Paraguayo

El paraguayo (Prunus persica var. platycarp) o paraguaya es una variedad de melocotón surgida de una mutación, es decir, de una alteración natural de la información genética que provocó de forma espontánea cambios en las características de lo que debería haber sido un melocotón. Conserva la piel aterciopelada y la textura de algunas variedades de melocotón, pero con una descarada forma aplastada, siendo también un fruto de menor tamaño.

Igual que el melocotón, se dice que el paraguayo procede de Asia, como vemos, la especie se denomina Prunus pérsica, y esto se debe a que llegó al Mediterráneo desde China a través de Persia. Su cultivo en China se produce desde hace siglos, y parece ser que se introdujo en Estados Unidos en 1800, pero fue alrededor de 1990 cuando empezó a apreciarse mucho más y a realizarse grandes cultivos en otros países.

Jugosos, frescos y dulces como los melocotones son los paraguayos, aunque varía el grado dependiendo de la variedad. Podemos encontrar paraguayos con una pulpa más blanca o anaranjada, con el hueso más pegado a la carne o menos, con la piel más verdosa o rojiza, y es que esta fruta, aunque no es tan popular como los melocotones o las nectarinas, tiene igualmente un amplio catálogo de variedades.

El paraguayo también está de temporada en verano, ofrece similares valores nutricionales al melocotón, es rico en agua, proporciona fibra, vitamina A y vitamina C, además de minerales, destacando el potasio, seguido del fósforo y el yodo. Es una de las frutas con carbohidratos reducidos y su aporte energético ronda las 50 kcal. por cada 100 gramos.

Tanto a la hora de adquirir, como de conservar o consumir los paraguayos, debemos tomar el mismo ejemplo que de los melocotones, comprar piezas limpias, sin manchas ni partes blandas, conservar en el frigorífico un máximo de tres días si está en plena maduración y tomarla como cualquier fruta de hueso e incluirla en postres como los melocotones, tartas, helados, mermeladas… dan excelentes resultados.

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