Desde la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se ha realizado especial hincapié en la importancia de contar con tierras de cultivo saludables como un aspecto importante para el sistema alimentario, la seguridad alimentaria y para el correcto desarrollo de las funciones esenciales de los ecosistemas. Un suelo saludable permite producir cultivos sanos, de calidad y en cantidad suficiente, con los que poder alimentar a seres humanos y animales.
Pues bien, hoy conocemos una investigación desarrollada por investigadores de la Universidad de Wageningen, participantes en el proyecto europeo Diverfarming enmarcado en el Programa Horizonte H2020 de la CE, cuyo principal objetivo es incrementar la resiliencia, la sostenibilidad y el beneficio económico del sector agrícola europeo. Según los resultados de la investigación, las tierras de cultivo europeas están amenazadas por la persistencia de los pesticidas.
Desde hace décadas se han utilizado todo tipo de productos fitosanitarios a fin de poder hacer frente a la maleza, a las plagas y enfermedades que atacan los cultivos, etc. Esto ha llevado a un aumento significativo de la productividad de los cultivos agrícolas en Europa, siendo el uso de productos fitosanitarios uno de los principales pilares de la agricultura intensiva. Los investigadores comentan que esta rentabilidad, se ha obtenido a expensas de la salud de los suelos agrícolas, hasta el punto de que la presencia de residuos de pesticidas en los suelos agrícolas es la regla y no la excepción.
En la Unión Europea se utilizan unos 2.000 pesticidas con 5.000 sustancias químicas diferentes, ¿cómo afecta este uso intensivo a la salud del suelo? Los investigadores analizaron muestras de tierras agrícolas de seis sistemas de cultivo diferentes procedentes de 11 países europeos para detectar la presencia de pesticidas, los resultados han confirmado la persistencia de este tipo de sustancias en los suelos agrícolas. Tras analizar un total de 317 muestras tomadas en el año 2015, se detectó que un 83% contenían residuos de pesticidas (76 tipos de compuestos diferentes), en un 58% de estas muestras se detectaron mezclas de pesticidas, y en el 25% restante un solo tipo.
Las principales sustancias y compuestos detectados eran el glifosato, uno de los herbicidas más utilizados en el mundo, el DDT (dicloro difenil tricloroetano), un compuesto organoclorado que era el principal componente en los insecticidas y que fue prohibido en la década de los 70 por los peligros ecológicos derivados de su utilización, y los fungicidas de amplio espectro. Los expertos comentan que la mayor preocupación social es la persistencia de los pesticidas en los suelos agrícolas y la toxicidad que tienen para algunas especies a las que no se dirigen estos productos. Los investigadores comentan que teniendo en cuenta que los residuos se acumulan en la parte más alta del suelo, serán trasportadas fácilmente a través de las corrientes de aire.
Recordemos que en el caso del glifosato, no desaparece con facilidad, permanece en las tierras de cultivo durante bastante tiempo y la acción de los agentes medioambientales arrastran el producto a otros lugares contaminando y pudiendo acabar con la vida de insectos y plantas, y convertir una zona llena de vida en un terreno yermo. En el caso del DDT, un insecticida considerado de alta persistencia, se comprobó que se acumulaba en las cadenas tróficas existiendo un riesgo potencial de contaminación de los alimentos, por lo que, como ya hemos comentado, se prohibió su uso.
El proyecto Diverfarming propone que se realice un uso más racional de la tierra y los insumos que se añaden, fertilizantes, agua, pesticidas, etc., también se proponen alternativas que permitan preservar el equilibrio de los microorganismos del suelo, lo que conduce a preservar la biodiversidad y la salud del suelo. Es necesario utilizar pesticidas no persistentes, bioestimulantes agrícolas que actúan sólo sobre el vigor de las plantas y no tienen acciones directas contra las plagas o enfermedades, contribuyendo a comunidades de insectos equilibradas.
Quienes cultivan las tierras tienen claro que para poder obtener buenos productos, necesitan suelos de calidad, de ahí que este estudio tenga especial importancia, pues lo que persigue precisamente es ese objetivo. No puede ser que la presencia de residuos de productos fitosanitarios sea la regla y no la excepción. Por cierto, merece la pena recordar que algunos productos fitosanitarios aprobados en la UE obtienen nuevos permisos de uso a pesar de que investigaciones científicas han demostrado que son un riesgo para la salud, la razón es la falta de capacidad de evaluación de los plaguicidas tóxicos por los organismos europeos, de ello hablábamos aquí.
Esperemos que realmente sirva de algo el trabajo realizado en el proyecto Diverfarming y que se apliquen las soluciones propuestas. A continuación, podéis ver un vídeo en el que los investigadores hablan de los riesgos e impacto negativo del uso de estas sustancias para la salud de los terrenos agrícolas.
Para conocer más detalles de la investigación, podéis acceder a este artículo publicado en la página web del proyecto Diverfarming.