Como ya hemos comentado en otras ocasiones, desde que se producen los alimentos en el campo y hasta que llegan a la mesa del consumidor se desperdician toneladas de alimentos. Cada eslabón de la cadena alimentaria contribuye en mayor o menor medida al desperdicio, en la mayoría de casos antes de llegar al último eslabón (el consumidor final). Todo gira en torno a los mismos motivos, el incumplimiento de los estándares de mercado habituales en cuanto a color, forma, tamaño u otras características estéticas, defectos en el empaquetado o etiquetado, problemas en el transporte y sistemas defectuosos de conservación, alimentos que no se han comercializado y alcanzan la fecha de caducidad, etc.
Sobre el desperdicio que realizamos los consumidores, como último eslabón de la cadena alimentaria, hoy conocemos una infografía publicada por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en la que se proporcionan nueve consejos sencillos para reducir el desperdicio de alimentos. Cada consejo engloba una serie de acciones que resultan muy sencillas de ejecutar y que se traducen en la reducción del desperdicio alimentario, en el ahorro económico y energético, y en beneficios para la salud.
Es importante sentarse a la mesa y comer raciones pequeñas, si se tiene hambre siempre se puede preparar más comida, ya que llenar el plato en exceso se puede traducir en sobras para guardar en la nevera y consumir en la próxima comida, algo que a algunos consumidores parece no gustarles. Es necesario valorar las sobras, evitar tirarlas a la basura y plantear utilizarlas para preparar la próxima comida o simplemente conservarlas en la nevera o en el congelador para consumirlas posteriormente. Hay que tener en cuenta que tirar las sobras, que es comida en perfecto estado, es como tirar dinero o reducir el salario por el trabajo que se realiza.
Realizar compras inteligentes, comprar en exceso es un error porque se corre el riesgo de que los productos se estropeen o caduquen. A la hora de fijarnos en las ofertas de los supermercados hay que valorar si realmente merece la pena comprar un tres por dos, ya que si no es un producto de mucho consumo, es posible que el presunto ahorro se traduzca en pérdidas. Merece la pena realizar una lista de la compra y ceñirnos a ella. Otro consejo interesante es no ir a comprar con el estómago vacío, ya que es probable que sin darnos cuenta compremos más de lo que necesitemos.
Comprar frutas y verduras imperfectas, que estos productos no cumplan con los estándares de mercado habituales no afecta a sus cualidades organolépticas, a la calidad y tampoco a su tiempo de conservación. Quizá en los supermercados no sea habitual encontrar estos “alimentos imperfectos”, algo que esperamos que cambie en España como está cambiando en otros países, pero sí los encontraremos en los mercados de agricultores y pequeñas tiendas de frutas y verduras, y en mercados que trabajan con agricultores locales.
Revisar la nevera es importante para comprobar que los alimentos están correctamente almacenados y que la temperatura es óptima para la conservación, hay que evitar llenar demasiado la nevera, ya que además de que consume más energía, se incrementa la posibilidad de que algún producto no se consuma y termine caducándose. La organización de nevera y despensa es muy importante, cuando volvemos de la compra hay que procurar poner siempre delante los productos más antiguos y lo que acabamos de adquirir detrás, de este modo creamos un sistema de rotación que evita que algún producto pueda terminar caducando. Prestar especial atención a los alimentos que tienen una vida útil limitada y colocarlos siempre a la vista, así será difícil olvidar que los tenemos y que deben ser consumidos.
Diferenciar entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad, de esto hemos hablando en varias ocasiones y a pesar de toda la información disponible, todavía hay quien tira la comida por haber superado la fecha de consumo preferente. Recordemos que esta fecha hace alusión a la fecha óptima de consumo, es decir, si se supera esta fecha el alimento no ofrece todas sus cualidades organolépticas o nutricionales, pero en ningún caso quiere decir que el alimento ya no sea apto para el consumo.
Convertir los residuos orgánicos en compost es una opción en el caso de que irremediablemente se deba desperdiciar parte de la comida, con esta práctica se convierte en abono para el jardín o el huerto, aprovechando parte de los recursos y la energía utilizada para producir los alimentos. Este consejo es más difícil de aplicar dependiendo del país, ya que no siempre se cuenta en el domicilio con una caja de compostaje.
El último de los consejos de la FAO contra el desperdicio alimentario plasmado en esta infografía (Pdf), es compartir y ayudar, donar la comida sobrante que tenemos a quienes lo necesitan es una gratificante forma de reducir el desperdicio alimentario. La FAO explica que desperdiciar alimentos es perder dinero, tiempo, esfuerzo, recursos como la energía, la tierra y el agua que se necesitan en la producción alimentaria. A esto hay que añadir que si nos esforzamos en reducir el desperdicio alimentario, participamos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento del planeta.
Foto | Jeanne Menjoulet & Cie