Según el doctor Francisco García Olmedo, catedrático en Bioquímica y Biología Molecular de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid, nuestra alimentación no es natural, es fruto del proceso de “artificialización” iniciado en el Neolítico hace miles de años. El experto indica que la domesticación de las variedades alimentarias es un proceso contra natura y por tanto, nuestra alimentación no ha sido natural desde que se inició la agricultura.
Con esta introducción, Francisco García Olmedo pretende hacernos comprender que el concepto natural no es sinónimo de bueno, igual que el concepto de artificial no lo es de peligroso. Poco a poco el catedrático nos lleva hacia la biotecnología y concretamente hacia los alimentos modificados genéticamente, indicando que este concepto engloba a cualquier alimento que haya sido alterado (domesticado), siendo así prácticamente todos los alimentos que habitualmente consumimos.
Es evidente la intención de hacernos creer que un alimento domesticado se puede comparar a cualquiera de los alimentos transgénicos existentes, nos gustaría conocer algún ejemplo en el que la domesticación haya logrado conjugar genes de dos especies completamente diferentes que la naturaleza no conjugaría. No es lo mismo obtener híbridos de dos especies de melocotones que expresan las mejores características de cada especie participante, o la mejora de un tipo de maíz mediante la selección de las semillas más nutritivas o resistentes, que la combinación de material genético de dos especies completamente diferentes en cuanto a evolución, morfología, etc. para obtener un nuevo alimento desconocido, una nueva forma de vida que no sabemos si a largo plazo podría afectar al medioambiente o al ser humano.
Ejemplos de los efectos negativos de este tipo de alimentos los hemos conocido a través de algunos estudios, como por ejemplo los que se mostraban en el documental La guerra de los cultivos transgénicos o el estudio en el que expertos de la Universidad de Viena concluían que los alimentos transgénicos podían provocar infertilidad. También podríamos nombrar los problemas sufridos por los cultivos de algodón en la India, algodón transgénico que contenía una toxina denominada ‘toxina Cry1Ac’ obtenida de la bacteria Bacillus thuringiensis, un patógeno que antaño se utilizaba como insecticida comercial. Por cierto, en ese país están ultimando los preparativos para comenzar a producir berenjenas transgénicas que contienen la misma toxina.
No caeremos en el error de confundir términos y mucho menos suavizar el término transgénico haciéndolo más “natural”, no lo es. Si la biotecnología se utilizara para combinar dos especies que la naturaleza podría conjugar en una línea evolutiva, posiblemente la aceptaríamos y sí se podría decir que gracias a esta ciencia se ahorra mucho tiempo al no tener que esperar el largo proceso de la domesticación. Sin embargo, se está utilizando la biotecnología para desarrollar especies que resulten rentables y que eviten trabajo al agricultor (este es otro tema discutible) dejando en un segundo término las características organolépticas o las características saludables.
Otro argumento interesante que nos aporta el catedrático apunta hacia los alimentos ecológicos, indica que estos alimentos no son ni más sabrosos ni ofrecen ninguna ventaja nutricional, algo que coincide con lo que manifestaba John Richard Krebs, investigador de La Universidad de Jesús (Reino Unido), indicando que los alimentos orgánicos no ofrecen ninguna ventaja para la salud. Sin embargo, podemos nombrar un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) en el que se concluía que los alimentos ecológicos son más saludables y expresan mayores cualidades organolépticas, algo que además muchos consumidores pueden constatar.
También asegura que los alimentos ecológicos son menos saludables y argumenta que la causa son los abonos orgánicos que en ellos se utilizan. Es posible que algunos productores no dejen fermentar el tiempo necesario el abono empleado y quizá esto sea un problema, pero no todos los cultivos ecológicos actúan de este modo y no es lícito englobarlos a todos, como tampoco se puede decir que toda biotecnología sea dañina.
El catedrático asegura que no se ha producido ninguna alerta alimentaria en los 25 años de cultivos transgénicos, algo en lo que también discrepamos. Alertas alimentarias en los productos ecológicos se han producido y evidentemente se han dado a conocer, cuando ha ocurrido algún problema con alimentos transgénicos se han intentado encubrir, además, cuando se realiza un estudio que muestra algunos efectos perjudiciales, como es el caso de la citada infertilidad, este tipo de noticias parecen ser obviadas, algo que no ocurre con otro tipo de alimentos, sean industriales o ecológicos.
Finalmente, el experto concluyó su participación en la segunda jornada del curso ‘Percepción social de los organismos modificados genéticamente’ indicando que es necesario producir más y más limpio, ya que las prácticas agrícolas no han sido limpias (suponemos que se refiere a los cultivos industriales) y coincidimos en este punto. En cambio asegura que con los cultivos biotecnológicos se evita la invasión de suelo natural y se incrementa el rendimiento, algo que creemos discutible dependiendo del tipo de cultivo al que se refiera, como ejemplos citaremos la soja transgénica y el uso del glifosato.
Foto | Jams 123