Las aplicaciones de la nanotecnología son infinitas, la ingeniería molecular es capaz de manipular sustancias o dispositivos cuyo tamaño es inferior a una micra, lo nano adquiere cada vez mayor importancia en cualquier campo y los resultados llegan a ser espectaculares. La nanotecnología en la alimentación, va a permitir que disfrutemos de alimentos más saludables, más resistentes y de mayor durabilidad. Sin embargo, todo lo que es nuevo es observado con cierto escepticismo y existen razones para ello, durante estos últimos meses la Comisión Europea ha estado estudiando junto a los científicos la posibilidad de regular todas aquellas aplicaciones nanotecnologicas relacionadas con la alimentación.
Distintas organizaciones que velan por los intereses de los consumidores quieren que este campo se regule y se aumente la prudencia con respecto a los materiales nanotecnológicos, se plantea la necesidad de conocer cómo pueden afectar estas nuevas aplicaciones a nuestro organismo y al medio ambiente. La solución ha sido plantear un código básico de conducta para todos aquellos científicos que trabajan en el campo de la nanotecnología, es decir, se da rienda suelta a las investigaciones y aplicaciones siempre que se cumplan los puntos del código. Se podría decir que es algo parecido al juramento hipocrático que realizan los graduados en medicina pero aplicado a la nanotecnología en los alimentos.
La ética y la prudencia serán aspectos dominantes en el código, siempre se deberá velar por el medio ambiente y por la salud humana. Por el momento, es el único planteamiento viable dado que no se puede regular algo que todavía no ha generado ningún problema o riesgo, regular algo desconocido sería como vetar la investigación y por tanto, las mejoras que se pueden lograr. El próximo mes de julio se dará a conocer este nuevo código solicitado por la EFSA (Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria), ante esta noticia son muchos los consumidores que manifiestan el deseo de que se impongan más reglas no dando rienda suelta a las investigaciones, ya que los códigos de conducta no son una solución eficaz y no siempre son secundados, sobre todo cuando existen intereses económicos de por medio.
Podemos poner por ejemplo el desarrollo de alimentos transgénicos, diversas irregularidades han mostrado a los consumidores que prevalece el interés económico ante la salud humana. Diversos alimentos peligrosos para la salud han sido comercializados incluso a sabiendas de los peligros que encerraban a largo plazo. Un ejemplo es el informe secreto perteneciente a la compañía de biotecnología Monsanto, en el que se hablaba sobre un maíz transgénico denominado Mon 863 y que en las investigaciones realizadas con él, se mostraban diversos efectos secundarios peligrosos para la salud. También podemos citar el maíz transgénico prohibido en Francia ante la sospecha de que sea perjudicial para la salud.
El caso es que los avances científicos se deben supervisar meticulosamente y más cuando hay empresas de por medio, es necesario indudablemente aplicar una legislación sobre los materiales nanotecnológicos aplicados a la industria alimentaria, informar a través de las etiquetas qué alimentos han sido desarrollados con ellos y dejar que sean los consumidores quienes decidan si disfrutar o no del producto. Varios expertos indican que regular la nanotecnología sería curar antes de producirse la herida, algo en lo que no estamos de acuerdo, es preferible prevenir mediante la regularización a lamentar.
La nanotecnología aplicada a la alimentación proporcionará enormes beneficios a la industria y al consumidor, por fortuna la mayoría de las investigaciones en este campo dentro del sector alimentario están orientadas a mejorar la salud de los alimentos, pero no olvidemos que los transgénicos también se desarrollaron inicialmente para mejorar la calidad de los productos y la alimentación humana, algo que en algunos casos ha sido un fiasco.
Vía | El País
Más información | Unión Europea