Un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) ha llevado a cabo un estudio para determinar la efectividad del etiquetado de los alimentos con mensajes de advertencia para la salud en las personas que hacen dieta, los resultados obtenidos muestran que no son efectivos y que pueden llegar a ser contraproducentes. Para demostrar la efectividad de este tipo de mensajes se llevaron a cabo tres experimentos, de las conclusiones obtenidas se desprende que los prouctos alimentarios deben incluir información sobre los efectos positivos y negativos para la salud.
En el primer estudio participaron 380 personas a las que se les pidió que leyeran un mensaje positivo, uno negativo y otro neutro sobre un postre. Las personas que seguían una dieta y que vieron el mensaje negativo tenían pensamientos más positivos sobre los alimentos poco saludables, lo que muestra que estas advertencias para la salud en realidad terminan haciendo más atractivos estos alimentos a quienes realizan algún tipo de dieta, algo que no ocurría con quienes no seguían una dieta. No se apreciaron cambios al leer mensajes positivos o neutros.
En el segundo estudio participaron 397 personas que leyeron un mensaje positivo o negativo en alimentos azucarados y posteriormente vieron un vídeo de corta duración mientras comían galletas de chocolate. Las personas que estaban a dieta y leyeron el mensaje negativo consumieron un 39% más de galletas que las personas que hacen dieta y leyeron un mensaje positivo. Quienes no seguían una dieta no se vieron afectados por ninguno de los dos tipos de mensajes.
En el tercer estudio los investigadores se centraron en la elección de aperitivos y se procedió a examinar las reacciones de los participantes cuando un alimento contenía los dos tipos de mensajes, positivos y negativos, sobre el producto que tenían que comer para constatar si esta estrategia podría reducir los efectos contraproducentes antes citados. 324 personas participaron en este estudio, quienes veían sólo el mensaje negativo eligieron un 30% de aperitivos más saludables, en cambio, esta tasa se elevó hasta el 47% en las personas a dieta que leyeron los dos tipos de mensajes.
Ya que se pretende frenar el abuso de determinados alimentos que no son recomendables para la salud por su elevado contenido en azúcar, el Gobierno estadounidense y sus agencias tratan de que estos alimentos incluyan mensajes negativos a fin de proporcionar a los consumidores información sobre el riesgo que pueden correr al seguir una alimentación poco saludable. Sin embargo, esta investigación demuestra que esta es una estrategia errónea, transmitir únicamente información negativa sobre la comida conduce al incremento de la ingesta de estos productos en quienes realizan dieta. Los resultados muestran que estos mensajes negativos hacen que los productos alimentarios terminen resultando más atractivos, por ello consideran que en los alimentos se debe incluir tanto la información positiva como la negativa.
Recordemos que últimamente se han presentado proyectos legislativos que no han prosperado con el propósito de incluir mensajes de advertencia en los refrescos azucarados tipo: “abusar de este producto favorece el sobrepeso y la obesidad”, “un refresco azucarado aumenta el riesgo de sufrir diabetes”, “los refrescos azucarados incrementan el riesgo de caries”, etc. Según los resultados de la investigación, también se deberían incluir mensajes positivos, algo difícil teniendo en cuenta que existe poco espacio en los envases para ello.
Quizá lo prohibido o lo peligroso se vuelve tentador, de ahí que esos mensajes terminen volviéndose contra quienes realizan dieta, de ser así, las empresas de alimentación y bebidas azucaradas que se han opuesto a las iniciativas de incluir mensajes de advertencia no habrían puesto pegas, ya que beneficiaría a sus negocios. Pero no nos terminan de convencer los resultados, por lo que esperaremos a que se desarrollen nuevos trabajos que puedan ratificar las conclusiones que han obtenido los expertos de la Universidad de Arizona, podéis conocer más detalles a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Cornell.
Foto | jeffreyw