Hoy conocemos un curioso estudio realizado por expertos de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), en el que se concluye que existe una relación entre la intolerancia al gluten, los pesticidas y las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS) que se encuentran en sartenes, pinturas, muebles, insecticidas domésticos, etc.
Según los investigadores, los resultados podrían explicar por qué algunas personas que son susceptibles a desarrollar la intolerancia al gluten o celiaquía, terminan desarrollando la enfermedad y otras no. En este trabajo, los expertos analizaron los niveles de las sustancias químicas indicadas presentes en la sangre de un grupo de 90 menores y jóvenes con edades de entre 3 y 21 años, de los que 30 habían sido diagnosticados con la enfermedad celíaca. Los resultados mostraron que aquellos menores con altos niveles de pesticida (Diclorodifenildicloroetileno) y PFAS presentes en la sangre, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la intolerancia.
Investigaciones anteriores habían sugerido que el origen de la enfermedad celíaca, en parte, era causada por factores genéticos hereditarios, pero los expertos que llevaron a cabo la nueva investigación, querían determinar si podría existir un vínculo entre la exposición ambiental a sustancias tóxicas como las mencionadas, y el riesgo de desarrollar un trastorno del sistema inmunológico en particular, en el que se vieran afectados los niveles hormonales, como en el caso de la enfermedad celíaca.
Según los expertos, se trata del primer estudio que establece una relación entre la exposición ambiental a los productos químicos mencionados, con el riesgo de sufrir la enfermedad celíaca. De todos modos, otros investigadores consideran que los resultados se deben tratar con precaución, ya que en esta investigación existe una serie de limitaciones que restringen la posibilidad de sacar conclusiones de mayor peso. Por ejemplo, en este trabajo sólo se ha examinado a los menores que habían sido diagnosticados como celíacos, destacando que es probable que en este grupo existan diferencias importantes en lo referente a la atención sanitaria y la situación socioeconómica, cuestiones que podrían estar asociadas al nivel de exposición de estos contaminantes.
Otros expertos creen que existen muchas probabilidades de que los factores ambientales incrementen el riesgo de desarrollar la intolerancia al gluten, pero reconocen que es necesario llevar a cabo nuevas investigaciones y con una mayor muestra de participantes. Sobre las razones de por qué la investigación se ha llevado a cabo con menores y no con una muestra poblacional general, los investigadores comentan que los menores son especialmente vulnerables a este tipo de sustancias químicas que pueden alterar el funcionamiento del sistema inmunológico.
La investigación también ha encontrado diferencias de género para la intolerancia al gluten en relación a la exposición a las sustancias químicas. En el caso del género femenino, una exposición mas elevada a los pesticidas se traducía en un aumento de hasta ocho veces de la probabilidad de sufrir la intolerancia al gluten. En el caso de mujeres jóvenes con una presencia en sangre más elevada de sustancias perfluoroalquiladas, la probabilidad de sufrir celiaquía se incrementaba hasta en nueve veces. El género masculino tenía el doble de probabilidades de sufrir la intolerancia si tenían una elevada tasa en sangre de polibromodifenil éteres, sustancias químicas medioambientalmente persistentes que se pueden encontrar en elementos plásticos. En todo caso, ya hemos comentado que los expertos consideran que son necesarios más estudios que puedan demostrar que las sustancias tóxicas mencionadas podrían ser causa directa del desarrollo de la intolerancia al gluten.
Como precedente, se comenta que se sabe que todas aquellas sustancias que alteran los niveles hormonales en animales y seres humanos, son claves en el desarrollo del sistema sexual y del sistema inmunológico, lo que podría dar consistencia a la relación mencionada en la investigación. En fin, esperaremos a que se lleven a cabo esas nuevas investigaciones que permitan arrojar un poco más de luz sobre el tema, podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica Environmental Research.
Foto 1 | Chafer Machinery
Foto 2 | Marco Verch