Según un estudio realizado por el Centro Común de Investigación de la Unión Europea, los consumidores de la UE desperdician miles de millones de kilos de frutas y verduras al año, los datos muestran que se generan aproximadamente unos 35’3 kilos de desperdicios de frutas y verduras por persona y año, lo que supone que se tiran anualmente más de 17.000 millones de kilos de esto alimentos frescos. Según los estudios a nivel nacional en los países comunitarios, frutas y verduras contribuyen en casi el 50% del desperdicio alimentario que se genera en los hogares de la UE.
Recordemos que según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se desecha hasta un tercio de la producción agrícola mundial, estimación basada en un estudio realizado hace unos años por el Instituto de Biotecnología y Alimentos SIK (Suecia), en el que se concluía que unos 1.300 millones de toneladas de alimentos se tiraban a la basura cada año. Para los responsables del nuevo estudio esto es algo de esperar, ya que estos alimentos representan alrededor de un tercio de las compras totales de alimentos que realizan los consumidores.
El estudio del Centro Común de Investigación ha descubierto que 14’2 kilos de los desperdicios de frutas y verduras por persona y año se podrían evitar simplemente aplicando estrategias de prevención específicas, por otro lado, se apunta que aquellos residuos que no son evitables, como las partes que no son comestibles (cáscara, piel, huesos, etc.), podrían gestionarse de una forma más sostenible para que formaran parte de la economía circular, estrategia que tiene por objetivo reducir la entrada de materiales y la producción de desechos vírgenes.
Los expertos explican que los resultados de la investigación tienen implicaciones para las políticas comunitarias en materia de prevención y gestión de los desperdicios alimentarios en el hogar, por lo que proponen un modelo que puede ayudar a establecer prácticas estandarizadas, así como diferencias en la generación de residuos entre los países, investigar los efectos de diferentes patrones de consumo en la generación de residuos y estimar el potencial de la reutilización de los residuos inevitables en otros sistemas de producción, algo de gran interés para una economía circular.
Este modelo para estimar la cantidad de residuos domésticos evitables e inevitables de frutas y verduras que se generan en los hogares de la Unión Europea, se desarrolló a partir del calculo de desperdicios inevitables procedentes de la preparación o el consumo de alimentos que no son y nunca han sido comestibles en circunstancias normales, y los desechos que son evitables, alimentos que antes de su eliminación eran comestibles, en 51 tipos de frutas y verduras consumidas en seis países comunitarios, Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Finlandia, Reino Unido y España.
Según los resultados, cada año se producen 21’1 kilos de desechos inevitables y 14’2 kilos de desechos evitables, en promedio, se desperdicia un 29% o 35’3 kilos de frutas y verduras por persona, de los cuales el 12% son perfectamente evitables. Los responsables de la investigación han encontrado que existen grandes diferencias en los residuos evitables e inevitables generados por los diferentes países debido a los diferentes niveles de comportamiento de los consumidores que están asociados a factores económicos y culturales, así como a los diferentes patrones de consumo existentes. Como ejemplo citan que las compras de verduras frescas son más bajas en el Reino Unido que en Alemania, sin embargo, la cantidad de desechos inevitables generados por persona es casi la misma.
Merece la pena recordar que, según un estudio realizado en el año 2015, los consumidores del Reino Unido son los que más alimentos tiran a la basura, calculándose que desperdiciaban entre 80 y 110 kilos de frutas, verduras y cereales por año, siendo un 80% de estos desperdicios perfectamente aprovechables. Además, se ha descubierto que los países cuyos ciudadanos destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a la alimentación, producen menos desechos evitables. Según el punto 12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) sobre producción y consumo responsable, se persigue alcanzar la meta de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos a nivel minorista y de consumidor para el año 2030, por otro lado, la última enmienda a la Directiva Marco sobre residuos alimentarios, requiere que los Estados miembros de la UE, reduzcan el desperdicio alimentario como una contribución para alcanzar el punto indicado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, controlando e informando anualmente sobre el nivel de desperdicio alimentario.
Para poder alcanzar esta meta, la Comisión Europea lleva a cabo un plan específico que incluye la elaboración de una metodología común de la UE para medir el desperdicio de alimentos de forma coherente, en colaboración con todos los estados miembros y las partes interesadas. Merece la pena recordar que a principios del año 2017, un informe del Tribunal de Cuentas europeo titulado “La lucha contra el despilfarro de alimentos: una oportunidad para la UE de hacer más eficiente el empleo de recursos en la cadena de suministro alimentario”, daba un buen tirón de orejas a la Comisión Europea por hacer poco para reducir el desperdicio alimentario, fue a partir de ese informe cuando la CE empezó a trabajar un poco más en serio para luchar contra el problema.
En 2016 se creó una plataforma de participación de los países de la UE y de los responsables de la cadena alimentaria con el propósito de ayudar a definir las medidas necesarias para lograr el objetivo de reducir el desperdicio alimentario contemplado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como facilitar la cooperación y compartir las mejores prácticas y los resultados obtenidos. Desde el año pasado, se han adoptado directrices comunitarias para facilitar la donación de alimentos, se han valorizado en el presente año los alimentos que no pueden destinarse a consumo humano para que se destinen al consumo animal sin que se comprometa la seguridad alimentaria y la salud animal, se analizan las formas de mejorar el uso de la fecha de caducidad por parte de la industria alimentaria para que sea perfectamente comprensible para los consumidores, y especialmente se quiere hacer entender la leyenda de ‘consumo preferente’. De todas estas medidas ya hablábamos en este post de 2015 sobre las medidas que había tomado la Unión Europea para reducir el desperdicio de alimentos.
Se puede decir que este tema ha tardado en ser considerado de forma seria por la UE, todo lo contrario, a lo llevado a cabo por países comunitarios como Francia, que ha destacado en los últimos años por combatir con medidas más efectivas el desperdicio alimentario. Podéis conocer todos los detalles de este estudio a través de este artículo publicado en la revista científica Science Direct y a través de este otro publicado en la página del Centro Común de Investigación de la Unión Europea.
Foto 3 | Jeanne Menjoulet & Cie