Hace unos meses hablábamos de la intención de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), de poner en marcha una evaluación de los riesgos potenciales que pueden tener los microplásticos y nanoplásticos en los alimentos marinos para los consumidores. La agencia apuntaba que existe muy poca información sobre cómo llegan estos materiales a los alimentos, su nivel de toxicidad y sus efectos en el ser humano, por lo que era necesario llevar a cabo un plan de trabajo para poder eliminar las lagunas de falta de conocimiento. Los residuos plásticos están muy presentes en los mares, son materiales que no se degradan fácilmente y que se dispersan con suma rapidez, pudiéndose encontrar en cualquier lugar de los mares afectando al ecosistema marino.
Pero la atención se centra especialmente en los microplásticos, partículas cuyo tamaño es inferior a cinco milímetros de diámetro y con distintas formas, dependiendo del tipo de material. Crustáceos y moluscos bivalvos son estudiados porque son alimentos que se consumen con su tracto digestivo y en él pueden estar presentes estas partículas de microplásticos que llegan al organismo humano. Pero los microplásticos también están presentes en los suelos agrícolas, y como en el caso de los mares, también se plantea si es motivo de preocupación.
Los microplásticos son catalogados como un problema ambiental de proporción mundial, hasta la fecha, los ecosistemas marinos han centrado la atención de las investigaciones, pasando por alto que estos materiales también están presentes en la tierra y podrían suponer una amenaza para la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. Esto es algo en lo que están trabajando expertos del Instituto Noruego de Investigación del Agua (NIVA).
De la depuración de las aguas se obtienen lodos que se utilizan como complementos de los fertilizantes tradicionales en la agricultura, ya que contienen nutrientes valiosos para la producción agrícola. Esta aplicación está bien regulada, ya que estos lodos no pueden contener sustancias peligrosas, sin embargo, los microplásticos no están presentes en la agenda reguladora, posiblemente porque en su momento no se consideraron peligrosos, por lo que irremediablemente se está abonando el suelo con estos materiales.
Los investigadores del NIVA han basado su investigación en los países nórdicos, sus cifras sugieren que una gran parte de los microplásticos generados por las sociedades occidentales, terminan en los lodos de las depuradoras de las aguas residuales procedentes de la industria y de los hogares. Dependiendo del país, la cantidad de lodo utilizado como fertilizante varía significativamente, los expertos comentan que en América del Norte y Europa, el 50% de los lodos se reutilizan como fertilizantes. Calculan que entre 110.000 y 730.000 toneladas de microplásticos se transfieren cada año a los suelos agrícolas en Europa y América del Norte, esto es mucho más que el volumen estimado que está presente en los mares.
Los expertos explican que los efectos de la acumulación de microplásticos en los suelos agrícolas son desconocidos, apenas hay conocimiento sobre el efecto que puede tener este material en los organismos que habitan el suelo, tampoco se conoce cuál puede ser su impacto en la productividad y cómo podría afectar a la seguridad alimentaria. Se puede decir que prácticamente ocurre lo mismo que con las investigaciones que se han realizado en el medio marino, quizá será necesario que la EFSA y otras agencias centren también su atención en la presencia de este material en los suelos agrícolas y pongan en marcha una evaluación de los riesgos potenciales que pueden tener estas partículas plásticas en los campos de cultivo.
Se ha desarrollado un modelo para la evaluación de riesgos y la evaluación de escenarios diferentes en la gestión de lodos, que permite simular la aplicación de microplásticos en la tierra y el destino que estos materiales tendrían en suelos y aguas superficiales, con este modelo denominado INCA se pretende arrojar un poco más de luz sobre las consecuencias de las transferencias de microplásticos de las aguas residuales urbanas en el suelo agrícola, algo que apenas se ha considerado por gobiernos, agencias reguladoras e investigadores, centrándose exclusivamente y desde hace poco, en el impacto de este material en el medio marino.
Los investigadores comentan que es evidente que se necesita investigar para obtener respuestas que permitan tener una visión general del problema, de este modo se podrán barajar posibles soluciones a fin de poder seguir trabajando en el reciclaje y salvaguardar la economía circular. La investigación es interesante, puede arrojar luz sobre el impacto de los microplásticos en la producción agrícola y sobre si terminarán afectando de algún modo a la productividad y la seguridad alimentaria de las próximas décadas. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web del Instituto Noruego de Investigación del Agua.
Foto | Beyond Coal and Gas