Los productos veganos sustitutos de la carne suelen ser más caros que la carne

Según los resultados de un estudio de mercado realizado por WWF (World Wildlife Fund), los productos veganos sustitutos de la carne suelen ser más caros que la carne, aunque esto es algo que se sabe desde hace tiempo. Para este trabajo se recabó información de los precios de la carne en ocho cadenas alemanas de supermercados entre el pasado mes de abril y el mes de mayo, al cotejar los resultados se constató que productos como las salchichas de tofu o las hamburguesas de soja eran el doble de caras que las salchichas o carne tradicional, que se comercializaba con ofertas y descuentos de entre un 6% y un 56%.

Mientras que unas salchichas de cerdo en oferta tenían un precio medio de 5’67 euros por kilo, las salchichas de tofu costaban una media de 13’79 euros por kilo, es decir, más del doble que las de carne. Los expertos comentan que por lo general, un 85% de la carne que comercializaban los supermercados con descuento era más barata que las alternativas vegetales. Se destaca que en lo que se refiere a campañas de promoción y anuncios, los productos cárnicos se promocionan casi 30 veces más que los sustitutivos de la carne, pero también es verdad que muy pocos productos cárnicos proceden de crianza superior, es decir ecológicos, de hecho, tan sólo un 2% de la carne con descuento tenía la distinción ecológica.

En este sentido, WWF apunta que la adquisición de carne barata se asocia a la cría intensiva que trae como consecuencias la destrucción de las selvas tropicales y las sabanas, el aumento de los gases de efecto invernadero y el calentamiento del planeta, el gasto excesivo de recursos como la tierra y el agua, etc. Para que se pueda ofrecer la carne a precios muy económicos, el ganado es criado con una alimentación basada principalmente en la soja que se importa a gran escala, al respecto, merece la pena retomar la lectura de este post sobre el enorme impacto ambiental que tiene la soja.

Dado que el precio es una cuestión importante para los consumidores, la carne tradicional se valora más que los productos alternativos que, en principio, son más respetuosos con el medioambiente, por ello, la nutrición sostenible se convierte en un problema social. Quienes vigilan el gasto de la cesta de la compra, se ven obligados a comprar carne en lugar de alimentos vegetales sustitutivos, por lo que promover la alimentación saludable y sostenible se convierte en algo complicado cuando el factor precio predomina. Claro, que esta es una cuestión discutible, pues ya sabemos que muchos productos veganos son ultraprocesados y ni son tan sostenibles ni son tan saludables por su contenido en sal, por no aportar las suficientes proteínas, etc.

Algunos expertos como el investigador Antje Risius de la Universidad de Gotinga (Alemania), comentan que el mercado de la carne está consolidado y que los productos alternativos siguen siendo un grupo de “recién llegados”. La carne tiene una mayor ventaja competitiva, ya que cuenta con estructuras bien establecidas en cuanto a productividad, logística, etc. Incluso con una producción más eficiente y sostenible, los precios son más razonables que los de los alimentos sustitutivos.

El experto apunta que muchos alimentos vegetales que se producen como alternativa a la carne se encuentran en fase de desarrollo, por lo que todavía es necesario realizar inversiones relativamente altas que encarecen los productos, a esto sumamos el procesamiento, cada procesamiento encarece el producto y recordemos que algunos de estos alimentos se consideran ultraprocesados, si a esto añadimos todos los pasos habituales en la cadena alimentaria, envasado, transporte, la intervención de los intermediarios, etc., es lógico que el producto final tenga un coste excesivo para los consumidores.

También se puede hablar del precio de algunas verduras que, a pesar de no ser productos procesados, a veces son más caras que la carne, y esto condiciona en parte el proceso de producción la temporada, los intermediarios, etc. El tiempo de producción es también un condicionante de peso, se puede engordar un pollo en 30 días con el sistema industrial actual, en cambio, obtener un brócoli desde que se siembra hasta que se cosecha son, al menos, 90 días. En definitiva, aunque poco a poco cada vez más personas se suman a reducir el consumo de carne, tardará muchos años en producirse un cambio significativo.

Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de WWF.

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