Hace tres años os hablábamos de los pesticidas o plaguicidas boomerang, productos fitosanitarios exportados a terceros países porque se trata de sustancias nocivas prohibidas en la UE, pero no está prohibida su fabricación. Estos plaguicidas se suelen utilizar en la producción de diferentes alimentos como frutas y verduras que, posteriormente, serán importados por la Unión Europea.
Esta es la razón por la que a estos productos fitosanitarios se les denomina “plaguicidas boomerang”. Cuando se presentó la Estrategia del Campo a la Mesa (Farm to Fork Strategy), cuya finalidad es mejorar el sistema alimentario de la UE para que sea más respetuoso y sostenible, uno de sus puntos hacía referencia a una reducción drástica del uso y el comercio de plaguicidas tóxicos. La Comisión Europea en su momento prometió poner fin a la exportación de plaguicidas peligrosos prohibidos a esos terceros países, pero no cumplió la promesa.
Desde hace años la organización de consumidores Foodwatch trabaja para intentar acabar con los pesticidas boomerang sin resultados, la organización critica la permisividad de la legislación comunitaria actual, apuntando que no se tienen en cuenta los efectos acumulativos de los residuos de múltiples pesticidas que están presentes en los productos alimentarios. Recordemos que en el informe de la EFSA sobre el contenido de residuos de plaguicidas en los alimentos de la Unión Europea en el año 2022, se detectó que los tomates tenían el mayor número de residuos de diferentes pesticidas, cuantificándose 16 diferentes, en otros productos como las fresas se detectaron hasta 15 pesticidas diferentes.
La organización argumenta que los Límites Máximos de Residuos (LMR), es decir, el nivel máximo de residuos de pesticidas que están permitidos en alimentos y piensos, y que se establecieron para proteger la salud de los consumidores, pueden no ser adecuados para garantizar dicha protección. El caso es que recientemente se transmitió en NPO 2, uno de los canales de televisión pública de los Países Bajos, el reportaje periodístico “De Gifboemerang” (El boomerang venenoso), un trabajo de Argos, programa periodístico de investigación que es conocido por su enfoque en reportajes en profundidad y por su compromiso con el periodismo de investigación, abordando habitualmente temas complejos y a menudo controvertidos que afectan tanto a la sociedad de los Países Bajos como a nivel internacional.
En este reportaje se explicó cómo el comercio de pesticidas prohibidos procedentes de Europa ha sido una práctica opaca y habitual durante años, apuntando que es muy difícil determinar exactamente cuántas toneladas de estos productos ilegales se envían a terceros países desde las fábricas europeas de productos fitosanitarios. Argos se propuso invertir el enfoque y solicitó los datos comerciales de Brasil, con ello pudo demostrar que el papel de los Países Bajos en el comercio de pesticidas prohibidos es mucho mayor de lo que se creía hasta la fecha, y por supuesto, el resultado se puede hacer extensivo a toda la Unión Europea.
Foodwatch explica que desde hace años denuncia que la exportación de sustancias prohibidas es una práctica escandalosa. Se trata de sustancias muy peligrosas para la salud y el medio ambiente, que Europa determinó que no podían utilizarse en sus campos ni en sus alimentos, pero dado que la fabricación y la exportación no se ha prohibido, son importadas por terceros países donde las regulaciones son menos estrictas. Es por ello que se lucha desde hace tiempo para lograr una prohibición en Europa, de la fabricación y exportación de estas sustancias peligrosas.
A través de las importaciones alimentarias de terceros países, los consumidores europeos podemos entrar en contacto con estas sustancias nocivas prohibidas. Como ejemplo se cita que en el año 2021, los Países Bajos ocuparon el quinto lugar entre los países de la Unión Europea que exportaron pesticidas prohibidos, concretamente insecticidas neonicotinoides, un grupo de pesticidas particularmente perjudiciales que afectan el sistema nervioso central de los insectos, llevándolos a la parálisis y la muerte. Algunos ejemplos de este grupo de pesticidas incluyen: imidacloprid, tiametoxam, clotianidina, tiacloprid, dinotefurano y nitenpiram.
Foodwatch comenta que en 2022 se encontraron residuos de neonicotinoides en cereales, hierbas y hortalizas, citando como ejemplo, el café de Brasil y la okra de la India, donde los análisis mostraron niveles muy elevados de residuos de estos pesticidas. Según los últimos datos disponibles, el año pasado se detectaron residuos de propargita en naranjas de Egipto, fresas de Ucrania y varios productos de la India, como chiles, judías largas y okra. Hay que decir que la propargita es un acaricida prohibido en la UE, que se utiliza en terceros países para el control de los ácaros en los cultivos, y destaca por sus posibles efectos cancerígenos.
También se encontraron residuos de ciproconazol en frijoles de Bolivia, chiles de Kenia y comino de la India, entre otros. Esta sustancia es un fungicida prohibido en la UE por sus efectos adversos para la salud humana y se utiliza en terceros países para controlar la proliferación de hongos en los cultivos.
La organización de consumidores seguirá con su trabajo de denuncia, por ello está recabando información de los residuos tóxicos presentes en los alimentos del año 2023 para elaborar un informe y darlo a conocer. A través de este enlace podréis acceder al artículo y al vídeo para conocer más detalles del trabajo de investigación periodística de Argos sobre los pesticidas o plaguicidas de ida y vuelta.
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