La nuez de Brasil (Bertholletia excelsia) es un fruto seco que destaca por su tamaño, puede medir unos 4 centímetros de longitud. Conocida también como coquito brasileño, nuez amazónica, castaña de monte o castañas de Pará entre otros nombres, la nuez de Brasil es originaria de América del Sur, concretamente de Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela, Guyana y el sudeste de Colombia.
El árbol silvestre que produce estas semillas tiene el mismo nombre y es igualmente de gran tamaño, con un diámetro de hasta 2 metros y pudiendo alcanzar los 50 metros de altura. Las nueces de Brasil crecen en grupos 8, 12, 14 o incluso 24 unidades, por lo que el fruto puede llegar a pesar 2 kilos, ya que además, su cáscara es dura como la de los cocos.
Estos frutos caen al suelo cuando maduran, y se recolectan cuando hay una gran cantidad de ellos en el suelo. Comentar que no se pueden recolectar en días de vientos fuertes, pues los frutos que quedan en el árbol podrían caer provocando un accidente, de hecho, los recolectores tienen que trabajar con cascos y protectores. La nuez de Brasil es el fruto seco con mayor contenido en grasas saturadas, superando incluso a las nueces de macadamia. Su característica forma de media luna ofrece una textura crocante pero tierna, algo terrosa y un sabor fino y muy característico, puede recordar al coco. Seguro que tod@s habéis probado o consumís habitualmente las nueces de Brasil.
Se pueden tomar como cualquier otro fruto seco, crudas o tostadas, solas o como ingrediente de un plato dulce o salado, pero no conviene abusar de su consumo. Dos nueces de Brasil aportan las mismas calorías que un huevo, además es bueno saber que tienen un elevado contenido en selenio, la mayor proporción frente a cualquier otro alimento, y según la OMS, la ingesta máxima diaria de este mineral se encuentra en 14 gramos de nueces de Brasil.
El selenio es un antioxidante, éste le da un gran valor a este fruto, pero también es interesante saber que contiene un 67% de grasas, un 14% de proteínas, un 11% de carbohidratos, un 5% de agua, aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales. De esta semilla también se extrae su aceite y se utiliza para alimentación, aunque también se le dan otros usos.
Dado el nivel de grasas que poseen estas nueces, conviene conservarlas en un recipiente cerrado herméticamente y a ser posible en el frigorífico, pues se enrancian fácilmente. Es preferible comprarlas según se vayan consumiendo y escoger las que no se muestren secas. Además de ser un fruto ideal para consumir como tentempié, nos encanta rallarlo sobre una ensalada y elaborar bizcochos y helados con ellas. ¿Cómo las prefieres combinar tú?
Foto | Jean Marconi