Ya han pasado dos años desde que se presentó el documento en el que se solicitaba la libre decisión sobre el cultivo de transgénicos por cada estado miembro de la Unión Europea. Se iniciaba un debate que en principio no era bien aceptado por la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso se mostraba reacio y declaraba que renacionalizar este tipo de decisiones no era algo positivo para la UE. Posteriormente, en un giro de 180º, la política de la Comunidad Europea cambiaba y decidía adoptar un nuevo sistema de evaluación y autorización de alimentos transgénicos, sistema que obviaba el intento de imponer estos alimentos en los países miembros de la UE. Nuestro país no estaba de acuerdo y se oponía a la renacionalización de las decisiones individuales, de ello hablábamos en el post Peligra el nuevo sistema de evaluación y autorización de alimentos transgénicos. Pues bien, a partir de ahora, los países de la Unión Europea decidirán individualmente sobre el cultivo de transgénicos.
La aprobación o prohibición de alimentos modificados genéticamente se renacionaliza siendo competencia exclusiva de cada país, esto es algo que se ha aprobado en el Parlamento Europeo por mayoría, pero recordemos que la decisión debe ser ratificada por el Consejo de Ministros. Recordemos que en las decisiones de la UE intervienen tres instituciones, la Comisión Europea que en teoría defiende los intereses de la UE en conjunto pero obvia la decisión individual de cada país, el Parlamento Europeo, representación de los ciudadanos de la UE, y finalmente el Consejo de la Unión Europea, organismo que representa a los países miembros a nivel individual. La libertad de elección será recibida de distinto modo por cada país, recordemos que Austria no quiere transgénicos en Europa, y esta decisión permitirá la entrada de alimentos transgénicos con más facilidad.
La propuesta que en su momento hizo Holanda, para que los países que forman la Unión Europea tuvieran mayor potestad para decidir si desean importar o cultivar productos transgénicos, y así afrontar la falta de materia prima en Europa, ha prosperado. A pesar de que la CE no estaba de acuerdo, parece ser que este organismo vio la oportunidad para introducir los transgénicos de forma más rápida, de ahí su cambio de política. La norma ha evolucionado desde su propuesta inicial, primero se pretendía estudiar lo que se conoce como medios receptores o lugares donde se plantarían los nuevos cultivos transgénicos, esto es algo que nunca se llevó a cabo. La explicación que ofrece la eurodiputada Corine Lepage es que cada medio receptor es muy diferente, todos los países son distintos, no tienen el mismo ecosistema, clima, etc., algo que no se puede evaluar en toda Europa.
Algunos países van a permitir la entrada de todo tipo de alimentos modificados genéticamente a fin de no descolgarse de la carrera biotecnológica y del negocio que supone, sería interesante recordarles que la ONU aconseja la ecoagricultura como la opción más acertada, saludable, respetuosa con el medio ambiente, y además muy rentable, así se mostraba en un informe realizado por Sr. Olivier De Schutter, Relator Especial sobre el derecho a la alimentación. Aunque se hablaba de los países en vías de desarrollo, se puede aplicar perfectamente a los países desarrollados. Y no nos engañemos, los alimentos transgénicos no son tan productivos, recordemos que Pere Arús, investigador agroalimentario del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria), indicaba que el maíz transgénico es hasta un 15% más productivo donde hay taladro, pero sin taladro, son incluso menos productivos.
España se oponía a la renacionalización de estas decisiones, era más fácil y cómodo que el veto o aprobación proviniera del seno de la UE, ahora deberá tomar las decisiones, ¿atenderá a las miles de personas que no quieren cultivos transgénicos?, o por el contrario, ¿mantendrá su política favorable a los transgénicos al 110%?
En la noticia que hemos podido conocer a través de Euro News nos hablan de los países o ciudades que están a favor o en contra de los alimentos transgénicos, nos hablan de la imposibilidad de que se puedan producir cruces genéticos adoptando las medidas oportunas como delimitar zonas de cultivos transgénicos, distancias de seguridad frente a otros tipos de cultivo, como ejemplo nos hablan de un experimento con el maíz y transcribimos a continuación el texto, “El año pasado hicimos un experimento y demostramos claramente que una distancia de 50 metros entre un campo de maíz genéticamente modificado y uno sin OGM es absolutamente suficiente”.
Al respecto, será interesante retomar la lectura del post Alimentos transgénicos en España, consecuencias reales, o el post Afectados por los alimentos transgénicos en España, en su lectura podíamos saber que el MARM (Ministerio del Medio Ambiente, Medio Rural y Marino) reconocía que se producía contaminación transgénica y que los cultivos ecológicos sufrían las consecuencias. La nueva reglamentación que permite que cada país comunitario decida individualmente sobre el cultivo de transgénicos va a dar mucho que hablar, veremos qué ocurre en cada país, de momento parece que la Comisión Europea se va a salir con la suya.
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