Un estudio conjunto desarrollado por investigadores de la Universidad de Southampton (Reino Unido), la Universidad de Hawái (Estados Unidos) y la Universidad de Columbia Británica (Canadá), concluye que los datos de la pesca de arrastre son mayores de lo que se creía, lo que ha provocado que las decisiones tomadas para preservar los ecosistemas marinos se basen en datos incorrectos que tienen consecuencias graves para estos ecosistemas.
Como sabemos, la pesca de arrastre o retropesca es una modalidad de pesca en la que se emplea una red con lastre que barre el fondo marino, capturando todo lo que se cruza a su paso y siendo una de las menos selectivas que existen, aunque está regulada en la mayoría de países, muy pocos la prohíben. Según las estimaciones del estudio, en los últimos 60 años la pesca de arrastre ha provocado la extracción de 25 millones de toneladas de peces, que viven a una profundidad a partir de 400 metros, lo que conduce a un colapso de muchas de esas poblaciones de peces.
El estudio realizado se basa en los datos de las capturas realizadas entre el año 1950 y el año 2015 procedentes del proyecto Sea Around Us, iniciativa de investigación internacional y miembro del Global Fisheries Cluster de la Universidad de British Columbia, que tiene el objetivo de eliminar los subsidios perjudiciales y crear redes extensas de áreas marinas protegidas, reconsiderar el modelo actual de acuicultura, reducir el exceso de capacidad de pesca y reorientar a las pesquerías a los sectores de pequeña escala, que son cruciales para las preocupaciones de seguridad alimentaria nacional en los países en desarrollo.
La investigación revela que se ha capturado un 42% más de pescado de lo que se ha informado a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), lo que significa que las administraciones de las pesquerías están tomando decisiones que están basadas en datos incorrectos, por lo que las soluciones que se adoptan para preservar las especies no son eficientes y tienen consecuencias dramáticas para los ecosistemas marinos. La investigación ha examinado el estado de 72 especies de peces de aguas profundas que son capturadas por los pesqueros de arrastre en todo el mundo, muchas de ellas han sido explotadas a niveles insostenibles.
Merece la pena recordar que la pesca de arrastre no realiza capturas selectivas, muchas de las especies capturadas no tienen valor comercial, pero si un gran valor biológico, algo que se referencia en el estudio. En este sentido los Monster Boat, barcos de pesca capaces de capturar hasta 350 toneladas de pescado en un sólo día, son los que hacen más daño al ecosistema marino, ya que llevan a cabo una pesca que no es sostenible realizando una excesiva captura de especies comerciales y no comerciales, a la vez que se arrasan los fondos marinos.
El estudio cita como ejemplo las capturas de la especie Coryphaenoides rupestris, cuyo volumen capturado en el año 2001 alcanzó las 60.000 toneladas en el Atlántico Nororiental, su población estaba tan sobreexplotada que se impuso en el año 2006 una moratoria (veda) en las aguas noruegas. Una de las razones del colapso es precisamente el uso de las redes de arrastre, que han provocado que los ejemplares más jóvenes que todavía no habían alcanzado la madurez reproductiva, fueran capturados junto a los ejemplares adultos, reduciendo significativamente la capacidad de la especie para recuperarse.
Como decíamos, se trata de una pesca no selectiva, los ejemplares capturados que no tienen valor comercial o que no se pueden comercializar por su tamaño, son, o bien arrojados por la borda muertos, o se utilizan para la elaboración de harina de pescado. Según las estimaciones del estudio, se descartaron seis millones de toneladas de pescado, mientras que las pesquerías de aguas profundas sólo contribuyeron con el 0’5% de los desembarques pesqueros totales.
Existe una necesidad de mantener este negocio a pesar de la inviabilidad financiera, lo que provoca que las flotas pesqueras busquen continuamente nuevas especies para pescar, teniendo como objetivo a especies que ya estaban siendo capturadas sin ser objetivo. Se crea un nuevo mercado en torno a estas especies hasta que se agota el stock pesquero y posteriormente se crean regulaciones para evitar la pesca, pero se puede decir que es muy complicado que la especie pueda recuperarse tras años de actividad, siendo capturas incidentales o como objetivo.
Con las pesca de arrastre se han destruido todo tipo de especies de las profundidades que forman los hábitats, lo que ha alterado los ecosistemas de un modo que no se conoce en profundidad. En el estudio, que podéis consultar en este artículo de Frontiers in Marine Science, explica cómo se ha realizado el trabajo a partir de una lista de especies de peces revisada por expertos independientes que fueron capturados por arrastre, sea como objetivo o como captura incidental. Se han obtenido datos de la FAO, pero también de agencias locales, se han identificado sectores no incluidos en los informes oficiales, etc.
El estudio describe los patrones históricos en las capturas de las pesquerías de arrastre de aguas profundas entre 1950 y 2015, comparando y complementando los datos de desembarques de la FAO, con desembarques y descartes no declarados. Se demuestra que las capturas se han subestimado en un 42%, incluyendo los desembarques no declarados como los descartes, que han contribuido por igual a esta discrepancia de datos. Las estimaciones sugieren que una buena parte de la biomasa que abarca tanto especies de peces comerciales como peces y otras especies de valor biológico, ha sido eliminada lo que ha provocado la alteración del ecosistema de un modo que todavía no se puede llegar a entender.
Como explican aquí, si los datos no son correctos, las medidas que se adopten para intentar recuperar las especies difícilmente solucionarán el problema.