La petición del etiquetado de los alimentos transgénicos en Estados Unidos ha provocado que se vierta información que según EWG (Environmental Working Group) es totalmente falsa, son mitos que pretenden confundir y facilitar que se acepte de buen grado que no se deben identificar los alimentos que contienen materias primas modificadas genéticamente. Recordemos que el pasado mes de julio el Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobaba el Proyecto de Ley H.R 1599 o Ley del Etiquetado de Alimentos Seguros y Precisos, reglamentación que tiene como objetivos el bloqueo de cualquier iniciativa para etiquetar los alimentos transgénicos, la anulación de las leyes aprobadas con ese cometido, como las aprobadas en Vermont, Maine o Connecticut, y evitar que cualquier agencia o administración del país pueda llevar a cabo un proyecto de etiquetado de los alimentos modificados genéticamente. Ahora se espera que la nueva legislación supere los siguientes pasos y se apruebe definitivamente.
Quienes están a favor de este proyecto conocido también como Dark Act o Ley Oscura del etiquetado de los alimentos transgénicos, aseguran que esta ley cuenta con el respaldo de diversas investigaciones científicas cuyos resultados demuestran que los alimentos modificados genéticamente son totalmente seguros, por lo que no existe base alguna para preocuparse por la seguridad de los alimentos transgénicos. Las empresas no tendrán que dar a conocer que están utilizando ingredientes modificados genéticamente para elaborar sus productos, y esto es algo a lo que se oponen legisladores, consumidores, el Centro para la Seguridad Alimentaria y el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG), ya que consideran que se están ventando derechos de los estadounidenses siendo esta ley parte de una política autoritaria.
Pues bien, el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG) ha publicado un artículo que pretende desmentir los mitos sobre el etiquetado de los alimentos transgénicos, argumentos que esgrimen quienes no quieren la identificación de estos alimentos. Se dice que los partidarios del etiquetado transgénico son elitistas, pero lo cierto es que según las encuestas, 9 de cada 10 estadounidenses, independientemente de la edad, raza, ingresos, etc., apoyan la identificación de estos alimentos, un resumen de esas encuestas lo podéis conocer a través de este artículo de Just Label it!.
Se asegura que las etiquetas de transgénicos actuarían como un mensaje de advertencia, pero lo cierto es que se han realizado estudios que demuestran que los consumidores confiarían más en los alimentos transgénicos si incluyeran una etiqueta que los identificara. Un ejemplo está en la investigación llevada a cabo por expertos de la Universidad de Vermont y presentada en la conferencia anual de la Agricultural & Applied Economics Association, los resultados muestran que no existen evidencias de que la actitud ante los alimentos modificados genéticamente cambiaría de forma positiva o negativa por el hecho de etiquetar los productos del mercado que contienen materias primas transgénicas, de ello hablábamos aquí.
La industria alimentaria ha asegurado que el etiquetado transgénico incrementaría el coste de los alimentos, sin embargo, se han llevado a cabo varias investigaciones que demuestran lo contrario. Se puede citar como ejemplo el estudio titulado ‘¿Por qué cambiar la etiqueta no afectaría a los precios de los alimentos?’ realizado por Jerry Greenfield, experto en marketing alimentario. Según las conclusiones, los cambios en las etiquetas de los alimentos tienen un impacto prácticamente insignificante sobre el precio, además, los cambios son una constante en la industria alimentaria y se hacen por miles de razones, por marketing, por actualización de la apariencia de la marca, por la inclusión o supresión de nuevos ingredientes, o por la puesta en marcha de alguna legislación que obligue a incluir una determinada leyenda… por todos estos cambios los consumidores no sufrimos ningún incremento en el precio, de todo ello hablábamos en este post.
Etiquetar de forma voluntaria los alimentos modificados genéticamente funcionaría, recordemos que en este sentido el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) anunció el desarrollo de una nueva certificación para los alimentos libres de materias primas transgénicas, certificación voluntaria que las empresas podrán solicitar. Las iniciativas voluntarias no suelen funcionar, además este tipo de medidas ya han sido llevadas a cabo por otras agencias como la FDA, si a esto sumamos la certificación de otras organizaciones, lo único que se logra es confundir más al consumidor.
