Aunque la primera impresión de la empresa biotecnológica Monsanto, líder del mercado de las semillas transgénicas, es de ser una empresa que día a día crece en popularidad y poder, hay quien cree que en realidad Monsanto es un gigante con pies de barro. Esta empresa ha logrado una buena posición gracias a un trabajo de marketing espectacular, ha logrado convencer de la productividad y efectividad de sus semillas, como si fueran la clave para poder desarrollar una agricultura muy productiva, libre de malas hierbas y plagas. Su trabajo ha permitido que en algunos países sea difícil encontrar semillas tradicionales, de hecho, el 94% de la soja y el 70% del maíz que se cultivan en Estados Unidos son transgénicos.
Pero por qué podemos decir que Monsanto es un gigante tecnológico con pies de barro, todo lo que sube vertiginosamente, puede bajar de igual modo y más si no cuenta con cimientos sólidos. Los problemas como la resistencia desarrollada por las malas hierbas o los insectos cuestionan todo el marketing y algunos agricultores empiezan a darse cuenta de que de las promesas de productividad, mayor aporte nutricional, resistencia frente a las inclemencias medioambientales extremas, etc., sólo se ha hecho realmente efectivas dos de ellas, tolerancia a los herbicidas y un efecto insecticida contra los insectos. Lo demás han sido promesas fruto de las campañas agresivas de marketing, que todavía se están desarrollando y no tienen la magnitud de los cultivos mencionados, quizá hay que agradecerlo.
Decimos esto porque como indicábamos, sólo se han hecho efectivas a gran escala dos condiciones, y las dos parece que han fracasado, por un lado han aparecido súper hierbas muy resistentes a las que el famoso herbicida Roundup, cuyo principio activo es el glifosato, ya no afecta. Se suponía que las únicas plantas que soportaban su efecto eran los cultivos de maíz, soja transgénica… pero no, las malas hierbas luchan por sobrevivir y se adaptan. El problema poco a poco está adquiriendo dimensiones considerables hasta el punto de que se deben abandonar tierras ya que las malas hierbas están fuera de control, la única solución es preparar un cóctel químico con diferentes elementos tóxicos y nada respetuosos para el medio ambiente a fin de acabar con las súper hierbas. Esto deriva en el encarecimiento de las producciones, reduciendo la rentabilidad y afectando al medio ambiente.
La otra línea de trabajo, las semillas modificadas genéticamente para soportar el ataque de las plagas, un ejemplo a citar es el maíz Mon 810. En un principio se barajó la posibilidad de cultivar productos tradicionales cerca de las zonas de cultivos modificados genéticamente como medida para evitar la resistencia de los insectos. El cultivo tradicional serviría para alimentar a los insectos evitando que intentaran comerse el maíz transgénico. Inicialmente se planteó cultivar un 50% de tradicional y transgénico, pero Monsanto estaba tan convencido de la inmunidad de sus semillas que logró reducir la extensión de cultivo tradicional a un 20%, comenzó entonces el desarrollo de la resistencia en los insectos, las estrategias de equilibrio ecológico planteadas se fueron al traste.
Pero aún hay más, el 20% tampoco fue respetado, muchos agricultores ignorando las advertencias no dudaron en destinar todas las tierras al cultivo de alimentos transgénicos, buscando obtener mayor rentabilidad han contribuido a que la situación cambie. A través de este enlace podemos conocer un curioso informe que confirma algunos de los temores que han destacado algunos activistas anti transgénicos. Se trata de un informe oficial de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) en el que se reconoce que el gusano que ataca las raíces de las plantas de maíz transgénico ha logrado desarrollar resistencia en varios estados del país, es tal la magnitud del problema que la EPA solicita a Monsanto que ponga rápidamente en marcha un plan de medidas correctivas. Curiosamente en este informe se indica que el sistema de control de Monsanto ha sido defectuoso y que poco ha hecho para solucionarlo. Recordemos que hace unos meses hablábamos de esta cuestión en el post Los insectos han desarrollado resistencia al maíz transgénico.
Como ya destacábamos entonces, parece que la única alternativa era la nueva variedad de maíz transgénico SmartStax, maíz que incorpora hasta ocho genes distintos, para algunos es darle aún más armas a los insectos ya que también terminarían desarrollando resistencia, ¿estaremos creando especies de súper insectos? Es de juzgado de guardia saber que Monsanto ha estado recibiendo informes del desarrollo de la resistencia en los insectos desde el año 2004, esto lo dice la EPA. Ya en el año 2004 se realizaron 21 quejas en todo el país, en el año 2006 el número ascendió a 94, siendo la media de quejas anual de 100 a partir de ese año. Monsanto respondió que en ninguna de sus investigaciones encontró la denunciada resistencia y para rizar el rizo, Monsanto contestó a través de un artículo a la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, sigue negando las evidencias llegando a declarar que no existe confirmación científica de la resistencia al maíz, en el caso del gusano que ataca a las raíces de las plantas transgénicas.
Pues sí, el gigante biotecnológico es una compañía que cada vez se cuestiona más, las pruebas y evidencias que surgen continuamente no se pueden silenciar, tampoco se puede engañar a los productores o consumidores eternamente, antes o después la verdad cae por su propio peso. Con respecto a la información y los problemas mencionados que hemos conocido a través de la web de Grist, hay que decir que no existe una solución a corto plazo, y hay mucho más que hablar al respecto, pronto conoceremos más detalles sobre los problemas que están provocando las semillas transgénicas de Monsanto, problemas que posiblemente se trasladarán a países como España.
Foto | Alternative Heat
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