la producción alimentaria, se reconoce cualquier campo que esté implicado en la alimentación, sea tecnología, comercialización, ciencias sociales, política, etc. Pues bien, este año se le ha otorgado el Premio Mundial de Alimentación a Monsanto, concretamente a Robert Fraley, vicepresidente ejecutivo y director tecnológico de la compañía, hay que decir que el premio también lo han recibido otras dos empresas dedicadas al mundo de la biotecnología.
Lo de reconocer a Monsanto con este premio de alimentación parece que no ha sentado nada bien a quienes luchan contra el hambre y defienden la no utilización de alimentos transgénicos. El premio es un reconocimiento a la contribución de estas empresas en la cadena de suministros de alimentos nutritivos y sostenibles, algo que evidentemente ponen en duda muchas organizaciones que se oponen a los alimentos modificados genéticamente. Entre otros argumentos para vetar este premio, los opositores explican que tras 20 años de comercialización de alimentos transgénicos, los únicos que se han enriquecido verdaderamente han sido las empresas, los agricultores han tenido y tienen problemas con estos cultivos, están sometidos a los dictámenes de estas empresas. Las únicas propiedades que tienen sus alimentos son resistir la acción de un herbicida y generar un insecticida para acabar con una plaga, claro, que estas cualidades ya están desapareciendo.
Para los que se sienten indignados por el reconocimiento del Premio Mundial de Alimentación 2013 otorgado a Monsanto, sus semillas transgénicas no cumplen el cometido y finalidad del premio, por un lado esta tecnología está fallando, los insectos son más resistentes, pero también las malas hierbas han desarrollado resistencia, ahora presentes en la mitad de los cultivos estadounidenses sin que haga efecto su conocido herbicida Roundup cuyo principal componente activo es el glifosato, de ello hablábamos en el post Monsanto es un gigante con pies de barro. También se cuestiona lo sostenibles que pueden llegar a ser los alimentos que desarrollan empresas como Monsanto o Syngenta.
Quienes se sienten indignados por el premio que han recibido estas empresas, manifiestan que especialmente los más afectados por sus productos son los países más desfavorecidos, al hambre y la escasez hay que sumar la dependencia que tienen los agricultores de las semillas, productos fitosanitarios y otras herramientas que se utilizan en los cultivos transgénicos. Ponen como ejemplo el caso dramático de la India, muchos agricultores estaban endeudados con las compañías biotecnológicas y al no poder hacer frente a los pagos se suicidaban, de ello hablábamos en el post Consecuencias del cultivo de transgénicos en los países en vías de desarrollo.
Se considera que el Premio Mundial de Alimentación comunica una falsa conexión entre los organismos modificados genéticamente y las soluciones contra la degradación de la agricultura y el hambre, pero también desvía la atención de las verdaderas soluciones sostenibles, como los enfoques agroecológicos. Hablando de sostenibilidad y según leemos en Grist, los transgénicos no reducen la dependencia que tiene el sector agrícola en los combustibles fósiles o el agua, en cambio sí contribuyen a que los recursos naturales sean más escasos y costosos.
Varios estudios muestran que los alimentos transgénicos no son tan productivos, recordemos las palabras de Pere Arús, investigador agroalimentario del IRTA, nos explicaba que el maíz transgénico es hasta un 15% más productivo, especialmente en aquellas zonas donde existe taladro. Sin embargo, reconoce que en aquellos campos de cultivo donde no hay plaga de taladro, los alimentos transgénicos no son más productivos.
En el artículo de Grist nos hablan también de los estudios que se han desarrollado sobre la productividad y la capacidad de recuperación que ofrecen los sistemas agroecológicos, especialmente en condiciones meteorológicas extremas. Los métodos de producción ecológica superan en rendimiento a la producción intensiva de transgénicos en época de sequía, según este estudio, son hasta un 31% más productivos. Otros beneficios a destacar, los cultivos ecológicos pueden utilizar hasta un 45% menos de energía y producen hasta el 40% menos de gases de efecto invernadero, recordemos que incluso la ONU ha aconsejado la ecoagricultura como una opción más acertada, saludable, respetuosa con el medio ambiente y además muy rentable, al menos así lo declaraba Olivier De Schutter, Relator Especial sobre el derecho a la alimentación de esta organización.
20 años de transgénicos y el hambre en el mundo se mantiene e incrementa, igual que la pobreza y la desigualdad, la biotecnología no tiene en cuenta estos problemas a pesar de que en principio se ofrecían los alimentos transgénicos como una solución a todos estos males. Una tecnología como la ingeniería genética de los alimentos ha sido desarrollada y está siendo controlada por unas pocas empresas que logran concentrar más poder sobre el sistema alimentario. En el caso de Estados Unidos, hasta un 90% de la soja que se cultiva en el país es transgénica, si hablamos de maíz o algodón, el 80% de los cultivos se producen a partir de las semillas de Monsanto, lo que muestra su dominio del mercado.
Se dice mucho más, quienes se sienten indignados por el premio, indican que este año el reconocimiento no armoniza con la opinión de la comunidad internacional, es una ofensa al creciente consenso internacional sobre las prácticas agrícolas ecológicas seguras que han sido testadas eficazmente para promover la alimentación y la sostenibilidad, muchos gobiernos están en contra de los alimentos modificados genéticamente y en países cuna como Estados Unidos, la convicción contra los transgénicos crece día a día. Para finalizar, hay que decir que 81 Consejeros del World Future Council (Consejo Mundial del Futuro) manifiestan que el galardón del Premio Mundial de Alimentación 2013 concedido a Monsanto, traiciona los principios y parámetros bajo los que se concede.
Foto | Nupur Das Gupta