Cuando se habla de biotecnología y sobre todo de alimentos modificados genéticamente, una de las compañías a citar es Monsanto, responsable del desarrollo de un buen número de este tipo de alimentos. Pues bien, es interesante saber que esta compañía parece haber dado un pequeño giro desde hace dos o tres años y está trabajando en el desarrollo de alimentos no transgénicos, es decir, no integran material genético procedente de otras especies. La compañía parece estar volcada en el desarrollo de alimentos modificados genéticamente o intragénicos, son alimentos mejorados a partir de genes de la misma especie.
Monsanto trabaja desarrollando alimentos no transgénicos, brócoli cuyo contenido en antioxidantes es hasta tres veces mayor que el del brócoli tradicional, melones de invierno con un 30% más de dulzor, cebollas que no hacen llorar (esto no es una novedad) o lechugas con un aporte nutritivo más elevado y con una vida útil más amplia. Parece que Monsanto retoma, el tradicional procedimiento de cruzamiento para mejorar los cultivos, pero utilizando las nuevas tecnologías.
Quizá el hecho de que la biotecnología alimentaria sea rechazada por muchos consumidores, la creciente tendencia de algunas empresas de alimentación a evitar comercializar los alimentos transgénicos, la cuestionada productividad y rentabilidad o los problemas que están generando últimamente este tipo de cultivos, recordemos por ejemplo la resistencia desarrollada por los insectos, etc., haya povocado un cambio de rumbo en la línea de trabajo, aunque también puede ser una cortina de humo para mostrar una cara más amable.
La compañía ha creado estas variedades alimentarias y sus científicos declaran que se aprovechan todos los conocimientos adquiridos en su trabajo con los alimentos transgénicos, pero evitando la combinación de genes de diferentes especies. Los nuevos alimentos se han creado en un laboratorio, pero técnicamente se pueden considerar casi tan naturales como los tradicionales, incluso si no se utilizan pesticidas y otros productos fitosanitarios en su desarrollo, se podrían considerar ecológicos. Repasando un poco la historia de Monsanto podemos ver que en su recorrido ha desarrollado diferentes productos para distintos segmentos industriales.
Monsanto se creó en 1901 y se dedicó a la producción de la sacarina, edulcorante artificial, 20 años después empezó a trabajar desarrollando otros elementos químicos como el PCB (policlorobifenilos), refrigerante que hoy en día se considera un potente agente contaminante, de hecho, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, es uno de los doce contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano. En la década de los 60 inició su actividad en el sector de los tejidos sintéticos y los plásticos, en esa época también inició su actividad para crear nuevos herbicidas, como por ejemplo el Agente Naranja, utilizado como parte de su programa de guerra química en la Guerra de Vietnam. 10 años más tarde desarrollaba el Roundup, un herbicida cuyo principal componente activo es el glifosato.
En la década de los 90 la compañía empezó su actividad en el campo de la agricultura, trabajando en el desarrollo de nuevas variedades de cultivo que pudieran resistir la acción de su herbicida Roundup. Se puede decir que la trayectoria de esta compañía ha estado marcada por el desarrollo de productos que han perjudicado más que beneficiar al medio ambiente y a la humanidad. Evidentemente, no es algo nuevo en lo que ahora está trabajando Monsanto, el desarrollo de alimentos mejorados genéticamente utilizando genes de la misma especie, la optimización de la productividad y la mejora de las cualidades de los alimentos ha sido una constante en la agricultura, el proceso es mucho más lento pero poco a poco se alcanzan los objetivos. Utilizar los conocimientos científicos y la manipulación genética acelera estos procesos ofreciendo resultados más rápidos y precisos.
El caso es que Monsanto sabe que se trata de un nicho de mercado que puede generar un gran volumen de negocio, los alimentos mejorados cuyas propiedades nutricionales y organolépticas son muy destacables, son productos demandados por los consumidores. Al respecto os invitamos a retomar la lectura del post ¿Los consumidores pagarían por alimentos modificados genéticamente? Por otro lado, el desarrollo de estos nuevos alimentos no crean conflictos, la legislación no exige estudios a largo plazo para determinar posibles efectos adversos. Pero incluso este campo debe ser regulado e igualmente se deberían aportar los estudios oportunos sobre seguridad, modificar determinadas características no necesariamente hacen mejor un alimento, como dicen en Wired, que una fruta sea más dulce no quiere decir que sea mejor fruto.
Es difícil saber si realmente Monsanto está dando un giro a su trabajo, algunos responsables de las investigaciones que realiza la compañía consideran que poco a poco con estos nuevos alimentos, se podría recuperar la confianza de los consumidores. Difícil será que recupere la confianza jugando a dos bandas, es una contradicción que trabaje en los dos campos, alimentos mejorados genéticamente y alimentos transgénicos.