Algo más de uno de cada tres países de medianos y bajos ingresos se enfrenta a la obesidad y la desnutrición, dos extremos que tienen una coexistencia sostenida por los alimentos de escasa calidad nutricional. Esta es la conclusión a la que se llega en un nuevo informe publicado en la revista The Lancet, donde se apunta la necesidad de desarrollar políticas que aborden ambos problemas paralelamente y de forma efectiva, y se realiza un nuevo llamamiento para transformar el sistema alimentario actual.
Según el informe, la prevalencia de esta doble carga de obesidad y desnutrición se observaba a finales de la década de los 90 con mayor frecuencia en el grupo de países más ricos, ahora, ambos problemas también están afectando a los países de bajos ingresos. Los expertos explican que nos encontramos ante una nueva realidad nutricional, donde no se puede asociar riqueza sólo con obesidad y pobreza sólo con desnutrición. Según el documento, todas las formas de malnutrición tienen un denominador común, un sistema alimentario que no proporciona a todas las personas alimentos saludables, seguros, asequibles y sostenibles.
En el estudio, los expertos compararon los resultados de encuestas de la prevalencia de obesidad y desnutrición entre los años 1990 y 2010, a fin de determinar qué países experimentaron esta doble carga de malnutrición. Se considera que el país experimenta una doble carga de malnutrición si la población experimenta un adelgazamiento patológico o síndrome de emaciación del 15%, si más del 30% sufre retraso en el crecimiento, si más del 20% de las mujeres son delgadas y más del 20% padecen sobrepeso.
Los resultados muestran que en más de un tercio de los países, y especialmente los que se encuentran en África subsahariana, Asia meridional, Asia oriental y el Pacífico, existe la prevalencia de esta doble carga de malnutrición o formas de desnutrición superpuestas. Para los expertos resulta sorprendente que este problema llegue a los países de bajos ingresos cuando, en teoría, debería predominar la desnutrición. Los expertos comentan que los países de las áreas indicadas eran sobre todo el centro de atención de los esfuerzos que se realizaban para reducir la desnutrición, pero ahora, buena parte de sus poblaciones también sufren sobrepeso y obesidad.
Los investigadores comentan que aproximadamente una de cada tres familias tiene un hijo con retraso en el crecimiento y una madre con sobrepeso u obesidad, se trata de una paradoja que convivan obesidad y desnutrición, que están alimentadas por la mala calidad nutricional de los productos alimenticios. En el documento se asocia el aumento del sobrepeso y la obesidad a los cambios en el sistema alimentario mundial, donde los alimentos menos nutritivos son los más económicos y accesibles. A esto hay que sumar otros factores que también contribuyen, como es la reducción de la actividad física asociada a los cambios tecnológicos producidos en el hogar, el sistema de transporte y el entorno laboral.
Es imposible abordar la seguridad alimentaria de una forma efectiva debido a la mala calidad de los productos alimenticios. Lamentablemente, los alimentos más económicos son aquellos que tienen un mayor contenido en grasas, azúcares añadidos y sal, siendo habituales en muchas áreas geográficas donde conviven desnutrición y obesidad, y, además, se observa que las ventas de estos productos se están incrementando en diferentes países del mundo. El hecho de que este segmento de alimentos y bebidas de escaso valor nutricional experimente un elevado crecimiento, muestra la agresividad que tienen la industria alimentaria, cuyo único objetivo es obtener buenos resultados económicos, obviando los problemas de salud que pueden causar.
Según el informe de The Lancet, la venta de alimentos y bebidas de bajo valor nutricional está creciendo en países como Filipinas, Sudáfrica, Chile y Malasia, por otro lado, se augura que países como la India o China se convertirán en los principales mercados de las bebidas azucaradas. En el informe se apunta la necesidad de implementar políticas que mejoren la calidad de la dieta y aborden por igual la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad, remarcando que ningún país es inmune a esta nueva realidad nutricional y así se constata en la investigación.
No se pueden abordar ambos problemas, desnutrición y obesidad por separado, sobre todo sabiendo que existe un nicho común, además, según comentan los responsables del estudio, sin una política efectiva que aborde ambos problemas se arriesgan vidas, dinero y progreso. Las políticas publicas tienen una gran responsabilidad a la hora de abordar la oferta y la demanda de los alimentos y bebidas de escaso valor nutricional, cierto es que cada vez hay más países que adoptan determinadas herramientas económicas como, por ejemplo, los impuestos, a fin de limitar la venta de alimentos de mala calidad, también se utilizan medidas como el etiquetado frontal en alimentos y las bebidas que muestran el contenido en grasa, sal y azúcar, como la etiqueta NutriScore.
Pero la realidad es que estas medidas tienen un mayor efecto entre los productores y fabricantes, ya que les obligan a reformular sus productos, siendo necesario implementar políticas que favorezcan el consumo de alimentos saludables, se pueden citar, por ejemplo, las subvenciones, recordemos que desde hace algunos años se sabe que los descuentos implementados en los alimentos considerados saludables mejoran la dieta. Lo que es evidente, es que es necesario reformar y transformar el sistema alimentario actual, mejorando la oferta de los alimentos considerados saludables, y reduciendo la oferta de esos alimentos y bebidas de escaso valor nutricional. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista The Lancet.