Los germinados son una excelente fuente de vitaminas, minerales, enzimas y oligoelementos. Conforman uno de los alimentos vivos más antiguo que se conoce, utilizados hace desde aproximadamente seis mil años en China, no sólo como alimento, sino como remedio terapéutico.
Los germinados se obtienen de semillas, granos o legumbres, preferiblemente no tratados, la germinación es el paso de la semilla a la planta. Para ello se suceden varios procesos biológicos fruto del calor, la humedad y el oxígeno, que transforman la composición de los granos en un alimento más saludable.
Los hidratos y almidones se convierten en azúcares simples (éstos hacen que los germinados sean más sensibles a bacterias, levaduras y mohos, por eso deben consumirse bien frescos) de fácil digestión y liberación rápida de energía, las grasas se convierten en ácidos grasos, las proteínas en aminoácidos, se sintetizan enzimas y vitaminas que liberan minerales que el organismo asimila mejor, se forma clorofila…
Como vemos, los germinados son tremendamente saludables y para aprovechar aún mejor sus cualidades, se recomienda tomarlos en crudo. Podemos escoger entre una amplia variedad de germinados, combinados o por separado, para platos principales o segundos platos, incluso empezar la comida con una ensalada de germinados es una opción sana y además deliciosa.
Podemos ampliar la información de los beneficios para la salud que tienen los germinados, con las características individuales por semillas o granos si lo deseáis, pero hoy trataremos cómo hacer germinados. Aunque actualmente hay a la venta germinadores que proporcionan el hábitat necesario para la operación, también podemos hacerlos por el método tradicional.
No hace falta ningún aparato especial, con un simple recipiente de cristal y una gasa se pueden preparar, vamos, como a la mayoría nos enseñaron en la escuela. Ahora escoge de qué deseas obtener germinados, pueden ser de lentejas, de cebolla, de alfalfa, de arroz, de garbanzos, de guisantes, de berros, de soja, de mostaza…. siempre a partir de semillas de alta calidad biológica, que no hayan sido tratadas.
Colocamos las semillas previamente lavadas en un tarro de cristal de boca ancha y las cubrimos con agua (mejor que no sea del grifo), unas tras partes de agua por una de semillas. Tapamos el bote con una gasa que sujetaremos con una goma elástica y dejamos en un lugar cálido, a unos 20º C, y oscuro durante 10-15 horas, el tiempo depende de las semillas que queramos germinar.
Debemos enjuagar las semillas dos veces al día y después del primer día sólo dejarlas húmedas, hasta que veamos que aparecen los primeros tallos, la gasa nos permitirá este proceso sin necesidad de retirarlas del recipiente. Según el tipo de semilla, los brotes aparecerán entre el segundo y el cuarto días, la temperatura influye mucho en el tiempo de germinación. Una vez que aparezcan los brotes ya los podemos consumir, pero antes debemos enjuagarlas bien con agua con la ayuda de un colador.
Si tenemos los brotes con unos 2 o 3 centímetros de largo, podemos exponerlos indirectamente a la luz solar durante unas dos horas para que se forme la clorofila en las hojitas y se pongan de color verde, el sabor también será más agradable. Si quieres retirar las pieles de las semillas, puedes introducir los germinados en un cuenco con agua, las cáscaras flotarán y se podrán retirar fácilmente.
Los brotes o germinados podemos conservarlos un máximo de una semana, siempre que se encuentren en el frigorífico, en un tarro de cristal que sea hermético. Cuanto más frescos, más ricos y más sanos. ¿Cuáles son los primeros que vas a preparar?