En el mes de junio, a través de esta investigación canadiense pudimos saber que los seres humanos consumimos una gran cantidad de microplásticos a través de los alimentos, de artículos de consumo, del aire que respiramos, etc. Según los cálculos, se ingieren decenas de miles de partículas de microplástico al año. Mientras, se llevan a cabo varias investigaciones para determinar si estas partículas plásticas pueden provocar problemas de salud en los seres humanos, aunque algunas agencias, como la EFSA, han comentado que, a pesar de la falta de conocimiento sobre el tema, es poco probable que estos materiales sean perjudiciales para los consumidores.
Pues bien, hoy conocemos una investigación realizada por expertos del Centro Médico de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) en el que se concluye que los microplásticos y nanoplásticos podrían afectar a la salud humana. Esta investigación ha sido presentada en Plastic Health Summit (Cumbre Mundial sobre la Salud Plástica), donde se dan a conocer los resultados de las últimas investigaciones sobre microplásticos y nanoplásticos en relación a la salud.
A esta cumbre organizada por la Plastic Soup Foundation, organización que tiene como objetivo crear conciencia sobre el problema del plástico, educar a las personas y apoyar el desarrollo de soluciones, han acudido una gran cantidad de científicos, responsables políticos, expertos y otras personas influyentes unidos en un objetivo común, la búsqueda de respuestas a preguntas relacionadas con el mundo de los plásticos, que pueden marcar un punto de inflexión y cambiar el futuro.
Según la investigación presentada, las células inmunes de nuestro organismo que reconocían y atacaban a los microplásticos y nanoplásticos, morían rápidamente después de entrar en contacto con estos materiales. Los expertos creen que la tasa de muerte de las células inmunes que detectan partículas de plástico, es muy superior a la tasa de células del sistema inmunológico en su actividad habitual de fagocitar bacterias y otros cuerpos extraños. Si estos datos se confirman, son un gran motivo de preocupación y obligaría a agencias como la EFSA a rectificar sus conclusiones.
En la investigación, los expertos colocaron sangre con células inmunes en una Placa de Petri a la que añadieron partículas de plástico de diferentes tamaños, considerando que las partículas de hasta veinte micrómetros de tamaño podrían penetrar en el organismo humano. Los expertos comentan que diferentes sustancias del medio ambiente y del interior de nuestro cuerpo pueden unirse a estas partículas plásticas actuando como un recubrimiento, por ello en el experimento se utilizaron, además, dos tipos de partículas, limpias y con recubrimiento.
Los resultados mostraron que las células inmunes ignoraban los microplásticos libres de recubrimiento, por lo que se deduce que no se reconocían como intrusos en el organismo. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con los microplásticos con recubrimiento de un tamaño de 10 micras, las células inmunes las atacaron y encapsularon como hacen habitualmente con las bacterias, pero murieron poco después. Para los expertos, se trata de un descubrimiento importante cuyas consecuencias son desconocidas, por lo que se requiere llevar a cabo más investigaciones en profundidad.
Con los microplásticos de menor tamaño los resultados fueron distintos, las partículas con recubrimiento fueron fagocitadas sin que pareciera afectar a las células inmunes. Esto parece menos problemático a primera vista, pero los investigadores se preguntan qué puede ocurrir a largo plazo, ya que estas partículas no se pueden degradar y podrían acumularse en nuestro organismo. Queda mucho por investigar, los expertos comentan que realizarán nuevos ensayos con partículas expuestas al medio ambiente a fin de acercarse un poco más a la realidad de lo que ocurre cuando entran en contacto con nuestro organismo. También tienen previsto realizar ensayos con roedores de laboratorio para comprobar cómo reaccionan las células inmunes del hígado, etc.
A través de este artículo publicado en la página del Centro Médico de la Universidad de Utrecht podréis conocer más detalles de esta investigación.
Foto| Todd Morris