Polonia ha prohibido los cultivos transgénicos convirtiéndose en el octavo país comunitario que toma esta decisión, recordemos que hasta el momento se habían acogido al principio de precaución, o cláusula de salvaguardia, Francia, Alemania, Austria, Luxemburgo, Bulgaria, Grecia y Hungría. Esta medida se adopta ante la sospecha de que este tipo de cultivos pueden tener un grave impacto en el medio ambiente, así como la posibilidad de que afecte de forma directa o indirecta al organismo humano. La cláusula de salvaguardia es una medida que permite a cada país comunitario, de forma independiente, rechazar el cultivo de alimentos modificados genéticamente en su suelo.
Por tanto, a partir del próximo 28 de enero no se podrá cultivar en suelo polaco ni el maíz transgénico MON 810, ni la patata transgénica Amflora de BASF que en principio se desarrolló con fines industriales, de hecho, estos son los dos únicos cultivos aprobados en la Unión Europea, aunque existe una lista de productos que esperan su aprobación. Sobre la prohibición, hay que decir que ésta puede entrar en vigor siempre que se pueda demostrar que este tipo de cultivos son perjudiciales, en este caso el Ministerio de Agricultura polaco ha expresado su preocupación por la polinización cruzada con cultivos tradicionales y la posibilidad de que aparezca polen de maíz MON 810 en la miel, dos argumentos que le permiten aplicar el principio de precaución.
Para Greenpeace Polonia ha sido un primer paso, la organización se siente satisfecha porque el Gobierno de Polonia ha cumplido su palabra de prohibición en lo que respecta a transgénicos, queda mucho por hacer, Greenpeace va a trabajar para que la Comisión Europea no levante estas prohibiciones tal y como lo ha intentado en anteriores ocasiones. En el comunicado de esta organización podemos leer que se ha trabajado durante 8 años con agricultores e investigadores para intentar persuadir al Gobierno del país, trabajo que ha culminado con éxito gracias a la prohibición, a los argumentos citados hay que añadir la imposibilidad de la coexistencia entre alimentos transgénicos y alimentos tradicionales ante el riesgo de contaminación.
Posiblemente a Owen Paterson, Ministro de Medio Ambiente, Alimentación y Desarrollo Rural del Reino Unido, no le habrá gustado esta noticia, y menos sabiendo que encabeza una campaña a nivel nacional y europeo para que la biotecnología sea aceptada como un motor impulsor de la economía, la seguridad alimentaria y el progreso, de sus declaraciones nos hacíamos eco en el post La industria alimentaria tiene que promover los alimentos transgénicos. Hablando de la Oxford Farming Conference en la que participó el Ministro del Reino Unido, es interesante añadir que quienes están a favor de los alimentos modificados genéticamente, opinan que algunos famosos chefs y otros destacados líderes de opinión envenenan el debate existente en torno a los transgénicos, aseguran que impera la desinformación, un escollo que bloquea el desarrollo y puesta en marcha de la biotecnología en el Reino Unido y en el Resto de Europa.
Incluso el Príncipe Carlos de Inglaterra, a raíz de las sesiones de conferencias realizadas en el marco del Oxford Farming Conference, cuestiona la seguridad ambiental y humana de la modificación genética de los alimentos, mostrando así su postura. Ya no se trata sólo de activistas, chefs o personalidades de relevancia, hay que sumar gobiernos, científicos e investigadores que están en contra de cultivar alimentos modificados genéticamente. Poco a poco se suman más personas al ‘no a los transgénicos’, o al derecho a saber que tienen los consumidores sobre lo que comen y que se les ha negado, se puede citar como ejemplo la Iniciativa 522 de Estados Unidos.
Polonia dice no a los transgénicos y por ahora es el último país que ha adoptado esta postura, pero hay otros países que también podrían secundar el ejemplo y que parecen estar indecisos, o quizá las cuestiones económicas y políticas lo impiden. En todo caso es un hecho que la oposición a este tipo de alimentos crece, y decir que se trata de un grupo reducido de personas que desconocen el tema es una falacia.
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