El año pasado, la organización internacional Oceana, dedicada a la protección de los ecosistemas marinos, la conservación de los océanos y de las especies marinas amenazadas que los habitan, daba a conocer un informe en el que advertía que el fraude con los productos pesqueros era un grave problema a nivel mundial y que ponía en riesgo los ecosistemas marinos, socavaba la confianza y salud de los consumidores, y afectaba de forma significativa a las empresas que cumplían la legislación.
Tras un minucioso análisis realizado con 200 estudios relacionados con el etiquetado incorrecto de los productos pesqueros o la sustitución de unas especies por otras de menor valor comercial, se concluía que el 20% de unas 25.000 muestras de pescado recogidas en todo el mundo, habían sido etiquetadas incorrectamente. El caso es que cada año se dan a conocer casos de este tipo, hoy podemos saber, a través de un estudio realizado por investigadores brasileños, que más del 17% del pescado que se comercializa en Brasil está mal etiquetado, en la mayoría de los casos se trata de un etiquetado erróneo sujeto al fraude.
Merece la pena recordar que el pescado es uno de los doce alimentos de mayor riesgo de fraude en el mundo, siendo la principal actividad la de etiquetar especies de poco valor comercial con etiquetas de especies de mayor valor comercial. Otros fraudes de mayor envergadura son ofrecer pescado fresco que en realidad no es tan fresco, las piezas pueden haber sido capturadas has 15 días antes, dos semanas, casi nada… de ello hablábamos aquí. En la investigación llevada a cabo en Brasil se recopilaron 255 muestras de productos con 28 nombres comerciales de pescado procedentes de 14 estados de los 26 del país, también se incluyeron productos procedentes de la importación de ocho países.
El gobierno federal brasileño adoptó el código de barras de ADN en el año 2015, se trata de un método de taxonomía (clasificatorio) que utiliza un marcador genético corto del ADN (un gen) de un organismo para identificar su especie. Ese año se detectó un fraude cifrado en un 24%, aunque hay que destacar que sólo se analizaron 30 muestras y éstas correspondían a especies destacadas que están en las pescaderías, supermercados y restaurantes de Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina. Actualmente la base genética es mayor, se han analizado unos 650 pares de bases del gen mitocondrial COI, marcador que se utiliza para la identificación de las especies, posteriormente se creó una lista en la que se emparejaron los nombres comunes de las especies con su nombre científico.
Con esta herramienta adoptada por el Gobierno del país, es mucho más fácil monitorear las muestras marinas y detectar el fraude. Según los resultados, las especies sujetas a supuestos errores de mayor a menor fueron la merluza (6), la corvina (5), la pescada branca (5), el surubí pintado (4), el mero (3), el lenguado (3) y la pescada amarela (3). El mayor grueso de las muestras correspondía a productos de bacalao (31) y salmón (26), aunque en este caso sólo se encontró una muestra errónea.
Los expertos comentan que algunos son casos muy claros de fraude económico, como etiquetar con la designación de ‘lenguado’ a especies como el ‘panga’, o etiquetar como ‘eglefino’ a otras especies de pescado que han sido procesadas, sea como pescado ahumado o carpaccio. De las muestras analizadas que procedían de otros países, sólo se identificó un error en una anchoa procedente de Italia que molecularmente había sido identificada como Engraulis encrasicolus, pero no estaba etiquetada, según la reglamentación brasileña debería ser etiquetada como biqueirão (boquerón), esto delata que el mayor volumen de fraude se realiza a nivel nacional.
Los expertos consideran que en la mayoría de los casos, el etiquetado que no era correcto no era porque se había producido un error, sino que se trataba de sustituciones fraudulentas, ya que en prácticamente todos los casos siempre era una especie de menor valor comercial la que portaba la etiqueta de una especie de mayor valor comercial. Tras la investigación se procedió a realizar inspecciones en las compañías implicadas en los casos de fraude, hasta que demostraron que la producción se había regularizado según las regulaciones brasileñas de etiquetado.
Seguramente no tardaremos en conocer un nuevo informe de Oceana para conocer cuál es la actual situación del fraude con el pescado en el mundo, recordemos que el informe presentado el año pasado se trataba de una revisión del estudio realizado en el año 2014, por lo que será necesario contar con datos más actualizados. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Fisheries Research.
Foto 2 | Boca Dorada