Según un estudio realizado por Ipsos, un instituto independiente de investigación de mercados, cada vez son más los consumidores chinos que prefieren adquirir alimentos importados antes que los producidos en el país. Día a día se erosiona la confianza en los alimentos producidos en China, la investigación destaca que más de un 61% de persona han perdido la confianza y hasta un 76% apuntan a los escándalos alimentarios como una de las principales razones para decantarse por los alimentos importados de occidente. Recordemos que en el post El temor al Made in China de los alimentos, las inspecciones realizadas por AsiaInspection, empresa de servicios de control de calidad que mediante sus inspecciones pretende garantizar la calidad de los productos que se fabrican o procesan en una empresa asiática, concluía que hasta el 51% de las empresas alimentarias del país no aprobaron en las inspecciones rutinarias. Destacaba especialmente que un 10% de las empresas tenía deficiencias consideradas muy graves, como por ejemplo la contaminación fecal de roedores en los alimentos.
Ante estos datos no sorprende que el consumidor chino prefiera los productos importados de occidente, sabe que la legislación europea por ejemplo, es mucho más estricta que la del propio país, por otro lado, los escándalos alimentarios son la tónica dominante en China, y eso que se ha endurecido la política en materia de seguridad alimentaria, se han cerrado miles de empresas por delitos de seguridad alimentaria, infracciones como la carencia de licencias y permisos oportunos, fraudes y adulteración de alimentos, etc. En el año 2011 se cerraron 5.000 empresas, pero es una gota de agua en un país cuya población actual supera los 1.300 millones de habitantes. China lleva años anunciando mejores medidas para controlar los alimentos que produce, pero como decíamos, los problemas asociados a los productos son una constante y no parece que se pueda solucionar a corto plazo.
La relación entre las inspecciones con resultado deficientes y el incremento del número de consumidores que optan por adquirir productos internacionales es evidente. En una encuesta realizada a 2.100 personas se determinó que el 28% estaban dispuestos a adquirir alimentos internacionales que sustituyan a los nacionales, los controles más estrictos en materia de seguridad alimentaria, tanto durante el procesamiento como en el embalaje y transporte, son una baza y una buena oportunidad para los productores que pretenden exportar sus productos a China, los consumidores chinos están receptivos. En el desglose de las preferencias de compra se muestra una especial preferencia por los productos lácteos con un 77%, le sigue el grano con un 57% y un 56% para los alimentos para lactantes y niños, en este último caso no sorprende, recordemos el escándalo de la leche infantil con melanina que se denunció en el 2008 y en el 2010.
Al Gobierno Chino no le debe hacer gracia que se incremente la importación y se ponga en tela de juicio su producción incluso por los habitantes del país, por ello, cualquier pequeña deficiencia que se pueda encontrar en un producto importado va a ser una noticia muy aireada para mostrar a los consumidores chinos que las deficiencias también se producen en los países exportadores (eso es evidente, pero en menor medida). Hablando de la industria láctea, cabe destacar las declaraciones de un analista de Euromonitor Internacional, una empresa líder a nivel mundial en materia de investigación para los mercados de consumo, esta industria floreciente crece a un ritmo de un 10% anual, sin embargo, durante los dos últimos años ha sufrido el varapalo de diversos casos de contaminación que ha derivado en miles de casos de consumidores que han enfermado y en decenas de muertes, ante una situación así, no debe sorprender que el consumidor chino quiera adquirir alimentos lácteos de importación. El analista indica que un registro de seguridad alimentaria impecable es una gran ventaja para aquellas empresas lácteas que quieren introducirse en el mercado chino.
Por ello no es de extrañar que compañías como Nestlé o empresas lácteas de Nueva Zelanda tengan una gran presencia en el país, quizá a este carro deberían subirse empresas españolas. Como decíamos, no hay que desaprovechar la baza y la desconfianza del consumidor chino en los alimentos producidos en su país. Claro, que el Gobierno chino no se quedará de brazos cruzados ante la situación, no hace mucho apelaban al nacionalismo para intentar superar las importaciones, un ejemplo que se puede citar es el vino, el Gobierno respaldaba el vino producido en el país e invitaba a los consumidores a adquirirlo apelando al patriotismo. Pero en este caso es diferente, ya no se habla únicamente de «peor calidad», el riesgo para la salud deja a un lado el patriotismo.
Por ello, China ha optado por adoptar medidas enérgicas y duras con los alimentos de importación, un ejemplo es la retención de 72 kilos de preparados para lactantes que habían sido importados de Australia y que fueron retirados del mercado. Se argumentaba que el preparado contenía menos cantidad de vitaminas B5 y exceso de vitamina B2, no coincidiendo los valores con las especificaciones en las etiquetas, ¿qué pretenden hacer creer? La empresas niponas también van a ser sometidas a una vigilancia especial, dado que la AQSIQ (Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena) había detectado niveles deficientes en dos marcas de leche de formula del país. Estos son problemas menores y no restarán percepción de calidad al consumidor chino, de momento se apuesta por los alimentos de importación.
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