A principios del mes pasado en el post un paso más en el etiquetado de alimentos transgénicos en Estados Unidos, conocíamos una iniciativa que bajo el lema «Derecho a Saber«, se solicitaba una legislación transparente e informativa sobre los alimentos transgénicos, el argumento principal de la campaña es que los consumidores tienen derecho a saber y decidir si quieren o no consumir alimentos modificados genéticamente. Los consumidores tenemos derecho a saber si un alimento es transgénico o en su elaboración se han utilizado subproductos modificados genéticamente, esta campaña en California (Estados Unidos) ha logrado una gran aceptación, se pidió la colaboración ciudadana para recoger firmas a fin de crear un proyecto de ley que obligara al etiquetado de estos alimentos, en tiempo record se lograron más de 971.000 firmas, casi el doble de lo necesario para que el proyecto se sometiera a votación.
Ahora es necesario validar las firmas y posteriormente someter a votación, el próximo mes de noviembre, el proyecto de ley para el etiquetado de alimentos transgénicos, si se aprueba, las empresas agroalimentarias estarían obligadas a identificar los alimentos modificados genéticamente a partir del 1 de julio del año 2014. Se especifica que las descriptivas deberán ser claras y visibles, ya sea en alimentos o materias primas agrícolas, en el caso de los alimentos procesados, la etiqueta deberá contener la descriptiva «parcialmente elaborados con componentes transgénicos», o «parcialmente puede contener componentes transgénicos».
En esta campaña también se contempla la necesidad de que la FDA proporcione una definición sobre lo que significa «natural», la razón la conocíamos el año pasado a través del post Alimentos transgénicos etiquetados como alimentos naturales. Un ejemplo era la marca de aceites vegetales Wesson, en la etiqueta de los aceites aparecía la leyenda aceite de maíz 100% natural, pero en realidad era de maíz transgénico. Esta era una de las razones que impulsaron la demanda colectiva en California.
Se denunciaba entonces que las empresas utilizaban todo tipo de estrategias para vender alimentos transgénicos como si fueran 100% naturales, además del término natural, las etiquetas se adornaban con colores verdes, dibujos de un amanecer que se asociaba a la naturalidad, etc. El problema, como decíamos, era la definición del término natural, el argumento de la FDA (Food and Drug Administration) es la equivalencia sustancial, es decir, un alimento modificado genéticamente es seguro cuando es equivalente en características organolépticas, nutricionales y de composición, a un alimento tradicional. Una pobre excusa para evitar definir en el marco alimentario lo que se considera natural. Es evidente que un alimento transgénico etiquetado como natural es un fraude al consumidor a no ser que mayoritariamente se aceptase que transgénico es lo mismo que natural.
En la legislación propuesta se contemplan algunas excepciones, los productos alimentarios en cuyo contenido no se supere el 0’5% de alimentos transgénicos, no será etiquetado como tal, recordemos que en Europa el límite se establece en el 0’9%. Claro, que se habla de un 0’5% del peso total por ingrediente, por lo que si 10 ingredientes son transgénicos la cifra de materia modificada genéticamente se elevaría bastante, pero esta sería una norma que sólo estaría vigente hasta el año 2019, suponemos que posteriormente se intentaría aplicar el rango del cero absoluto.
Por supuesto, el proyecto de ley de etiquetado transgénico de alimentos en Estados Unidos tiene opositores importantes, tanto grupos comerciales como empresas destacadas, ya han puesto en marcha una campaña en contra del proyecto de ley, el argumento que utilizan para llevar a los consumidores a su terreno es de tipo económico, aseguran que un ley de esas características obligará a la industria a aumentar el precio de los alimentos, por otro lado indican que los consumidores tendrán una percepción errónea en materia de seguridad alimentaria, este sí es un argumento que no tiene mucho sentido.
Parece que a las empresas y grupos comerciales no les interesa la opinión de los consumidores, a través del artículo del periódico Sacbee, podemos saber que en una encuesta realizada por el Grupo Mellman, (especializado en estudios e investigación sobre la decisión de voto de los consumidores, en el desarrollo de estrategias de comunicación y asesoramiento estratégico a líderes políticos), se determinaba que 9 de cada 10 votantes estadounidenses estaría a favor del etiquetado de alimentos transgénicos, una mayoría abrumadora que no puede ser obviada. parece evidente que ante estos datos, el contraataque de las empresas no llegará a buen puerto, pero para la posible nueva ley, quizá el escollo más difícil a superar sea el político.
Nosotros respaldamos ese proyecto, no sólo en Estados Unidos, en todo el mundo, los consumidores tenemos derecho a saber y elegir qué comer, seguiremos el tema de cerca. Para conocer más detalles sobre la campaña Derecho a Saber, puedes acceder a la página oficial de la iniciativa California Right to Know.