En nuestro país, y en la Unión Europea en general, la legislación sobre las grasas trans no es tan restrictiva como en Dinamarca, Austria, Hungría o Estados Unidos (recordemos que la FDA decidió recientemente prohibirlas), la UE lleva bastante tiempo hablando sobre la necesidad de establecer un mayor control sobre las grasas trans, de hecho, ya hace más de seis meses que la Comisión Europea debía haber presentado un informe sobre las grasas trans basado en la experiencia de los Estados miembros y en las investigaciones científicas realizadas.
Mientras, otros países miembros de la UE toman la iniciativa y prohíben las grasas trans, es el caso de Letonia, que ha prohibido el uso de este tipo de grasas en los alimentos de producción nacional e importada. Esta es otra de las razones por las que los activistas han decidido volver a presionar y preguntar ¿para cuándo una prohibición de grasas trans en la UE? Algunos eurodiputados pierden los nervios y no es para menos, no se sabe nada del informe que debía presentar la Comisión Europea sobre el uso y el etiquetado de los ácidos grasos trans en los alimentos y su efecto en la dieta y salud de los europeos.
La UE está bajo la presión de seguir el ejemplo de Estados Unidos o los países antes citados, recordemos que el pasado mes de julio la Sociedad de Cardiología Europea (ESC) lanzó un comunicado intentando presionar para que se hiciera efectiva cuanto antes una prohibición de las grasas trans en Europa. Es cierto que durante los últimos años se han llevado a cabo reducciones voluntarias por parte de la industria alimentaria sobre el contenido en aceites parcialmente hidrogenados en los alimentos, pero siguen estando presentes en varios productos muy consumidos, como por ejemplo snacks, alimentos preparados y bollería industrial.
El Gobierno de Letonia ha dado un periodo de transición de dos años para que los fabricantes de alimentos se adapten a las exigencias de la nueva legislación que entrará en vigor el 1 de enero del año 2018. Una vez que finalice el proceso de transición, se llevarán a cabo controles para comprobar el nivel de ácidos grasos trans presentes en los alimentos, es de suponer que las empresas que incumplan la normativa sufrirán fuertes sanciones.
Parece ser que desde el año 2012 se había hablado en el país de esta prohibición, pero se ha estado retrasando la nueva legislación a causa de las negociaciones entre el Gobierno y la industria sobre el periodo de transición que se debía establecer. Lo han conseguido retrasar pero no frenar. Esta situación se puede trasladar al contexto europeo, a una parte de la industria no le interesa la prohibición por los atractivos que ofrece el proceso de hidrogenación, pero por mucho que se intente retrasar, antes o después terminará aplicándose una legislación contra las grasas trans en la Unión Europea.
Merece la pena recordar que con la hidrogenación, los aceites se transforman en grasas sólidas utilizando un catalizador y la adición de hidrógeno a altas presiones y temperaturas, de este modo se saturan los enlaces insaturados del aceite aumentando su punto de fusión, la solidificación de estos aceites proporcionan mayor estabilidad oxidativa al eliminar los ácidos linoléico y linolénico, responsables del deterioro de un alimento por oxidación, por lo que se otorga mayor textura y “frescura”, lo que facilita su uso en la industria alimentaria y especialmente en el sector que se dedica a los productos comerciales de pastelería, comidas preparadas, alimentos procesados, etc.
Decíamos que muchas empresas alimentarias han reducido voluntariamente el uso de grasas trans, pero han sido sobre todo empresas occidentales, en cambio, las empresas de Europa del Este no han realizado reducciones. Según leemos aquí sobre un estudio realizado en el año 2012, algunos habitantes de los países del Este podrían estar consumiendo hasta 30 gramos de este tipo de grasas, es una cifra muy elevada teniendo en cuenta que consumir 5 gramos al día está asociado al incremento de un 23% del riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca.
¿A qué espera la Comisión Europea para presentar su informe?, debía presentarlo el pasado mes de diciembre, ya han pasado más de ocho meses, ¿valora más los intereses económicos de las empresas alimentarias que la salud de los ciudadanos europeos?
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