Cada nuevo estudio que se realiza para determinar el nivel de acrilamida que presentan determinados productos alimentarios, no hace más que evidenciar la necesidad de poner en marcha cuanto antes una propuesta legislativa para reducirlos. Hace tres años, la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA) confirmó que este compuesto formado a partir de la cocción de los alimentos que contienen asparagina y azúcares reductores a temperaturas superiores a 120º C, incrementaba el riesgo de cáncer, un año más tarde consideró que la acrilamida era un problema de salud pública y que era necesario adoptar medidas para reducir la exposición que sufren los consumidores.
Hoy conocemos un nuevo estudio en el que se concluye que se han encontrado niveles peligrosos de acrilamida en una de cada cinco marcas de patatas chips que podemos encontrar en los supermercados, hay que decir que aunque la investigación se ha realizado en el Reino Unido, posiblemente los resultados se puedan trasladar a otros países comunitarios. El estudio llevado a cabo por Changing Markets, organización que trabaja para mejorar la calidad de los alimentos mediante soluciones ambientales y socialmente beneficiosas, analizó 92 marcas de patatas de las principales marcas de snacks del Reino Unido, detectando niveles muy elevados de este compuesto.
En algunas marcas se ha determinado que la presencia de acrilamida es 2’5 veces más elevada que los niveles de referencia europeos, además, si se compara este valor con el de marcas de patatas cuyo valor en acrilamida es muy reducido, la diferencia del contenido en este compuesto es de nada menos que 83 veces. Se encontraron 12 muestras de marca de distribuidor y otras cuatro de marca de fabricante que superaban las recomendaciones comunitarias fijadas en 1.000 µg/kg (microgramos/kilo). Merece la pena destacar la diferencia significativa entre la cantidad de marcas de distribuidor (marca blanca) y las marcas de fabricante, que no cumplen las recomendaciones europeas.
Las chips de marcas de distribuidor con más contenido en acrilamida fueron Morrisons, con dos variedades de patatas chips cuyo contenido se cifró en 2.067’5 y 1.825.8, y Aldi, con una variedad cuyo contenido se estableció en 1.778 microgramos por kilo. Pero es una marca de fabricante la que encabeza la clasificación en este ranking del contenido en acrilamida, las patatas chips de Tyrrells, empresa presente en muchos países del mundo que ha recibido numerosos premios por el sabor y la calidad de sus patatas, ahora habrá que darle el premio por ser la empresa que ofrece patatas con mayor contenido en acrilamida, ya que su producto contiene 2.483’6 microgramos por kilo.
Las demás variedades están por debajo de los valores indicados, siendo las que más se acercan al límite de referencia establecido por la UE, las patatas chips de ASDA y Sainsbury’s con 1.021’2 y 1.076 microgramos por kilo respectivamente. 30 variedades arrojaron un resultado por encima del punto de referencia mínimo cifrado en 750 microgramos por kilo. Según comentan los responsables de Changing Markets, estos resultados no hacen más que evidenciar el fracaso de la autorregulación de la industria cuyo cometido era reducir el nivel de este componente, como ya hemos comentado en reiteradas ocasiones, este tipo de iniciativas voluntarias sirven de muy poco, por lo que es necesario introducir una legislación que obligue a las empresas a reducir la acrilamida.
Los resultados que se han obtenido en esta investigación son similares a los obtenidos en la investigación que realizó hace unos meses la FSA (Food Standards Agency), Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido, detectando que 13 productos habían superado los parámetros recomendados por las Unión Europea. Hablamos de patatas chips, pero no hay que olvidar que otros productos también son una fuente de acrilamida, el café instantáneo, algunas variedades de galletas, el pan, etc. Al respecto, merece la pena recordar que a finales del año pasado Changing Markets y SumOfUs presentaron este informe denunciando que los niveles de acrilamida en los alimentos de Europa son muy elevados.
A pesar de que se habla desde hace tiempo del tema, de todos los estudios que se aportaron y que incluso la EFSA advirtió que el compuesto era un problema de salud pública, el proyecto para legislar sobre este tema camina a paso de tortuga. Ahora se habla de la introducción de una propuesta legislativa sobre la acrilamida, algo que están discutiendo la Comisión Europea y los Estados miembros, y que se votará el próximo mes de junio. Curiosamente, el contenido de acrilamida ya está regulado en diferentes fuentes como el agua o los envases alimentarios, pero el tema de la alimentación se dejó aparcado, posiblemente debido a que la industria alimentaria desarrolló en el año 2006 un código de prácticas para reducir la acrilamida en los alimentos, pero han pasado 10 años y se puede decir que poco se ha avanzado.
Los responsables de Changing Markets dicen ‘basta ya’ al hecho de hacer la vista gorda sobre el tema, la salud de los consumidores está en riesgo y no se puede retrasar la puesta en marcha de una legislación que garantice que la industria cumple, para que los consumidores no tengan que preocuparse por esta cuestión. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este comunicado (Pdf) de Changing Markets.
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