Empieza la época de los espárragos, de abril a junio vestiremos nuestros platos con un alimento de temporada muy apreciado, siempre que el clima y la naturaleza no se trastoque demasiado, pues ya leíamos a principios de marzo que en Tolosa se habían adelantado un mes, mientras que de Granada nos llegaba la noticia de que la sequía podría provocar hasta tres millones de kilos menos de espárragos que la temporada anterior.
Encontramos dos tipos de espárragos, los blancos y los verdes trigueros (de la diferencia entre espárragos trigueros y espárragos verdes ya hablaremos). Ya sabemos que los primeros lucen un blanco impoluto porque están escondidos del sol durante su desarrollo, crecen bajo tierra. Si se tornan ligeramente violáceos pierden valor, pero no nutritivo.
Los espárragos verdes, al crecer en contacto con la luz del sol, desarrollan clorofila, además de otorgarle el color verde, le otorga propiedades muy interesantes para el organismo y un sabor muy apreciado y genuino.
Cuentan que el espárrago es de origen mediterráneo, que fue introducido en España por los romanos durante el periodo de ocupación. Se convirtió en el vegetal preferido por la burguesía, cuando sólo se consumían espárragos verdes, pero fue a finales del siglo XIX cuando se inició el cultivo bajo tierra apareciendo los espárragos blancos. Actualmente, los lugares de mayor producción de espárragos son Italia, Francia y Alemania, mientras que en nuestro país son muy valorados los espárragos de Navarra y los de Huétor-Tájar.
Pero no sólo se trata de un sabroso producto que nos trae la madre naturaleza, es versátil y elegante, simple y rústico, de nosotros depende el valor que dé al plato. Los hagamos a la plancha o los convirtamos en un sugerente flan, las propiedades de los espárragos no son nada desdeñables.
Los espárragos son ricos en potasio y pobres en sodio, por lo que resultan diuréticos y depurativos, indicados en caso de hipertensión, de retención de líquidos y en algunos casos de cálculos renales. También son ricos en fibra, necesaria para el buen funcionamiento del tránsito intestinal.
Los espárragos, la yema tierna de la esparraguera (asparagus officinalis) son una gran fuente de vitaminas (vitamina A, C, B y E) y minerales (potasio, calcio, fósforo, magnesio), ofrecen un gran poder antioxidante y son ideales para las dietas de adelgazamiento, recordemos que están compuestos por un 90% de agua, 100 gramos de espárragos proporcionan sólo 23 calorías, también hidratos de carbono, proteínas y sólo 0,17 gramos de grasas.
Se pueden consumir crudos, cocidos, fritos, a la plancha, a la brasa, gratinados, en guisos… como podemos encontrar distintos calibres, desde delgados a extra gruesos, cada uno resultará ideal para un tipo de cocción.
Seguro que los primeros espárragos que recolectemos esta primavera irán destinados a inaugurar la temporada con una tortilla de espárragos, un plato tan sencillo y tan rico. Otra de las elaboraciones que más nos hacen disfrutar de los espárragos es todavía más sencilla, a la parrilla con un poco de sal y aceite de oliva. Es fácil aderezar este vegetal, con queso parmesano son una delicia, también con jamón serrano, ¿qué combinaciones nos propones tú?