Existe un fuerte vínculo entre los alimentos y la polinización de los insectos, especialmente la que realizan las abejas. Un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores franceses y alemanes, bajo el amparo del proyecto ALARM de la Unión Europea, ha cifrado el valor económico del trabajo que realizan los insectos con la polinización en unos 153.000 millones de euros al año.
Esta cifra equivaldría a una décima parte del valor total de los alimentos agrícolas que se producen en nuestro planeta, con lo que queda sobradamente constatada la relación entre los alimentos y la polinización de insectos. Sin la polinización sería imposible satisfacer la actual demanda de productos como las frutas, las verduras, el café, etc. Hay que añadir que en este estudio no se ha tenido en cuenta la polinización que se realiza en los cultivos que se desarrollan para alimentar a los animales, para producir flores ornamentales o para producir biocombustible, con lo que la cifra podría ser considerablemente más elevada.
El estudio se conjuga con la muerte de millones de abejas de los dos últimos años, en el post se reduce la producción de miel en los países europeos, mostrábamos que la situación era preocupante y que varios países habían reducido drásticamente la población de estos insectos por varias causas, el Síndrome de desabejamiento, enfermedad producida por el virus conocido por IAPV y responsable de la drástica reducción de colmenas en Estados Unidos, los pesticidas e insecticidas, el cámbio climático, etc.
Los insectos polinizadores se encuentran en declive hasta el punto de que algunos agricultores deben realizar importaciones de abejas para poder polinizar y desarrollar sus cultivos. En Europa un 84% de los cultivos dependen de la polinización de los insectos y a nivel mundial, hasta el 70% de los cultivos dependen totalmente de la labor de abejas e insectos polinizadores, lo que hace necesario adoptar medidas irgentes para intentar evitar la continua reducción de su población.
La desaparición de las abejas tendría una gran repercusión económica, es algo simple de deducir, si no se producen los alimentos necesarios para cubrir la demanda los precios se elevarían desorbitadamente y posiblemente aumentaría el hambre mundial. Tampoco se podrían desarrollar otro tipo de cultivos y negocios como los que antes hemos mencionado, plantas ornamentales y determinados productos alimenticios animales.
El estudio tiene un propósito, alertar sobre los riegos que representaría para la economía y la alimentación mundial la desaparición de los polinizadores. Frutas y verduras se encontrarían bajo mínimos, comer una naranja sería todo un lujo.
No parece que se tomen muchas medidas al respecto, la población de abejas continúa reduciéndose y la única preocupación que parece existir es la reducción de producción de miel y las pérdidas económicas asociadas.
Vía | Research for the Environment
Más información | Cordis