Según los resultados de una investigación realizada por expertos del Departamento de Kinesiología y Ciencias de la Salud de la Universidad William & Mary (Estados Unidos), las dietas saludables pueden tener influencias positivas y negativas en el medio ambiente. Los investigadores han analizado la relación entre alimentación saludable y sostenibilidad ambiental, y los resultados muestran que, en ocasiones, este tipo de dietas saludables pueden ser una mejor opción para el planeta, pero también pueden resultar contraproducentes y no benefician al medioambiente.
Una dieta saludable suele contar con una mayor cantidad de frutas y verduras que no requieren mucha tierra en el cultivo, sin embargo, necesitan en mayor medida otros recursos como, por ejemplo, el agua y los pesticidas, en este caso de habla de producción industrial y no se ha realizado una comparativa con la producción ecológica, por lo que podríamos pensar que el estudio está incompleto, ya que los alimentos ecológicos requieren muchos menos pesticidas, y decimos eso porque ecológico no es sinónimo de ‘cero pesticidas’ según la legislación europea, ya que se permite el uso de ciertas sustancias.
Otro detalle que señalan los expertos es el hecho de saber que alimentos como las frutas y las verduras son más perecederos, lo que aumenta considerablemente el desperdicio alimentario, algo que no resulta nada beneficioso para el planeta. Recordemos que en el caso de Europa, el Centro Común de Investigación de la Unión Europea publicó un estudio en el que se concluía que, en los hogares de los países comunitarios se desperdiciaban miles de millones de kilos de frutas y verduras al año, a esto hay que sumar todo lo que se desperdicia en el resto de eslabones de la cadena alimentaria.
El desperdicio de alimentos conlleva el desperdicio de recursos asociados a su producción, por lo que el impacto es mucho mayor de lo que se puede imaginar. Los resultados de esta investigación pueden tener implicaciones para el desarrollo de pautas dietéticas sostenibles, los expertos consideran que se requeriría equilibrar las necesidades nutricionales de la población en relación a los impactos ambientales que tiene la elección de alimentos.
En una muestra de más de 50.000 estadounidenses, los investigadores integraron métodos de modelado de la epidemiología nutricional, con la ciencia del sistema alimentario para evaluar la relación entre la calidad de la dieta y la sostenibilidad ambiental. El cometido era comprender la relación entre la calidad de la dieta y la cantidad de recursos agrícolas utilizados en la producción de alimentos, tierra, fertilizantes, pesticidas, agua, etc. La información del estudio servirá en las discusiones sobre políticas de salud pública que conjugan calidad de la dieta y sostenibilidad ambiental. Los investigadores destacan que muchos consumidores pueden creer que el hecho de seguir una dieta saludable ayuda a reducir la huella ambiental, pero esto no siempre es así, por ello es necesario que se analicen las dietas y el impacto de los alimentos que la componen a fin de diseñar las que resulten mejor para la salud humana y para el planeta.
En este sentido, quizá merece la pena dar un vistazo a la Dieta Planetaria, modelo alimentario basado en la salud y la sostenibilidad, que presentó el año pasado la Comisión EAT– Lancet. En este caso, el trabajo hila mucho más fino que el estudio presentado y propone un conjunto de directrices que permitirán la transformación del sistema alimentario para que sea más sostenible y ofrezca productos más saludables.
Como hemos comentado, el estudio no parece ser muy completo si lo comparamos con el de la Dieta Planetaria, sus conclusiones, además, son similares a las presentadas en esta dieta. Cierto es que se trata de una investigación centrada en cambiar el modelo de dietas de Estados Unidos dado que la calidad de éstas es uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura y morbilidad, pero sus principios se pueden aplicar en cualquier país del mundo.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Tufts, y en este otro publicado en la revista científica Nutrition Journal.
Foto 2 | Jackson’s Orchard