Una investigación llevada a cabo por expertos de la Consultoría Científica y Regulatoria Intertek (Estados Unidos) y la Universidad de Reading (Reino Unido) concluye que no hay evidencias claras de que los edulcorantes no calóricos tengan efectos negativos en la flora intestinal de los seres humanos en dosis relevantes. La investigación es, en realidad, una revisión de 17 estudios de relevancia en los que se han investigado los efectos de los edulcorantes con pocas o cero calorías, en animales y en la flora intestinal de los seres humanos.
Los expertos comentan que no se han podido encontrar pruebas de mecanismos probables para un efecto clínicamente relevante en la flora intestinal, a pesar de que en algunos estudios se utilizaron dosis mucho más elevadas de lo que podrían tomar los seres humanos. Las conclusiones del estudio tienen una especial importancia para la industria alimentaria, ya que son edulcorantes que se emplean en productos alimenticios y suplementos deportivos, véase como ejemplo el aspartamo, la sacarina, el ciclamato o la sucralosa, entre otros.
En el año 2014 un estudio israelí concluyó que el consumo de este tipo de edulcorantes influía en la composición y las funciones de la flora intestinal, por lo que se incrementaba el riesgo de intolerancia a la glucosa, de ello hablábamos en este post. El estudio fue criticado por algunos expertos, destacando sus limitaciones en su diseño y obtención de datos, por lo que las conclusiones fueron cuestionadas. La nueva investigación se ha realizado como respuesta a este estudio y parece que se pretende concluir el debate con los resultados obtenidos.
Según los investigadores, existen claras evidencias de los efectos de las dietas a corto o largo plazo en la composición de la flora intestinal y del metabolismo, el cambio de dieta donde se modifica el aporte de grasas, carbohidratos, proteína y fibra, provoca cambios en la microbiota intestinal, independientemente de que se consuman o no edulcorantes no calóricos. Por otro lado, el estudio israelí se realizó con roedores de laboratorio a los que se les proporcionaron tres tipos de edulcorantes (sucralosa, sacarina y aspartamo) en cantidades que no tenían relevancia para el consumo humano según los responsables de la nueva investigación.
Tras analizar los 17 estudios, los expertos concluyen que existe una serie de problemas críticos comunes a la hora de cuantificar la flora intestinal, como la falta de grupos de control adecuados y, particularmente, los controles hipocalóricos, la elección del modelo animal para los ensayos, el uso de dosis mayores de edulcorantes no calóricos que los determinados en la ingesta diaria admisible, etc. Los investigadores comentan que, en general, los edulcorantes no calóricos tienen un gran poder endulzante, lo que significa que la exposición a través de la dieta siempre será baja (esa es una conclusión que en nuestra opinión es una conjetura y no está demostrada), por lo que es difícil que puedan tener un impacto significativo en la flora intestinal.
Tras la revisión, se determina que los cambios en la flora intestinal son, probablemente, el resultado de otros cambios, el procesamiento metabólico de los nutrientes, el pH, etc. Los expertos señalan, además, que los roedores tienen una flora intestinal muy distinta a la de los seres humanos, por lo que los resultados obtenidos no pueden predecir la misma respuesta. Los investigadores querían ver estudios donde se evaluase el impacto del consumo de aditivos alimentarios e ingredientes en la microbiota intestinal de modelos animales relevantes o poblaciones clínicas con niveles de exposición relevantes, no en roedores.
La Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA), organización sin ánimo de lucro que representa a los fabricantes y usuarios de edulcorantes bajos en calorías, se ha pronunciado sobre la revisión, destacando que se trata de la más completa que se ha realizado hasta el momento, para analizar si existía relación entre los edulcorantes no calóricos y los cambios en la flora intestinal. La ISA comenta que los resultados no hacen más que respaldar lo que se ha reivindicado desde hace tiempo, que los resultados de estudios como el realizado en el año 2014 no se pueden aplicar a los seres humanos.
Obviamente, esta asociación es parte interesada y son lógicas sus declaraciones, pero merece la pena recordar que un estudio realizado en 2016 por expertos de la Universidad de Sídney (Australia), encontró sesgos en 31 estudios sobre los beneficios de los edulcorantes artificiales, realizados entre el año 1978 y el año 2014. Con esto queremos decir que quizá no hay evidencias claras de que los edulcorantes no calóricos tengan efectos negativos, pero tampoco lo contrario, es necesario realizar nuevas investigaciones que arrojen más luz sobre el tema.
Por cierto, la investigación ha sido respaldada económicamente por Calorie Control Council, organización internacional que representa a la industria de los alimentos y las bebidas bajas en calorías. Se asegura que esta organización no ha participado en este trabajo, ni en su creación, planificación, implementación, etc., tan sólo revisó su contenido una vez finalizado, aunque la responsabilidad de su redacción y publicación fue de los autores. Esta información nos hace pensar que es difícil no creer que existan conflictos de intereses, pero de todos modos es un estudio que no aporta pruebas, simplemente intenta desacreditar investigaciones que no son afines a los intereses de esta industria.
Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en la revista científica Food and Chemical Toxicology.
Foto 1 | Steve Snodgrass