Como sabemos la industrialización, la productividad y la rentabilidad, han apartado muchos alimentos de nuestra mesa provocando la desaparición de variedades alimentarias de gran calidad, ya sean animales o vegetales. Se podría decir que la industria ha causado la extinción de muchos alimentos, obviando algo tan importante como el patrimonio alimentario y todas aquellas bondades que nos proporcionan, quizá no sean tan rentables, pero sus características organolépticas merecían toda la atención. En este sentido, hoy nos hacemos eco de un comunicado realizado por el presidente de Feagas (Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto) José Luis Urquijo, advierte que las razas ganaderas autóctonas de España en peligro de extinción.
No es una noticia que nos sorprenda, ya hace varios años que se habla de la desaparición de algunas razas animales, como por ejemplo la vaca autóctona catalana, una raza vacuna pequeña que no proporciona leche, tiene poca carne y a diferencia de otras razas, no se puede reproducir tan precozmente, como vemos, tiene todas las características para que la industria la aparte del mercado. De esta vaca se hablaba en el año 2006 cuando tan sólo quedaban 400 ejemplares. Es una realidad, las razas ganaderas españolas están en peligro de extinción, los datos indican que el peligro se cierne sobre un 81% de ellas.
Nuestra alimentación podría ser muy variada y podríamos disfrutar de muchos alimentos que se encontraban en la mesa de nuestros antepasados, sin embargo, dependemos de unos pocos alimentos. Algunos están en peligro de extinción, otros simplemente se han desestimado, la industria dicta las reglas del consumo y las iniciativas e inversiones para la recuperación de alimentos es limitada. Teniendo en cuenta el panorama que tenemos frente a nosotros, el aumento de la población en las próximas décadas, los retos del cambio climático y la deprimida variedad de especies que nos alimentan, sería cuestión de impulsar políticas que permitieran la recuperación de estos productos, incrementando la variedad de alimentos y las posibilidades para abastecer a la creciente población del planeta.
El presidente de Feagas nos explica que la cabaña ganadera nacional está formada por 185 razas, de ellas, 158 son autóctonas y 129 se encuentran en peligro de extinción, es decir, tan sólo se salvan 29 razas por el momento. Ejemplos muy cercanos que cita José Luis Urquijo, la raza bovina Mantequera Leonesa perdida el año pasado, su rentabilidad lechera era limitada, pero ofrecía carne y se podía utilizar como animal de labranza (algo obsoleto evidentemente). Es lamentable saber que figuraba como raza en peligro de extinción en el Ministerio de Agricultura y éste no hizo prácticamente nada por su conservación, actualmente tan sólo quedan algunos ejemplares mestizos.
Otro ejemplo que se cita es la raza caprina Jurdana, raza localizada en Las Hurdes (Cáceres) que también figuraba en el Grupo de Razas Autóctonas en Peligro de Extinción en el catálogo oficial de razas de ganado de España, y en el que se contemplaba un programa nacional de conservación, mejora y fomento de estas razas. La falta de rentabilidad propicia el desinterés por el reemplazo generacional y poco a poco desaparecen sin más, la sensibilidad en este aspecto es prácticamente nula. El objetivo es la productividad, se podría decir que la calidad queda relegada a un segundo término, situación lamentable que ha conducido a que las razas ganaderas autóctonas de España estén en riesgo de extinción.
Para los ganaderos, la producción de una de las razas en peligro de extinción no resulta competitivo ni rentable tal y como está establecido el mercado, producción limitada y mayores costes son condicionantes con los que no se puede luchar hasta que no cambie el sistema de consumo actual. Por ello es necesario que las administraciones competentes se impliquen, y por el momento y hasta que las reglas del mercado cambien (algo poco probable), ofreciendo a los ganaderos una subvención que compense las pérdidas y logren sacar a flote las especies. Pero hay más que destacar, ya no se trata de la productividad y la rentabilidad, preservar el patrimonio genético es un deber y no hay que permitir que las 29 razas restantes terminen también extinguiéndose.
Hablamos de subvenciones en una época económica realmente complicada, ante los recortes que se están realizando, es difícil creer que se destine alguna partida presupuestaria a los fines indicados. A través de la web de Agroinformación podemos saber que el presidente de Feagas indica que en vez de ayudas, lo mejor sería recibir un precio justo por las producciones y que el consumidor estaría dispuesto a pagar un poco más si conociera la calidad del producto y su impacto positivo, esto es algo que podríamos cuestionar ante la deprimida situación económica de nuestro país.
En otros países (pocos) tienen mayor conciencia y sí luchan por preservar el patrimonio genético alimentario, del mismo modo, ponen en valor aquellos alimentos que destacan por su calidad y sabor y no por la rentabilidad que ofrecen, sin embargo, en términos generales podemos saber que a nivel mundial la tónica dominante es la extinción de variedades alimentarias. Los ganaderos concienciados buscan alternativas y pretenden aprovechar la creciente demanda internacional que empieza a tener el ganado selecto español, de todos modos es necesario el apoyo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, no tardaremos en conocer nuevas noticias al respecto.
Foto | FreeCat