El consejo asesor de biotecnología del Gobierno francés INRA (Institut National de la Recherche Agronomique), acaba de proponer un nuevo borrador sobre las normas de etiquetado en los alimentos transgénicos franceses, el nuevo sistema propuesto sería de carácter libre y voluntario, algo en lo que no estamos de acuerdo, pensamos que debe ser una norma obligada en todos los países de la Unión Europea.
El borrador de las nuevas normas de etiquetado para los alimentos transgénicos contemplaría un umbral inferior al que se determina en la Unión Europea, recordemos que no existe obligación de informar a los consumidores cuando un producto alimenticio no contiene más de un 0,9% de materia prima transgénica. Francia da un nuevo paso y establece dicho umbral en un 0,1%, todos los productos que superen este porcentaje deberían indicar el contenido de OGM.
También se contempla la posibilidad de que se puedan identificar alimentos relacionados con los transgénicos, es decir, etiquetas en productos como la leche o los huevos obtenidos de animales alimentados con soja transgénica, maíz transgénico, etc. Recordemos que esta cuestión ya fue tratada por el Parlamento Europeo que exigía un etiquetado de estas características a fin de mejorar la legislación actuando a favor de los productos tradicionales. De momento en este campo pocos avances se han realizado.
Francia de momento intentará que el borrador sea aprobado y se convierta en una ley a partir del segundo semestre de 2010, los alimentos que hemos citado podrán ser etiquetados voluntariamente con la leyenda “Productos de origen animal libres de transgénicos” o «Derivados de animales alimentados con piensos sin OGM«. Con respecto a la miel, también se podría garantizar a través de las etiquetas que se trataría de un producto libre de alimentos modificados genéticamente, para ello se debería garantizar una distancia de seguridad entre las colmenas productoras de miel y las plantaciones de alimentos transgénicos.
El consejo asesor de biotecnología galo indica que se trata de un borrador socialmente aceptable y técnicamente viable, el proyecto beneficiaría a aquellos productores que adoptan las medidas oportunas para evitar los alimentos transgénicos y a aquellos consumidores que no desean ingerir ningún alimento con material modificado genéticamente. El proyecto se concluye indicando que esta solución permitiría la coexistencia entre cultivos transgénicos, ecológicos y convencionales. Por cierto, será interesante destacar el estudio realizado por el ICTA (Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental) de la Universidad Autónoma de Barcelona, en el que se concluía que los alimentos transgénicos y los alimentos ecológicos no pueden coexistir.
De todos modos y aunque pensamos que se trata de un paso beneficioso que respeta a quienes no quieren nada que ver con los OGM, hay que decir que se debería contemplar la obligación en el etiquetado, ser algo voluntario permitirá conocer a aquellos productores que no tienen nada que esconder, pero no identificará claramente a quienes sí utilizan los productos transgénicos. Por otro lado, el umbral debería situarse en un absoluto 0%, pero entendemos que esto sea realmente complicado puesto que estos alimentos se han expandido de forma significativa y se han mezclado con las semillas tradicionales, un ejemplo lo encontramos en la soja que se produce en Canadá, es muy complicado encontrar semillas tradicionales que no estén mezcladas con semillas transgénicas.
Destacamos otro punto interesante del borrador sobre la normativa del etiquetado en alimentos transgénicos en Francia publicado en el periódico Le Figaro, crear otro umbral o zona gris que categorice a aquellos alimentos elaborados, cuyo umbral de contenido transgénico se sitúa entre el 0,1% propuesto y el 0,9%. Dicho umbral serviría como fase transitoria en un periodo comprendido de 5 años, pero como ya hemos dicho, el carácter voluntario de la normativa no nos convence. Ahora queda una tarea complicada, cómo redactar los mensajes de las etiquetas para que el consumidor identifique los alimentos claramente, y no puedan ser inducidos a error. Este tipo de iniciativas serían impensables en España, gran productor de alimentos transgénicos.
Foto 1 | Hammer51012