Hace unos meses, la Asociación de Ganaderos de Estados Unidos (USCA) envió una petición al USDA (Departamento de Agricultura del país) para que llevara a cabo una distinción entre la carne convencional y la carne de cultivo o in vitro. Solicitaba que se introdujeran reglas de etiquetado para que la carne de laboratorio u otras alternativas vegetales no pudieran utilizar el término “carne”, ya que no son productos que deriven del sistema de ganadería tradicional, donde los animales nacen, son criados y sacrificados para el consumo humano.
A esta petición contestaron organizaciones como Good Food Institute, argumentando que la carne es carne, sea producida en una granja o en un laboratorio, ya que esta última está formada por grasa animal, músculos y células de tejido conjuntivo que se han cultivado in vitro en vez obtenerse de un animal vivo, por lo que no existen razones para que no se pueda identificar como carne. Lo cierto es que los ganaderos están preocupados sobre cómo la floreciente industria de la denominada carne limpia y sostenible puede afectar al sector y tienen razones para ello, ya que incluso los grandes procesadores de carne ven la carne de cultivo como una gran oportunidad de negocio y no como una amenaza.
A los ganaderos se les complican las cosas, ya que NAMI, una asociación nacional que representa a las empresas procesadoras de carne, como Tyson Food o Cargill, compañías que han invertido en el negocio de la carne de cultivo, ha instado a que se rechace la petición que ha realizado la Asociación de Ganaderos de Estados Unidos con el argumento de que podría frenar la innovación en el segmento de la carne. La asociación considera que el FSIS (Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria) no debe exigir que cualquier producto etiquetado como “carne” proceda de animales nacidos, criados y sacrificados, ya que eso sería favorecer los intereses de la industria ganadera de forma imparcial, avalando las prácticas y procedimientos que utiliza en la actualidad sin considerar mejoras o avances como el que ofrece la carne de cultivo.
NAMI comenta que el FSIS aprobó la petición y que quizá ceda la jurisdicción de los productos cárnicos cultivados a la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos), lo que podría causar un caos en el mercado. Las reglas del etiquetado de los productos cárnicos están en vigor y fueron aprobadas por el USDA (Departamento de Agricultura del país), la FDA no utilizaría un proceso de aprobación similar al del USDA, lo que podría derivar en un etiquetado engañoso. Dado que la FDA trabaja de un modo distinto y teniendo en cuenta la limitación de recursos que sufre en relación a cuestiones que tienen que ver con la seguridad alimentaria, la organización representante de los procesadores considera necesario que el FSIS sea quien regule este sector.
Merece la pena recordar que recientemente se pidió al USDA la regulación de la carne de cultivo a través de un Proyecto de Ley de Gastos, algo que no tiene sentido y que se sale de contexto. Podría sorprender que MANI no haya hablado de esta cuestión, ya que supone que el USDA deberá dictar las normas para las inspecciones, así como su frecuencia en la fabricación y procesamiento de estos nuevos alimentos y otros requisitos necesarios para evitar la adulteración y el falso etiquetado de estos productos. Las empresas de la carne de cultivo consideran que no es necesario poner nuevos marcos reguladores, porque los existentes son adecuados y suficientes para regular sus productos, ya que el producto final es sustancialmente equivalente en composición y calidad nutricional a los productos cárnicos que actualmente existen en el mercado.
Por otro lado, y según leemos aquí, el Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI) también insta al USDA a rechazar la petición de los ganaderos, y argumentó que la FDA y la FTC son las agencias más apropiadas para supervisar el etiquetado y comercialización de la carne de cultivo, asegurando que el gobierno federal no necesita restringir el uso de los términos ‘carne’ y ‘carne de vacuno’ en la carne de cultivo a fin de evitar la confusión del consumidor, siempre que estos términos se utilicen con el contexto aclaratorio adecuado. El CSPI considera que cualquier posibilidad de confusión por el etiquetado de la carne de cultivo o la procedente de materias primas vegetales, no sería por el uso del término carne, sino por la falta de un contexto adicional que explicara claramente la procedencia de los productos.
Como ya hemos comentado anteriormente, la industria de la carne de cultivo todavía no ha despegado, pero se está encontrando todo tipo de trabas generadas por el sector ganadero que teme los cambios y cómo van a afectar a su negocio. Pero creemos que al final tendrán que aceptarlos y adaptarse al nuevo panorama en la producción de carne, sobre todo sabiendo que los grandes procesadores están apostando por este modelo de producción. Seguramente no tardaremos en conocer nuevas noticias sobre este tema.