Expertos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Curtin (Australia), han desarrollado una técnica que permite realizar una prueba para medir el color de la piel y la intensidad de la luz que reflejan sus pigmentos para detectar si se consumen frutas y verduras de forma regular. Los investigadores comentan que el color de la piel es un indicador del consumo de estos alimentos debido a la presencia de carotenoides, pigmentos orgánicos que se suelen encontrar de forma natural en alimentos como las frutas, las verduras o las algas.
La investigación tenía como objetivo determinar si existía una conexión entre el consumo de frutas y verduras, la ingesta de carotenoides y el color amarillento de la piel de los hombres de raza blanca. Los expertos lograron encontrar una conexión utilizando un proceso denominado espectroscopía de reflectancia, proceso por el que se mide el color y la intensidad de la luz que reflejan los pigmentos de la piel. Esta técnica se utiliza como un sistema de diagnóstico para la detección de patologías cutáneas, así como en otras aplicaciones biomédicas, por ejemplo, para medir los parámetros de la calidad de la fruta.
En la investigación se descubrió que las mejores zonas para realizar esta medición eran la frente, las palmas de las manos, las plantas de los pies y los bíceps de los hombres que tenían la piel clara, las lecturas obtenidas fueron claros indicadores del consumo de frutas y verduras en las personas que participaron en esta investigación. En el estudio participaron 30 hombres caucásicos (raza blanca) con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, se procedió a evaluar el color de la piel de zonas que suelen exponerse al sol y en otras zonas que no tienen esta exposición, paralelamente se proporcionó a los participantes un cuestionario para que informaran sobre la frecuencia con la que consumían frutas y verduras durante 30 días.
Los resultados mostraron que el tono amarillento de la piel se asociaba de forma positiva a la ingesta de frutas, verduras y carotenoides, lo que demuestra que la tonalidad amarillenta es un biomarcador viable para determinar si se consumen suficientes frutas y verduras. Por tanto, ya no sería necesario preguntar a una persona si consume suficientes alimentos vegetales, cuya respuesta podría ser falsa o errónea, la prueba determinaría la respuesta. Los resultados de la investigación respaldan los obtenidos en estados anteriores que se realizaron con participantes femeninas, dando una idea de las zonas de la piel que son más adecuadas para ser utilizadas como biomarcadores.
De todos modos, los investigadores comentan que es necesario realizar nuevas investigaciones para determinar con más exactitud la relación encontrada, pero el descubrimiento realizado podría ser de gran interés para nutricionistas y expertos en salud, que ya no deberían depender de lo que les comentan sus pacientes, pudiendo saber con precisión si realizan un consumo adecuado de estos alimentos. En Australia, dos tercios de los habitantes sufren sobrepeso u obesidad y sólo una de cada 20 personas consume las frutas y verduras recomendadas en el marco de una dieta sana y equilibrada, con la técnica descubierta, se podría identificar qué personas tienen un consumo reducido de estos alimentos y comprender el riesgo que tienen de sufrir determinadas enfermedades crónicas por la deficiencia nutricional.
Los expertos comentan que de este modo se elimina la necesidad de confiar en los pacientes para que recuerden e informen sobre el consumo que realizan de frutas y hortalizas, pudiendo afinar más en la configuración de las dietas, así como en las recomendaciones dietéticas para prevenir o superar determinadas patologías. Posiblemente en un futuro, a partir del desarrollo de técnicas como la comentada, se podrá determinar el tipo de dieta de una persona sin necesidad de preguntarle qué come a diario, algo que tiene otras aplicaciones, como saber con más precisión cuál es el consumo medio de frutas y verduras en la población, evitando los cuestionarios donde se depende de la veracidad de las respuestas de las personas.
Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Curtin, y en este otro publicado en la revista científica Journal of Nutrition & Intermediary Metabolism.
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Foto 2 | Oliver Hallmann