Son varios los países que dicen no a la nacionalización de las decisiones sobre transgénicos, España, Alemania, Italia… parece ser que la mayoría de países de la UE no quieren el cambio de política propuesta en su momento, para que cada gobierno pueda aprobar o denegar el cultivo de alimentos transgénicos en su país. La libertad de elección sobre transgénicos en la Unión Europea ha sido un tema discutido este año, especialmente desde que en el mes de febrero se diera a conocer el deseo de adoptar un nuevo sistema de evaluación y autorización de alimentos transgénicos, ya entonces puntualizamos que era un giro en la política mantenida por la CE que se negaba a renacionalizar este tipo de decisiones.
La responsable del MARM (Ministerio del Medio Ambiente, Rural y Marino) declara que este tipo de iniciativas puede fraccionar el mercado interno, planteamiento en el que están de acuerdo países como Francia o Alemania, recordemos que en estos países se prohibió el maíz transgénico Mon 810. En nuestra opinión, la CE parece haber intentado aplicar el divide y vencerás, dado que un país puede nacionalizar su decisión y prohibir el cultivo de un alimento transgénico, pero no podrá impedir la importación o comercialización si la UE lo aprueba, por lo que el riesgo de introducción y posible contaminación con otros productos tradicionales es más elevado.
La CE reconocía que la idea de realizar este cambio de política estaba sujeta a la aceleración de la aprobación de los nuevos alimentos modificados genéticamente, sorprendentemente, países tan productores de transgénicos como España dicen no a nacionalización de las decisiones sobre alimentos modificados genéticamente, incluso algunos países que se oponen firmemente a los alimentos transgénicos como es Austria, no quiere que se adopte esta nueva política. De momento se va a volver a discutir la reforma planteada en Luxemburgo el próximo 14 de octubre por los ministros de Medio Ambiente, también será examinada por el Parlamento Europeo (representación de los ciudadanos europeos), sobre el Consejo de Ministros no se ha mencionado nada, uno de los pilares de la UE que seguramente se pronunciará después de conocer el resultado del debate sobre la propuesta de nacionalización.
La realidad es que existen muchas dudas jurídicas sobre el planteamiento, a primera vista y como hemos indicado anteriormente, parece que hay “gato encerrado”, no tiene mucho sentido que tras numerosos intentos por parte de la CE para que los alimentos transgénicos sean aceptados y aprobados (ponemos como ejemplo el post Maíz transgénico en toda Europa, o el plan secreto europeo para potenciar el cultivo de los alimentos transgénicos entre otros muchos ejemplos, de repente) la CE acepte la propuesta que en su día realizó Holanda solicitando la libre decisión sobre el cultivo de transgénicos, y menos sabiendo que José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, se negó rotundamente a renacionalizar este tipo de decisiones.
Por el momento en suelo comunitario sólo se pueden cultivar dos productos transgénicos, el maíz Mon 810 y la patata transgénica Amflora, pero a la espera hay muchos productos que están esperando ser aprobados y las prisas de la CE para que sean aceptados son cada vez más evidentes. Algo no termina de encajar tanto en el cambio de postura de la CE como en el cambio de postura que han adoptado países que no quieren transgénicos, será necesario esperar a la nueva reunión de octubre para comprender un poco más la situación y saber qué decisión se ha tomado sobre la negativa a la nacionalización de transgénicos.
Sería interesante retomar la lectura del post ¿Cómo aceptar los alimentos transgénicos?, en él podíamos conocer un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) en el que se concluía que este tipo de alimentos serían aceptados por la población de mejor grado si ofrecieran algún beneficio de tipo saludable o medioambiental, algo que no parecen cumplir los productos actuales, de hecho, sólo se habla de productividad.
Foto | Perry McKenna