Moratoria para los cultivos transgénicos

Tras siete meses de campaña, Avaaz y Greenpeace han logrado que un millón de ciudadanos europeos apoyen una petición para solicitar a la Comisión Europea una moratoria para los cultivos transgénicos. Se pide que los procesos de evaluación de los alimentos modificados genéticamente sean mejorados, a la vez que se piden estudios a largo plazo que determinen con claridad los efectos de estos alimentos en la alimentación humana, animal y también los efectos que pueden provocar en el medio ambiente.

Un millón de firmas se han recogido hasta el pasado 28 de septiembre, un millón de razones frente a una población comunitaria estimada en más de 500 millones de personas, lo que representa un 0’2% de la población, cantidad posiblemente poco significativa para la UE y que probablemente no logre frenar el acelerado proceso de aprobación de alimentos transgénicos. Pero sin duda, es un primer paso para intentar obtener una moratoria para los cultivos transgénicos, una primera iniciativa ciudadana que pide formalmente a la Comisión Europea que escuche su petición. Lamentablemente, aunque Greenpeace indique que se trata de una oposición pública mayoritaria (ya quisiéramos), no lo es, es sólo una pequeña oposición.

La población total de los 27 países de la UE es de 501.259.840 millones de personas, por lo que descartamos la oposición pública mayoritaria, en nuestra opinión queda mucho trabajo por realizar, si realmente existiera una conciencia y conocimiento generalizado sobre el riesgo de los alimentos transgénicos, la petición de firmas debería haber logrado superar ese millón de firmas con creces y en un corto plazo de tiempo. De momento sabemos que en las próximas semanas serán entregadas de forma oficial el millón de firmas a quien tramaba un plan secreto europeo para potenciar el cultivo de transgénicos, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. Será un pequeño pero molesto grano que deberá soportar, las organizaciones ecologistas esperan que la Comisión Europea atienda las demandas de los firmantes, además de la moratoria para los cultivos transgénicos, la creación de un organismo independiente ético y científico, claro que seguramente muchos lectores se preguntarán ¿y la EFSA?

Los criterios de la EFSA y los continuos análisis a favor de los alimentos transgénicos hacen dudar de este organismo y más cuando parece ser que algunas pruebas realizadas se basan en la revisión de los estudios que aportan las empresas biotecnológicas y no en estudios que se hayan realizado de forma independiente por el propio organismo. Por otro lado, la evaluación de la seguridad de los alimentos transgénicos habitualmente se fundamenta en la equivalencia sustancial, un alimento modificado genéticamente es seguro cuando éste es significativamente equivalente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional, esto es algo difícil de creer y más sabiendo que no presentan el mismo patrón genético, una pequeña diferencia puede causar un gran error a largo plazo. A esto hay que añadir que son muchas las diferencias entre un alimento mejorado a través de los años mediante la selección de variedades más resistentes, productivas, etc., y un alimento al que le han introducido material genético de otra especie totalmente diferente, las consecuencias como decíamos, pueden ser imprevisibles.

La biotecnología es una gran herramienta y puede ofrecer muchas soluciones, sobre todo si el trabajo se encauza hacia el respeto medioambiental y la mejora de la calidad alimentaria. La productividad es importante, sobre todo sabiendo que hay una pregunta complicada por responder, ¿cómo alimentar al mundo en 2050?, pero ya sabemos que la mayor productividad de los alimentos transgénicos está condicionada a las plagas, en condiciones normales estos cultivos son incluso menos productivos. Sería interesante retomar la lectura del post Ventajas e inconvenientes de los alimentos transgénicos en su tercera parte, Pere Arús, investigador agroalimentario del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria) declaraba que el maíz transgénico es hasta un 15% más productivo, especialmente en aquellas zonas donde existe taladro, además reconoce que en aquellos campos de cultivo donde no hay plaga de taladro, los alimentos transgénicos no son más productivos.

Hemos hablado de muchas cuestiones relacionadas con los transgénicos y tememos seriamente la actuación de las empresas biotecnológicas que sólo buscan dominar el mercado alimentario y enriquecerse a cualquier precio. Como decíamos, es un tanto por ciento insignificante, pero es un inicio, nos alegramos del millón de firmas recogidas y esperamos que poco a poco se sumen más personas solicitando una moratoria para los cultivos transgénicos y la aplicación del principio de precaución hasta que no se determine exactamente la seguridad que ofrecen.

Foto | James Almond