Las negociaciones para el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur se han detenido

Se ha anunciado que las negociaciones para el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur se han detenido, algo que ha ocurrido pocas horas antes de que un Comisario de la Unión Europea viajara a Brasil para su firma. De momento es una buena noticia, y para saber por qué, es interesante conocer un poco en qué medida afectaría a los consumidores, a los agricultores, a los ganaderos, a las normas de seguridad alimentaria, ambientales y de salud de la UE, entre otras cosas.

¿Qué es Mercosur o Mercado Común del Sur? Se trata de un bloque económico formado por países de América del Sur como Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia o Ecuador, entre otros. Durante 20 años se ha estado negociando un acuerdo entre la UE y Mercosur con cláusulas que a juicio de muchos, debilitan el principio de precaución, la salvaguardia de la protección de los consumidores y la salud, así como otras cláusulas concretas que buscan solucionar controversias entre los inversores y los estados. Lo peor es que este tipo de relaciones comerciales tienen muchos puntos que se ocultan a los ciudadanos europeos.

A principios de 2018 hablábamos de este acuerdo y de algunas de sus consecuencias, por ejemplo, que las empresas brasileñas productoras de carne podrían comercializar carne a precios muy bajos, exportándose de forma masiva a la Unión Europea y con todo lo que ello conllevaría a los pequeñas ganaderos de la UE. A nivel medioambiental, este tratado favorecía el aumento de la producción cárnica de Brasil, lo que lamentablemente incrementaría la deforestación de grandes extensiones de selva. En el marco de la seguridad alimentaria y la salud, las normas brasileñas no son tan rigurosas como las normas comunitarias, y para poder aceptar la importación de carne brasileña, la UE debería suavizar la legislación.

Hay que decir que hemos señalado un problema, pero hay muchos más, como el uso de productos fitosanitarios, algunos de estos productos que tienen permiso de uso en Brasil, están prohibidos en la Unión Europea, lo que obligaría a relajar las normas en esta materia para facilitar la entrada de alimentos vegetales tratados con ellos a la UE, además, a un menor coste que los producidos en suelo comunitario. Por ello y desde hace años, el objetivo de varias organizaciones como Foodwatch, ha sido y es proteger los intereses y derechos de los ciudadanos comunitarios, denunciando que la UE no debe proteger los intereses comerciales de las grandes empresas.

El caso es que en el año 2019 las negociaciones habían concluido, pero el proceso de firma se paralizó debido a la posición sobre la deforestación del presidente brasileño Jaïr Bolsonaro. Las conversaciones se reanudaron cuando Luis Ignacio “Lula” da Silva fue elegido en 2022 presidente de Brasil. En 2023 hablábamos de la urgencia que tenía la UE por ratificar el acuerdo comercial, y apuntábamos problemas como la importación masiva de todo tipo de productos agrícolas de los países de Mercosur, algo que sería incompatible con la estrategia del Pacto Verde Europeo, donde una de sus premisas establece la necesidad de que el sistema alimentario comunitario sea más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

El año pasado Foodwatch explicaba que este acuerdo con Mercosur tiene como principal objetivo importar más carne y productos agrícolas de los países de Mercado Común del Sur, y como contrapartida, se podrán exportar más automóviles, maquinaria, herramientas, productos químicos y productos fitosanitarios desde la UE a esos países. Esto es un grave problema, ya que incrementa la dependencia de los alimentos de terceros países, cuya calidad sería menor y aceptada por la UE por la relajación de las normas. Además, las explotaciones europeas no podrían competir por precio y podrían tener que cesar su actividad.

Por fortuna, no se firmó en 2023 debido al bloqueo ejercido por Francia, y es que su texto para el país galo, carecía de normas de reciprocidad en cuestiones medioambientales, sanitarias, de seguridad y sociales, es decir, lo que han estado denunciando varias organizaciones europeas y latinoamericanas. El presidente francés Emmanuel Macron ha declarado que el país seguirá con su oposición al acuerdo hasta que no se solucionen esas cuestiones, apuntando además que se defenderán los intereses legítimos de los agricultores en las negociaciones comerciales, a fin de garantizar reglas justas para que se respeten las normas en los acuerdos comerciales.

Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, no es la primera vez que se anuncia que se velará por los intereses de agricultores, ganaderos, consumidores, etc., y sin embargo, se han alcanzado acuerdos que claramente sólo benefician a las cuestiones comerciales y casi se podría decir que a cualquier precio. Merece la pena conocer esta iniciativa “Por una alternativa al acuerdo de liberalización comercial UE-Mercosur”, donde Foodwatch y 170 organizaciones de Europa y Latinoamérica solicitaban abandonarlo y basar las relaciones políticas, comerciales y geopolíticas en nuevos principios de solidaridad, igualdad, cooperación, sostenibilidad y democracia.

Como explican aquí, de momento las negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio común UE-Mercosur se han paralizado, y decir “de momento”, parece dejar claro que se firmará antes o después, porque ese es el objetivo marcado hace más de dos décadas. Estaremos atentos a nuevas noticias, especialmente las que hagan referencia a los cambios en los puntos del acuerdo que perjudican a los ciudadanos comunitarios.

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