Los alimentos transgénicos provocan temores infundados, así lo asegura José Ignacio Cubero Salmerón, Catedrático de Genética y Mejora de Plantas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes y miembro de la Fundación Antama, organización dedicada a promocionar las nuevas aplicaciones tecnológicas en la agricultura.
José Ignacio Cubero Salmerón indica que los alimentos transgénicos son una realidad y no representan un peligro para la población, todo lo que se habla de estos productos se encuentra sujeto, según sus palabras, al fomento de una política de ignorantes desarrollada para captar el llamado voto verde.
A principios de año el experto ya realizó unas declaraciones similares, aunque en esta ocasión hablaba a través de la Fundación Antama.
El experto asegura que la modificación genética es una de las soluciones más efectivas que pueden atajar problemas como la falta de abastecimiento, la incidencia del cambio climático o la posibilidad de aprovechar aquellas zonas de cultivo que actualmente se muestran estériles ante la imposibilidad de producir alimentos por el exceso de salinidad o la falta de agua.
José Ignacio Cubero Salmerón manifiesta que la mejora genética de los alimentos es la opción más beneficiosa y viable que tiene la humanidad y que la mala prensa que se ha estado cultivando durante los últimos años sobre los transgénicos no tiene fundamento alguno. Quizás el experto sea un científico abocado a mejorar con la tecnología las condiciones agroalimentarias de la humanidad, pero posiblemente sus convicciones no casen con las pretensiones económicas de algunas empresas dedicadas a la manipulación genética.
El desarrollo de alimentos modificados genéticamente puede ser una solución efectiva, y más si son desarrollados por personas cuya motivación sea social y en la que la preocupación por mejorar las condiciones alimentarias sea el tema central. Sin embargo, no son motivaciones generales y algunas empresas privadas pueden lanzar nuevos alimentos al mercado sin haber concluido los estudios pertinentes que garanticen la total seguridad de los productos, las prisas por comenzar a rentabilizar las inversiones biológicas pueden tener mucho que ver.
Es evidente que el experto cree en la modificación genética y en sus soluciones, pero debería atribuir parte de la mala fama de los alimentos transgénicos a las actuaciones de las empresas del sector privado, al secretismo, a la aparición en los medios de comunicación de algunos informes secretos de las propias empresas que revelaban problemas para la salud humana con el consumo de estos alimentos. De no ser por algunas organizaciones ecológicas, posiblemente estaríamos más sumidos en la ignorancia obviando los posibles peligros que pueden encerrar algunos productos.
Los alimentos transgénicos son una solución efectiva siempre que se encuentren consensuados por la comunidad científica a nivel internacional y posean los correspondientes estudios que avalen su seguridad. No podemos fiarnos de la palabra de una empresa, y más sabiendo que en ocasiones predomina la falta de escrúpulos.
El catedrático habló ayer sobre la inocuidad de los alimentos transgénicos y volvió a cargar contra los grupos ecologistas contrarios a los transgénicos, indicó incluso que en todos los supermercados españoles hay alimentos que contienen elementos transgénicos y no sólo en la alimentación, en todo tipo de productos. Nos proporciona el siguiente razonamiento, desde hace once años se consumen alimentos transgénicos a sabiendas o no de la población y no se han mostrado efectos negativos de consumo después de haber realizado todo tipo de análisis y pruebas.
Las regulaciones sobre este tipo de alimentos son muy estrictas en todo el mundo y los mecanismos de control supervisan su salubridad. Evidentemente es su punto de vista y es respetable, en nuestra opinión no se puede adoptar una postura extremista como la que está adoptando el experto, ni son todos los alimentos transgénicos tan buenos como indica, ni todas las empresas responsables de su desarrollo tienen por preocupación mejorar la alimentación humana, ni somos tan ignorantes como parece desprenderse de sus declaraciones.
Por cierto, sus conclusiones son muy similares a las del famoso microbiólogo Werner Arber.