Según los resultados de una investigación realizada por EIT Food Consumer Observatory, la mayoría de los consumidores aceptarían una etiqueta ecológica internacional en los productos alimenticios. Como sabemos, en la actualidad no existen normas acordadas a nivel internacional para un etiquetado ecológico, y es que resulta muy complicado poder contar con una certificación que garantice que un producto, sea del país que sea, es equivalente a otro, ya que en cada país existen diferentes regulaciones, lo que está prohibido o regulado de un modo en la UE puede tener una regulación diferente o estar permitido en un tercer país.
El caso es que según esta investigación en la que se ha realizado una encuesta a casi 10.000 consumidores en 18 países europeos diferentes, se constata un apoyo generalizado a un tipo de etiqueta de carácter universal que ayude a los consumidores a tomar decisiones más sostenibles, de hecho, un 67% de los encuestados considera que adquiriría productos con este tipo de certificación, frente a un 13% que consideran que sería poco probable que la aceptaran.
Según el Observatorio del Consumidor de EIT Food, en la actualidad no existen normas consensuadas a nivel internacional para un etiquetado de carácter ambiental, sostenible o ecológico en los productos alimenticios, esto ha propiciado que exista desconfianza a la hora de adquirir un producto de otro país que cuenta con algunas de estas afirmaciones. En este sentido y según los resultados de la encuesta, un 63% de los participantes creen que las marcas disfrazan sus productos como más sostenibles de lo que en realidad son, y sólo un 33% de los encuestados considera que el gobierno de su país es transparente sobre las regulaciones aplicadas al etiquetado, lo que demuestra el grado de desconfianza existente.
De los 18 países europeos participantes, los que más apoyan una etiqueta ecológica internacional son Italia con un 81% de los encuestados, España con un 79% y Polonia con un 78% de los consumidores. En el otro lado se encuentran países como República Checa o Turquía, donde menos del 50% de los consumidores manifiestan su apoyo.
Además de la etiqueta ecológica universal, otros datos de la encuesta muestran que a una mayoría de consumidores les preocupa el carácter reciclable de los envases alimentarios, el bienestar animal, el uso de productos químicos y fertilizantes, etc., cuestiones que querrían ver reflejadas en una etiqueta ecológica. Por supuesto esto sería algo muy complicado de materializar en la actualidad y mucho deberían cambiar las regulaciones para que se pudiera crear una etiqueta que aunara los conceptos descritos.
Los datos muestran que los consumidores de la República Checa, Portugal y Rumania desconfían especialmente de sus gobiernos, sólo el 21%, el 24% y el 27% respectivamente, creen en la transparencia de las regulaciones de sus países sobre las etiquetas ecológicas en los alimentos. Por sexos, las mujeres son más escépticas que los hombres, un 31% consideró que las etiquetas eran transparentes, frente a un 36% de los hombres. Por países, los consumidores de los Países Bajos, Alemania e Irlanda son los que tienen menos confianza en las etiquetas ecológicas de los alimentos, considerando que los productos aparentan ser más ecológicos y sostenibles de lo que en realidad son.
Lo cierto es que es una incongruencia, ¿no se confía en un etiquetado nacional y sí se confiaría en un etiquetado internacional? Es posible que una asociación o unificación de normas ecológicas, contribuyera a incrementar la confianza y el reconocimiento de los alimentos y productos orgánicos a nivel internacional, pero como ya hemos comentado, es muy difícil lograr que los productos alimenticios de diferentes países sean equivalentes debido a sus particulares regulaciones.
Y lo mismo ocurre con las otras cuestiones citadas, como el bienestar animal, el carácter medioambiental de un producto, etc. Si hablamos sólo de Europa, recordemos, por ejemplo, el problema del “lavado verde” o “ecopostureo” contra el que, por fortuna, la Comisión Europea ha presentado una propuesta con una serie de criterios comunes para acabar con esta práctica de la industria alimentaria, donde en el etiquetado se realizan declaraciones y certificaciones medioambientales que resultan engañosas, que no son o tienen poca efectividad, que no tienen base científica, etc., de todo ello hablábamos aquí.
Seguramente podréis sacar otras conclusiones de este estudio, del que podéis conocer todos los detalles a través de este artículo publicado en la página de EIT Food.
Foto 1 | Mike McCune