Hay quien denomina caviar a las huevas de varios pescados, de mújol, de lumpo, de arenque, de salmón… pero más bien se consideran sucedáneos, el caviar únicamente hace referencia a las huevas de esturión, las más apreciadas, escasas (aunque también se crían en piscifactorías) y cotizadas.
Como decoración, para ofrecer un contraste de texturas, por su sabor y por sus propiedades nutricionales, entre otras cosas, a menudo se utilizan las huevas de otros pescados en muchas elaboraciones culinarias, hay distintos tipos, quizá las más consumidas son las huevas de salmón, las huevas de arenque y las huevas de trucha.
Se comercializan en pequeños tarros y se suele servir una pequeña cantidad, todo depende de la receta en la que se incorporen, por eso, a veces puede pasar que abrimos un tarro de huevas y lo guardamos en el frigorífico, se pasa el tiempo y después nos encontramos con que se han hecho viejas (en el mejor de los casos), ya no tienen ese brillo ni están tan sueltas. Asegurándose de que no se hayan puesto malas, siempre se pueden limpiar las huevas de pescado para refrescarlas y devolverles el buen aspecto.
Así nos lo muestran los chicos de ChefSteps en el vídeo que podéis ver sobre estas líneas, además de recomendar utilizar este sistema principalmente para refrescar las huevas de salmón y las huevas de trucha. Es muy sencillo, simplemente hay que poner las huevas en un bol con agua y agitarlas suavemente para separarlas. El agua se volverá turbia y hay que cambiarla, las huevas se pueden escurrir con una cuchara perforada o con un colador y pasarse a otro bol con agua limpia.
Hay que repetir la operación hasta que el agua no se enturbie al depositar las huevas, y éstas estén sueltas y hayan recuperado su aspecto. Para terminar, después de limpiarlas y antes de servirlas, deben secarse con papel de cocina absorbente.
Foto | Tamakisono