Un estudio desarrollado por expertos del Centro Jean Mayer de Investigación de Nutrición Humana y Envejecimiento del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) de la Universidad de Tufts, concluye que la mayoría de las comidas de los restaurantes estadounidenses tienen demasiadas calorías. Susan Roberts, autora principal de este estudio, explica que se suele culpar del sobrepeso y la obesidad a los establecimientos de comida rápida, y se pide que informen sobre las calorías de los productos que ofrecen a sus clientes, algo que no ocurre con el resto de restaurantes, aunque hay que decir que algunos intentos se han llevado a cabo.
Los restaurantes que no ofrecen información nutricional sobre los platos que sirven pueden ser cuestionados, ya que es posible que estén ofreciendo comidas muy calóricas, poniéndose a la misma altura o por encima que los fast food. Según el estudio, hasta el 92% de las comidas de las grandes cadenas y los restaurantes tienen más calorías de las que se recomiendan por los organismos de salud. En la investigación se recopilaron platos que se sirven en 123 restaurantes de Boston, San Francisco y Little Rock, para congelarlos y enviarlos a un laboratorio para analizar su contenido nutricional, los resultados no sorprendieron a los investigadores.
Según explican, en algunos casos el tamaño de las raciones era desproporcionado, algunas comidas superaban el número de calorías que se recomiendan a un adulto por día, el promedio calórico de los platos de las comidas de los restaurantes era de 1.205 kilocalorías, casi la mitad de lo que se recomienda a los adultos al día, unas 2.500 calorías. Además se apunta que había pocas diferencias en el contenido calórico de los restaurantes independientes y de los que formaban parte de una cadena, hay que decir que en las muestras había todo tipo de comidas, china, tailandesa, japonesa, mexicana, italiana o estadounidense, entre otras, pero de todas, la que más destacaba por su elevado contenido calórico fue la ofrecida por restaurantes estadounidenses, chinos e italianos.
Los expertos explican que cuando te ponen delante el plato solicitado, por ejemplo un gran plato de tacos de carne recién hechos que despiden un aroma embriagador, se produce una respuesta neurológica, el nivel de glucosa en sangre se reduce como una señal de que el organismo necesita ingerir alimentos, haciendo que el cuerpo se prepare para poder ingerirlos. Los investigadores explican que el organismo está preparado para provocar el deseo de comer cuando hay comida, no se trata de falta de voluntad y no hay que sentirse mal cuando se tiene delante un plato de comida excesivo y aparecen los signos de flaqueza que parecen obligar a comérselo todo, el problema no son las personas o su supuesta falta de voluntad, son las raciones.
Ante los resultados obtenidos, los investigadores consideran que no hay que demonizar la comida rápida, tampoco va a resolver el problema el hecho de querer obligar a todos los restaurantes a que proporcionen información sobre el contenido calórico de las comidas que ofrecen, la solución, según comentan, está en la reducción de las raciones, o mejor dicho, dar la opción de que los clientes puedan pedir medias raciones e incluso porciones de un tercio del plato, y por supuesto con un precio proporcional. De este modo se podrán pedir comidas con una carga calórica más reducida, pudiendo acceder a una mayor oferta del establecimiento sin excederse en la ingesta de calorías, es decir, se puede tener la posibilidad de comer varios platos pequeños para quien quiere comer más variado.
Según explican aquí, lo cierto es que esta propuesta es difícil de encontrar en los establecimientos estadounidenses de hoy en día, pero es necesaria la adaptación para facilitar que los clientes puedan elegir qué y cuánto comer. Aunque los autores de este estudio no lo mencionan, con la posibilidad de poder pedir raciones más pequeñas también se reduciría el desperdicio de alimentos, hay que recordar que Estados Unidos se ha propuesto reducirlo en un 50% para el año 2030, y en su plan de trabajo no se incluye esta opción.
Los responsables del estudio apuntan que quizá no vayamos a comer a un restaurante de comida rápida para evitar la ingesta calórica excesiva, pero quizá en un restaurante italiano, estadounidense o chino se termine aportando al organismo muchas más calorías de las que aportaría un menú de comida rápida. Puede parecer que quienes han realizado este estudio arrojan una lanza en favor de la comida rápida, pero no parece ser así, pretenden mostrar que el problema del exceso calorías es generalizado y en él están presentes la mayoría de restaurantes de Estados Unidos. Posiblemente estos resultados se puedan trasladar a cualquier otro país, con la excusa de que hay restaurantes a los que sólo se puede ir ocasionalmente, muchos exceden en el contenido de calorías recomendado por una comida.
Ya lo decía Ferrán Adrià, cuando se va a comer a uno de estos restaurantes no hay que contar calorías, pero tampoco hay que salir rodando. Ahora bien, en este estudio no han analizado los menús de los restaurantes que además de comer proporcionan una experiencia gastronómica única y que sólo se puede vivir una vez al año, sino restaurantes de todo tipo no relacionados con la comida rápida. Pero no hay que ser experto en nutrición para saber que un menú que está cargado de nata para hacer cremas más untuosas, mantequilla para que esté más goloso, carnes grasas para que sean más sabrosas y jugosas, salsas para que resulte más rico… suma muchas kilocalorías.
Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Journal of the American Academy of Nutrition and Dietetics.
Foto | Michael Stern