La Unión Europea es conocida por sus estrictas regulaciones en materia de salud y medioambiente, medidas diseñadas para proteger a los consumidores de sustancias químicas peligrosas. Sin embargo, existe una práctica que está generando controversia, la producción y exportación de pesticidas prohibidos dentro de la UE, hacia países cuyas normativas son precarias y laxas. Este fenómeno conocido como «plaguicidas boomerang«, no solo afecta a las naciones en desarrollo, también representa un peligro para los consumidores europeos ya que supone un riesgo invisible en los alimentos debido a que estos productos químicos vuelven a Europa como residuos presentes los alimentos importados.
Ya hace unos tres años os hablábamos de los plaguicidas boomerang, productos fitosanitarios diseñados para proteger cultivos pero que son peligrosos para la salud y el medio ambiente, por ello su uso está prohibido dentro de la UE, pero no en terceros países. Aunque estas sustancias no pueden utilizarse en los cultivos europeos, sí se fabrican en suelo comunitario y se exportan a esos países con regulaciones son más permisivas. Denominarlos «boomerang» es un modo de mostrar el ciclo perverso de estos pesticidas, salen de Europa, se utilizan en otros países y regresan en forma de residuos presentes en frutas, verduras y otros alimentos que se comercializan en los supermercados europeos.
En los países donde se utilizan estos pesticidas, las comunidades agrícolas se enfrentan a graves riesgos para la salud debido al contacto directo que tienen con estas sustancias tóxicas. Diferentes estudios han demostrado que estos productos químicos están vinculados a enfermedades como el cáncer, problemas en el aparato reproductor y trastornos hormonales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de intoxicación por pesticidas son significativamente más elevados en países en vías de desarrollo, donde los trabajadores del campo suelen carecer de la protección adecuada, así como de los recursos necesarios para manipular estos productos de forma segura.
En Europa los consumidores no están exentos de los peligros de estos productos químicos, los residuos de pesticidas presentes en los alimentos importados causan una exposición a sustancias tóxicas, un riesgo que se agrava por el hecho de que la regulación europea permite ciertos niveles de estos residuos en los alimentos, algo que contradice la lógica de la prohibición inicial de usarlos en suelo comunitario. De poco sirve que el Parlamento Europeo manifieste su intención de reducir el uso y riesgo de todos los pesticidas químicos en un 50%, y en un 65% los productos fitosanitarios catalogados como más peligrosos para 2030, porque llegarán igualmente a nuestros alimentos a través de las importaciones.
Hay que destacar que el uso de pesticidas boomerang en los países en vías de desarrollo también tiene consecuencias ambientales catastróficas, contaminan los suelos agrícolas, las fuentes de agua y los ecosistemas. Un ejemplo que se puede citar son los neonicotinoides, un grupo de pesticidas prohibidos en la UE por su impacto en las abejas, pero que siguen exportándose y contribuyendo a la disminución de la población de estos polinizadores esenciales. Recordemos que en su momento la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), confirmó el riesgo de los pesticidas neonicotinoides para las abejas.
La exportación de pesticidas prohibidos no hace más que evidenciar el doble rasero ético en las políticas comerciales de la UE. Mientras que se protege a los ciudadanos europeos de los riesgos de estas sustancias, se permite su uso en otros países con menos capacidad para implementar las necesarias regulaciones estrictas. El resultado de esto es que se perpetúa un sistema de explotación, en el que los países en vías desarrollo asumen costes ambientales y de salud a fin de satisfacer la demanda de alimentos de los mercados europeos.
La UE se enorgullece de sus avanzadas políticas en materia de sostenibilidad, como por ejemplo la Estrategia «Del campo a la Mesa» (Farm to Fork), una de las iniciativas enmarcadas en el Pacto Verde Europeo (The European Green Deal), en la que se persigue reducir el uso de pesticidas y hacer que los sistemas alimentarios sean más sostenibles. Pero la práctica de los plaguicidas boomerang contradice estos objetivos, y es que aunque en el año 2020 la CE prometió prohibir la exportación de pesticidas prohibidos, a día de hoy no se han implementado medidas concretas.
Esta falta de acción puede atribuirse en parte a las presiones de los lobbies de las grandes corporaciones químicas como BASF y Bayer, que han influido e influyen en las decisiones políticas a fin de proteger sus intereses económicos. Por otro lado, acuerdos comerciales como el tratado entre la Unión Europea y Mercosur, favorecen la exportación de estos pesticidas peligrosos y perpetúan estas prácticas contradictorias con el discurso de la UE.
Plaguicidas boomerang en los alimentos que se comercializan en la UE
Según algunos informes recientes se puede apreciar el alcance que tiene este problema, por ejemplo, en el último informe de la EFSA sobre el contenido de residuos de plaguicidas en los alimentos de la Unión Europea, se revelaba que productos importados como los tomates y las fresas contenían residuos de múltiples pesticidas prohibidos en la UE. Otro ejemplo es el análisis realizado en supermercados holandeses en el año 2023, donde se encontró que un 8% de los productos contenían residuos de plaguicidas boomerang, siendo las bananas, las pasas y el arroz los productos más afectados.
En este artículo de Foodwatch Holanda explican que hasta el 78% de las muestras de bananas analizadas tenían residuos de pesticidas prohibidos, un 65% en el caso de las pasas, y un 30% en el caso del arroz. Se trata de datos que exponen la ineficacia de las políticas comunitarias actuales, para proteger a los consumidores europeos de los riesgos asociados con los pesticidas boomerang.
Para abordar este problema es necesario implementar medidas urgentes y efectivas, la primera es una reivindicación realizada desde hace años, vetar la producción y exportación de pesticidas que están prohibidos en la UE, con ello se elimina ese doble rasero o doble moral, priorizando la salud global sobre los beneficios económicos. La segunda medida es revisar los límites de los residuos de productos fitosanitarios en alimentos importados, siendo necesario establecer nuevos niveles máximos de residuos, y en el caso de los pesticidas prohibidos debería ser cero, así se garantizaría que estos químicos no se introducen en la cadena alimentaria europea.
Otra medida propuesta por diversas organizaciones como Greenpeace y Foodwatch, es fortalecer la vigilancia y la cooperación internacional, algo que resulta esencial para mejorar los sistemas de evaluación, así como reforzar la colaboración entre la Unión Europea y los países exportadores para garantizar que las prácticas agrícolas sean seguras. Finalmente, tambien se propone promover alternativas sostenibles, y para ello es necesario Invertir en investigación y desarrollo de soluciones agrícolas ecológicas, a fin de reducir la dependencia de pesticidas tóxicos.
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