El pasado 28 de febrero el Ministerio de Hacienda lanzó una consulta pública sobre la fiscalidad de los envases de plástico de un solo uso, es decir, gravar este tipo de envases con el objetivo de abordar el problema climático que genera el plástico, recordemos que cada año se generan millones de toneladas de residuos plásticos y buena parte acaba en los océanos y mares de todo el mundo.
La solución no es un impuesto por los alimentos envasados con plástico de un solo uso, sino, obligar a que se dejen de utilizar estos envoltorios y envases desechables, que se regule por ley su uso en supermercados y otros comercios como se hizo con las bolsas (aunque todavía queda un camino por recorrer en este ámbito), y, además, poner en marcha campañas de concienciación y educación para los consumidores, entre otras cosas. Pero es más cómodo, y también más beneficioso para las arcas del Estado, aplicar un impuesto con el que supuestamente se reduciría el número de unidades de este tipo de envases en el mercado y, por tanto, los costes de gestión de residuos.
Probablemente se reduciría el uso, pero dependerá del tipo de gravamen, ya sabemos que si no es significativo, se seguirán adquiriendo alimentos envasados en plásticos de un solo uso, y se garantiza una nueva entrada de dinero a las arcas del Estado. El Ministerio de Hacienda ha sometido la propuesta a una consulta pública, y aclara que esta medida deberá servir también para que se creen nuevos modelos de negocio, alentando la producción y el consumo más sostenible, priorizando los productos reutilizables y las prácticas convenientes de fabricación y producción sin que se comprometan las propiedades de los alimentos o la seguridad alimentaria.
Quizá, se debería plantear el impuesto a la industria y que éste no pudiera ser trasladado al consumidor, ya que durante años, la industria alimentaria ha favorecido la comodidad en el consumo, limitando la posibilidad del reciclado mediante el uso de envases de plástico de un solo uso. A los consumidores nos ha parecido bien, por eso también tenemos parte de culpa, pero no hay que olvidar que cuando se empezó a hablar de la necesidad de adquirir productos con envases reciclables de los que la industria se hacía eco a través de la publicidad a bombo y platillo, no los reciclaban.
Ponemos como ejemplo el PET, un material altamente reciclable utilizado principalmente en las botellas de agua, sin embargo, hasta el 91% de los envases fabricados con este material, no son reciclados por la industria por razones estéticas, ya que el material reciclado resultante no ofrece el atractivo de las botellas fabricadas a partir de materias primas nuevas, de ello hablábamos aquí. Este es sólo uno de tantos ejemplos que muestran por qué la responsabilidad recae mayoritariamente en la industria alimentaria y en este caso, en la industria del agua embotellada.
El problema de los envases y envoltorios plásticos de un solo uso se resuelve con la implicación de todos, los supermercados no deben permitir la comercialización de alimentos en este tipo de envases, el Gobierno debe legislar y prohibirlos gradualmente para que sean sustituidos por otro tipo de envase, en caso necesario, o por la venta a granel de toda la vida, además de la promoción de los supermercados cero residuos y, por supuesto, los consumidores no debemos adquirirlos, pero como ya hemos comentado, un gravamen resulta más práctico y beneficioso.
El impuesto, supuestamente contribuiría a la adecuación de la medioambiental en España a la media del resto de los Estados miembros, tal y como recomienda la Comisión Europea. Personalmente creemos que se siguen las recomendaciones que interesan, porque también se realizan otras recomendaciones desde la CE que se obvian y que afectan, por ejemplo, a las ayudas a las familias, a la educación y a otras cuestiones. En este caso se trata de un impuesto y dada la necesidad de aumentar los ingresos en las arcas del Estado, se abandera el seguimiento de la recomendación.
Para convencer de la iniciativa, en el texto de la consulta se hace toda una exposición sobre los problemas que generan los plásticos de un solo uso, que en España los ingresos por impuestos medioambientales son de los más bajos de la UE, que el mencionado gravamen y otros impuestos medioambientales pueden tener un papel importante en el crecimiento económico, que desincentivan las actividades que generarían costes adicionales en el futuro, como gastos sanitarios y otros derivados de las externalidades ambientales negativas, etc. Sobre las posibles alternativas regulatorias y no regulatorias, el documento explica que las medidas fiscales tienen mayores ventajas frente a otras como las medidas de carácter regulatorio o de incentivo para el desarrollo de determinadas actividades, pero no se habla de prohibición o de otras medidas que sí podrían ser efectivas.
¿Pagaríais un impuesto por los alimentos envasados con plástico de un solo uso? Antes de responder os recomendamos acceder a este artículo (Pdf), donde podréis conocer con detalle la consulta pública que realiza el Ministerio de Hacienda. Las organizaciones y asociaciones más representativas potencialmente afectadas por la futura norma, como cualquier ciudadano de nuestro país, pueden hacer llegar sus comentarios sobre las medidas propuestas, a través del email observaciones.proyectos@tributos.hacienda.gob.es, hasta el próximo día 15 de marzo.