Las pipas (Helianthus annuus) son uno de los frutos secos que posiblemente más hayamos consumido, como snack desde la infancia (por fortuna un snack englobado en el grupo de las ‘chuches’ pero saludable), y del mismo modo en la edad adulta, además de convertirlas en un ingrediente más de nuestras recetas. Nunca olvidaremos un placer de la infancia, el de tener en nuestras manos una enorme flor de girasol para ir extrayendo sus semillas, era como quedarte encerrado en una tienda de golosinas.
Las pipas o semillas de girasol son el único producto nativo de Norteamérica que ha logrado convertirse en uno de los cultivos mundiales más importantes, aunque su mayor producción se encuentra en Rusia, país pionero en la comercialización de la planta. También superan a Estados Unidos los cultivos de Ucrania, Argentina, China e India.
En sus orígenes, que según algunos descubrimientos arqueológicos podría encontrarse en el año 3.000 a.C., las semillas de girasol eran utilizadas molidas y mezcladas con otras semillas (calabaza, maíz o habas) para hacer una especie de panes o tortas. También se cree que se extraía su aceite para otros usos, como su aplicación en la piel o el cabello.
El aceite de girasol es actualmente uno de los productos, fruto de las semillas de esta flor, de mayor producción y consumo. Ya en el siglo XIX, Rusia practicaba dos cultivos de girasoles, uno para la elaboración de aceite vegetal y otro para el consumo directo. Existen distintas variedades de semillas de girasol, pero la variedad más popular para consumo como fruto seco, es la que tiene la cáscara con rayas negras y blancas, como la que podéis ver en la foto.
Las pipas de girasol se comercializan ligeramente tostadas, con sal o sin sal, y también podemos escoger entre las pipas con cáscara o peladas, según el uso que se les quiera dar. Si es para ‘picar’ algo sano entre horas, la elección suele ser la de las pipas con cáscara, para la mayoría de personas comer las pipas peladas pierde su gracia. Pero para uso culinario las pipas peladas son ideales, pues nos quitan mucho trabajo, en la mayoría de hogares no se incluirían en algunos platos por no tener que pelarlas, prescindiendo así de sus saludables propiedades nutritivas.
Como todos los frutos secos, las pipas son ricas en grasas poliinsaturadas, en minerales como el fósforo, el magnesio, el zinc, el selenio, el hierro o el potasio entre otros, en vitamina E y vitaminas del grupo B (como el ácido fólico) y son fuente de proteínas, de carbohidratos y de fibra. Las pipas o semillas de girasol proporcionan en torno a unas 600 kcal. por cada 100 gramos, son ideales para consumir en época de crecimiento y en momentos de gran actividad física.
En la cocina son muy utilizadas sobre todo en panes y sus derivados, además son un ingrediente que aporta sabor y textura a muchos platos, principalmente se incorporan en las ensaladas, pero seguro que tenéis algunas propuestas que hacernos sobre vuestras recetas con pipas de girasol.
Foto | Kaldari