La legislación sobre el etiquetado transgénico a nivel estatal podría provocar un desastre potencial, un etiquetado transgénico de 50 Estados con 50 sistemas de etiquetado diferentes crearía un mosaico de leyes estatales que sería un auténtico desastre. Pero lo cierto es que todas las propuestas de ley que se han presentado en los distintos Estados del país han solicitado lo mismo, identificar aquellos alimentos que contiene materias primas transgénicas, por lo que las reglamentaciones son prácticamente idénticas. Si no quieren que se presenten tantas propuestas de ley, bastaría con crear una reglamentación a nivel nacional, permitiendo a los consumidores ejercer su derecho a saber sobre los alimentos que consumen.
Se ha dicho que el etiquetado de alimentos transgénicos perjudica a los agricultores, pero lo cierto es que varias organizaciones agrícolas, como la Unión Nacional de Agricultores, apoyan este tipo de identificación. Se argumenta que la ingeniería genética de los alimentos se ha realizado desde hace siglos, como por ejemplo el cruzamiento entre variedades para lograr nuevos cultivos con características más interesantes, pero según comenta EWG, los cultivos transgénicos son nuevos alimentos que nunca podrían ser creados a través del cruzamiento tradicional o a través de la naturaleza debido a la peculiar combinación entre la genética de una planta y el ADN procedente de la bacteria Agrobacterium. En este punto hay que discrepar, recordemos que una investigación de la Universidad de Gante (Bélgica) y el International Potato Center (Instituto Internacional de la Patata), concluía que la batata es un alimento transgénico natural, ya que su genoma contiene secuencias de ADN de la bacteria Agrobacterium, de ello hablábamos aquí.
Se dice que los defensores del etiquetado transgénico van en contra de la ciencia, recordemos que la Grocery Manufacturers Association (GMA), Asociación de Fabricantes de Alimentos, considera que el etiquetado de alimentos transgénicos se basa en la pseudociencia, es decir, que no cuenta con un respaldo de evidencias científicas que determinen la necesidad de imponerlo. En este sentido se puede citar lo que afirmaba el Comité de Ciencia y Tecnología del Reino Unido, asegurando que la oposición a los transgénicos en Europa se basaba en la política y no en la ciencia. Este comité aseguraba que la evidencia científica era muy clara y que los alimentos modificados genéticamente no representan un riesgo para los seres humanos, los animales o el medio ambiente. Sin embargo, quienes defienden el etiquetado aseguran que la ciencia es clara, la adopción generalizada de maíz y la soja transgénica ha llevado a un mayor uso del glifosato. Recordemos que el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS concluyó que el glifosato es posiblemente cancerígeno para los seres humanos. Por otro lado, se argumenta que la supuesta seguridad de los alimentos transgénicos es el resultado de estudios financiados por la propia industria biotecnológica y no por la ciencia independiente.
Se dice que los alimentos modificados genéticamente son necesarios para alimentar al mundo, sin embargo, muchos estudios demuestran que el rendimiento de estos alimentos y el rendimiento de sus homónimos convencionales es el mismo, pero también hay mucha documentación científica que apunta lo contrario. Finalmente otro mito considerado por EWG es que los cultivos transgénicos han ayudado a reducir la erosión del suelo y el uso de productos fitosanitarios, un ejemplo es este estudio financiado por el Ministerio Federal Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) y el séptimo Programa Marco de la Unión Europea. Al respecto EWG ofrece documentación científica que concluye lo contrario.
No se habla de que los alimentos transgénicos sean peligrosos para la salud o el medio ambiente, simplemente se pide que sean etiquetados y que cada ciudadano pueda ejercer su derecho a saber y elegir bajo sus convicciones. No etiquetar los alimentos modificados genéticamente veta este derecho y lo único que provoca es arrojar más dudas sobre este tipo de alimentos. Podéis conocer más detalles sobre los mitos sobre el etiquetado transgénico a través de este artículo de Environmental Working Group.
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