Las necesidades alimentarias se incrementan año tras año, pero también la presión para ofrecer alimentos a un bajo coste, se trabaja en tierras de cultivo cada vez más degradadas y despojadas de nutrientes, lo que obliga a depender de fertilizantes y plaguicidas en el actual sistema de agricultura intensiva. A pesar de que la población se ha duplicado desde la década de los 50, la superficie de cultivo sólo se ha incrementado en un 10%, a esto hay que añadir que la capacidad de producir alimentos se ha estancado debido a que muchos cultivos básicos están en sus límites fisiológicos de crecimiento, de ello nos hablaba el analista ambiental Lester Brown.
Pero también hay que destacar los efectos del cambio climático, el aumento de las temperaturas calculado en 3’5 grados centígrados para el año 2040 provocará que el rendimiento de cultivos como el trigo o la cebada se reduzca en un 20%, de ello hablábamos en este post. Pues bien, hoy conocemos un informe de Greenpeace titulado ‘Los pesticidas y nuestra salud, una preocupación creciente‘, en él se destaca que muchas de las sustancias que forman parte de los plaguicidas sintéticos que se han utilizado en las últimas décadas para la producción de alimentos, se han propagado afectando a nuestro entorno, sustancias que no se degradan con facilidad y que siguen estando presentes en el medio ambiente.
Durante los últimos años ha aumentado la comprensión científica sobre las consecuencias que tienen las sustancias químicas de los plaguicidas en el medio ambiente y en la salud humana, se han realizado numerosos estudios que arrojan como resultado la relación entre estas sustancias y la aparición de problemas de salud como el retraso en el desarrollo cognitivo, trastornos neurológicos e inmunológicos, cáncer, etc.
A pesar de ello, demostrar sin que existan dudas que la exposición a un plaguicida en particular provoca determinadas enfermedades y problemas de salud, es un reto importante. Por un lado no existen grupos humanos que estén libres completamente de la exposición a los plaguicidas, por otro lado muchas de las enfermedades son multicausales. También hay que tener en cuenta que a diario estamos expuestos a través de distintas rutas a todo tipo de mezclas químicas que no proceden de los productos fitosanitarios.
A través de la alimentación estamos expuestos a un cóctel de plaguicidas, recordemos que en el mes de marzo hablábamos de un informe de la EFSA en el que se concluía que más de un 97% de los alimentos de la Unión Europea contienen plaguicidas, aunque sea dentro de los límites legales. La mejor opción sería consumir alimentos ecológicos para estar menos expuestos a los plaguicidas, concretamente a los plaguicidas organofosforados, algo que se demostraba en este estudio. Evidentemente esto no es posible por muchas razones, pero principalmente por el precio y la disponibilidad.
En el campo se utilizan plaguicidas que terminan contaminando el agua y la tierra, además son absorbidos por los cultivos y otras especies vegetales que no son objetivo de la fumigación. En las ciudades también se fumiga para controlar las plagas en el hogar, en los jardines y en zonas de recreo, se utilizan herbicidas, fertilizantes, etc. Evidentemente la proporción es menor que en el campo, pero es un añadido más sobre la exposición que tenemos a estos productos químicos.
Estamos expuestos a los plaguicidas y otros productos fitosanitarios a través del aire que respiramos, a través de la alimentación y el agua, pero algunos grupos de población están más expuestos que otros y son más vulnerables a la exposición, como por ejemplo los agricultores y especialmente quienes trabajan en invernaderos, algo que se ha demostrado con investigaciones en las que se han determinado los niveles de plaguicidas en cabello y sangre. Greenpeace explica que los fetos también son un grupo muy vulnerable, las sustancias químicas a las que están expuestas las madres durante el embarazo pasan directamente a los fetos, provocándoles todo tipo de problemas de salud. Podemos citar la investigación realizada en el año 2006 por una investigadora del departamento de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada, la experta aseguraba que las mujeres embarazadas contenían al menos un pesticida en la placenta, que está asociado a dos tipos de malformaciones, el criptorquidismo y la hipospadia.
El informe ‘Pesticides and our Health, a growing concern‘ realizado por Greenpeace es extenso, lo podéis consultar en este enlace (Pdf), la organización propone como solución la agricultura ecológica como el mejor y único camino para poder reducir la exposición a los plaguicidas, además destaca que la producción ecológica es la mejor forma de producir alimentos de manera sostenible, y sin tener que depender de sustancias químicas que contaminan los alimentos. Claro, que esta es una solución realmente complicada y prácticamente imposible de ejecutar, son muchos los factores que impedirían la implantación de la producción ecológica de forma generalizada como medio para alimentar a la humanidad.