Una excavación arqueológica realizada en la República de Georgia (Europa Oriental) por GRAPE, un proyecto internacional de investigación multidisciplinaria llevado a cabo por la Universidad de Toronto (Canadá) y el Museo Nacional de Georgia, en el que participan investigadores de Estados Unidos, Dinamarca, Francia, Italia e Israel, ha descubierto nuevos indicios de la producción de vino hace 8.000 años. Sobre Grape hay que decir que se creó con el fin de investigar el surgimiento de economías agrícolas en el Cáucaso meridional y la influencia del Cercano Oriente en el desarrollo de las culturas neolíticas locales.
En principio, se trata de la primera prueba de viticultura que se ha encontrado en el mundo y que data alrededor del año 6000 A.C., es decir, en el periodo Neolítico también denominado Edad de Piedra Nueva o Pulida situado entre el 7000 a. C. y el 4000 a. C. aproximadamente. Hasta la fecha, la evidencia química más antigua de la elaboración de vino estaba datada entre el 5400 y el 5000 antes de Cristo, evidencia que se encontró en un yacimiento arqueológico localizado en la cadena montañosa Zagros, en la zona de Irán.
El nuevo descubrimiento coloca la práctica de elaborar vino unos cientos de años atrás, en una región fronteriza entre Europa del Este y el oeste de Asia. Las excavaciones se realizaron en dos zonas neolíticas de cerámica temprana, en Gadachrili Gora y Shulaveris Gora, a unos 50 kilómetros de Tbilisi (capital de Georgia y la ciudad más grande del país). Hay que tener en cuenta que en este periodo se dio un invento vital e importante para el ser humano y que tuvo un rápido desarrollo, se trata de la alfarería.
Gracias a la alfarería los seres humanos pudieron construir recipientes para contener líquidos, lo que facilitó la vida al poder almacenar agua y no tener que permanecer de forma permanente en la cercanía de donde fluía, aunque los recipientes se utilizaron también para el almacenamiento de otros alimentos. Los arqueólogos recogieron fragmentos de cerámica de las dos excavaciones, fueron analizados por expertos de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) para determinar la naturaleza de los residuos presentes en los fragmentos. Hay que decir que este equipo de investigación es el mismo que determinó la primera evidencia de la elaboración de vino antes comentada.
En el análisis se utilizaron nuevos métodos de extracción química con los que se confirmó la presencia de ácido tartárico, compuesto orgánico polifuncional que se halla en la uva y que es uno de los componentes característicos y distintivos de esta fruta. También se confirmó la presencia de tres ácidos más, el succínico (que aparece en la fermentación del vino), el málico (elemento implicado en la fermentación alcohólica), y el cítrico, estos elementos se encontraron en ocho vasijas grandes.
Los expertos creen que se trata de la evidencia más antigua de la domesticación de una vid eurasiática de crecimiento salvaje utilizada en la elaboración de vino. La actual versión domesticada de esta vid se ramifica en más de 10.000 variedades que tienen presencia en todo el mundo, dado que Georgia es el hogar de más de 500 variedades de vino, se sugiere que la variedad de uvas fue domesticada y cruzada en la región durante mucho tiempo.
El período neolítico se caracteriza por el inicio de actividades humanas como el comienzo de la agricultura, la domesticación de animales, el desarrollo de la alfarería, el tejido y la fabricación de herramientas de piedra pulida. Gracias a la metodología empleada para la identificación de los residuos de vino y los resultados obtenidos, se han postulado nuevas teorías sobre los orígenes de la agricultura en el Cercano Oriente. Los expertos explican que el potencial hortícola del sur del Cáucaso estaba destinado a conducir a la domesticación de muchas especies nuevas y diferentes, además del desarrollo de nuevos productos como, por ejemplo, el vino.
Los expertos comentan que la combinación de los datos arqueológicos, botánicos, químicos y climáticos, así como los de radiocarbono (método de datación radiométrica que utiliza el isótopo carbono-14), demuestran que la vid eurasiática abundaba en los alrededores de las excavaciones, creciendo en condiciones ambientales apropiadas y simulares a las de regiones productoras actuales situadas en Italia y Francia. La domesticación de la uva condujo en la región al surgimiento de una cultura del vino, bebida a la que se otorgó una gran importancia teniendo presencia en diferentes aspectos de la vida, incluida la práctica médica.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Toronto y en este otro publicado en la revista científica Proceeding of the National Academy of Sciences (PNAS).