Según un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Tecnológica Chalmers (Suecia), los alimentos ecológicos son peores para el medio ambiente que los alimentos que se cultivan de forma tradicional. El argumento principal para llegar a esta conclusión es que los alimentos ecológicos necesitan mayor área de terreno cultivable para equipararse en producción a los alimentos convencionales, ya que su rendimiento es mucho más bajo, así que se incrementa el impacto climático.
Los expertos comentan que en la mayoría de casos, las emisiones directas de dióxido de carbono son menores en la agricultura ecológica por la ausencia de determinados fertilizantes, por el menor uso de energía fósil (energía que procede de la combustión de combustibles fósiles), etc., pero las emisiones que son indirectas, son mucho mayores debido a la deforestación asociada a la necesidad de mayores extensiones de tierra para cultivar. Para llegar a esta conclusión se realizó un estudio con cultivos convencionales y ecológicos de guisantes en Suecia.
Los datos del estudio muestran que la huella medioambiental es definitivamente mayor (50%) en los cultivos de guisantes ecológicos, en el caso de productos como el trigo de invierno (el que se siembre en otoño y se recoge en primavera), variedad que se utiliza sobre todo en los países fríos porque soportan mejor las heladas, el impacto medioambiental era un 70% mayor que el del trigo cultivado de forma convencional. El aspecto innovador de este trabajo es determinar que la diferencia en el uso de la tierra da como resultado que los alimentos ecológicos provoquen un mayor impacto climático, algo que seguramente no gustará a otros investigadores y no tardaremos en conocer la respuesta a estas conclusiones.
Los expertos explican que si se usan más tierras para producir la misma cantidad de alimentos (como es el caso de la agricultura ecológica), se contribuye a una mayor deforestación, proceso que convierte tierras forestales en tierras de cultivo, que afecta al contenido de carbono por el desplazamiento de la biomasa acumulada en el suelo, así como el modo en el que se almacena el carbono en forma de biomasa y su liberación a la atmósfera. De todos modos, habría que decir que el mayor volumen de deforestación ha sido causado por la agricultura industrial, basta con ver los porcentajes de tierras cultivables ecológicas y convencionales que existen en el mundo. Además, algunos estudios demuestran que ciertos alimentos básicos cultivados de forma convencional como la soja, el arroz, el maíz, el aceite de palma y el trigo, generan más emisiones de gases de efecto invernadero que los producidos de forma individual por casi cualquier país del mundo.
Se sabe desde hace tiempo que la deforestación ha influido notablemente en el cambio climático, ya que bosques y selvas son responsables de capturar el dióxido de carbono de la atmósfera, por lo tanto, su desaparición aumenta la liberación de este gas a la atmósfera. Los expertos comentan que lo mismo ocurre con la producción animal, la carne y los productos lácteos ecológicos son, desde un punto de vista climático, peores que sus homónimos producidos convencionalmente. En este sentido, merece la pena retomar la lectura de este estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Oxford y el Bard College, en el que se concluía que el ganado alimentado con pasto puede ser más respetuoso con el medio ambiente, pero al necesitar más espacio y recurrir a la deforestación, los beneficios climáticos prácticamente desaparecen.
Los investigadores comentan que los descubrimientos realizados con la producción de guisantes y trigo de invierno, en principio también se aplican a la carne y a los productos lácteos ecológicos, aunque en este caso no se han realizado cálculos específicos sobre el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. En este trabajo se utilizó una nueva métrica que tenía el cometido de evaluar el efecto de un mayor uso de la tierra, como aspecto que contribuye a mayores emisiones de dióxido de carbono debido a la deforestación. En esta métrica se tiene en cuenta la cantidad de carbono que se almacena en los bosques y la cantidad de carbono que se libera como efecto de la deforestación, siendo uno de los primeros estudios del mundo que utilizan esta métrica.
Los expertos comentan que en las comparativas realizadas en otras investigaciones entre alimentos ecológicos y convencionales, no se ha tenido en cuenta el uso de la tierra, un gran error, ya que como muestran los resultados del nuevo estudio, el uso de la tierra tiene un efecto que puede ser mayor que el de los gases de efecto invernadero. Dado que en Suecia se realizan esfuerzos por aumentar la producción de alimentos ecológicos, los expertos consideran que si se logra alcanzar este objetivo, la influencia climática de este incremento de producción provocará un mayor aumento de la liberación de carbono.
Hubiera sido interesante que se realizase un cálculo que mostrara qué ocurriría si todas las tierras de cultivo actuales (sin que se produzca más deforestación), se destinaran a la producción ecológica, seguramente el impacto ambiental se reduciría significativamente. ¿Se podría entonces alimentar a la población del planeta con la producción? Algunos expertos creen que sí, pero sería necesario combinar la agricultura ecológica con otras acciones, de ello hablábamos aquí.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad Tecnológica Chalmers.
Foto | Coanri/Rita